SEXUALIDAD. SALUD.
A cualquier edadISABEL PERANCHO
Las estadísticas demuestran que a partir de los 50 el interés sexual
disminuye. En la mayoría de los casos, se debe más a imposiciones sociales y
factores psicológicos que a razones fisiológicas.
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ES la era de los abuelos y abuelas deseables», asegura el doctor Francisco José
Flórez Tascón, jefe del servicio de endocrinología geriátrica del Hospital
Clínico de Madrid. Y como botón de muestra señala como ejemplos los de Paul
Newman y Claudia Cardinale. Los expertos en geriatría afirman que no hay edad
límite para el sexo.
Y es más, esta práctica es sana y muy recomendable en lo que se conoce como
tercera edad (60-75 años) y cuarta edad (más de 75 años). «Más que muchas de
las medicinas que toman», afirma el gerontólogo Esteban Pérez Almeida. La
sexualidad es beneficiosa no sólo para el equilibrio psíquico personal, ya que
favorece la autoafirmación y autoestima y potencia la sensibilidad y la
ternura, el mejor tratamiento contra los cambios fisiológicos que ocasiona el
envejecimiento a nivel genital es «continuar haciendo uso del sexo». «A los
mayores que practican sexo se les nota más ganas de vivir, suelen ser más
creativos y entienden mejor a sus hijos», dice.
El 66% de las mujeres y la mayor parte de los hombres de más de 65 años afirma
tener sueños eróticos, y un número importante de mayores sin pareja se masturba
con cierta frecuencia. Otros estudios señalan que el 33% de los varones y más
del 20% de las mujeres de más de 70 años han tenido un coito durante el año
anterior. En España, el informe ICAM-79 realizado sobre una población de 500
mayores de clubs de jubilados reveló que el 60.8% tenía relaciones sexuales.
Lo habitual, no obstante, es que la actividad sexual experimente un descenso a
partir de los 50 coincidiendo con el fin de la etapa reproductiva.
La involución biológica que se conoce como envejecimiento afecta en mayor
medida a la población femenina en el plano sexual. El cese de la menstruación
provoca efectos a nivel hormonal que se reflejan en un descenso de la
producción de estrógenos y progesterona. Este declinar hormonal ocasiona una
serie de alteraciones a nivel genital. Disminuye el tamaño del útero, del
cérvix, de los labios, y los ovarios se atrofian. El diámetro y longitud de la
vagina se reduce y pierde elasticidad. «Esta falta de lubricación es la razón
por la que muchas mujeres experimentan dolor durante la penetración sexual y
algunas se resisten a las relaciones, cuando lo más beneficioso es seguir
manteniéndolas para frenar ese proceso de sequedad vaginal», argumenta el
doctor Pérez Almeida.
En los varones, los cambios fisiológicos son cuantitativamente inferiores a los
que experimentan las mujeres. Los ovarios y óvulos de la mujer envejecen con
ella, al contrario de lo que ocurre con los espermatozoides masculinos. El
hombre sigue siendo fértil a edades muy avanzadas. No obstante, en el varón a
partir de los 40 años disminuye la producción de esperma y, a partir de los 55,
la de testosterona. Es lo que se conoce como climaterio masculino o
andropausia, que se manifiesta a nivel genital en una erección más lenta y
menos firme, que precisa mayor estimulación directa, disminución de la carga de
esperma en la eyaculación, una sensación orgásmica menos intensa, una elevación
menor y más lenta de los testículos y reducción de la tensión muscular. En
ambos sexos, la fase de excitación previa al coito es más larga, el orgasmo
menos duradero y la resolución más rápida y menos placentera en comparación con
la población joven.
Pero para los gerontólogos el «deber» de la tercera edad no es resignarse, sino
adaptarse a esta nueva etapa vital, en la que el sexo debe ocupar un papel
preponderante. Las relaciones regulares «mantienen la elasticidad de los
tejidos y el equilibrio hormonal», sostiene el doctor Flórez Tascón.
En el caso de las mujeres, los expertos coinciden en la conveniencia de los
tratamientos de reposición hormonal una vez llegada la menopausia, ya que
presentan buenos resultados ante la sequedad vaginal. Existe una serie de
patologías cuya presentación es más frecuente en la población anciana y que
pueden incidir, de alguna manera, en la sexualidad. Este es el caso de las
enfermedades prostáticas en el varón o las enfermedades cardiovasculares,
reumáticas y respiratorias en ambos sexos. La mastectomía (extirpación de la
mama) o la histerectomía (extirpación del útero) no afectan por sí mismas a la
sexualidad, pero pueden ser base de problemas psicológicos en las mujeres. La
diabetes, la hipertensión y la obesidad figuran entre algunas de las causas
orgánicas de impotencia masculina.
A pesar de ello, los gerontólogos inciden en el hecho de que el sexo puede
vivirse también desde sus límites físicos y aconsejan superar la identificación
de sexualidad y coito. Para la geriatría, los cambios de actitud y mentalidad
que pueden apreciarse en la población anciana en relación con la conducta
sexual constituyen más bien las secuelas del papel social que se les impone.
«Se les considera seres asexuados e incapaces, aunque este estereotipo empieza
a modificarse», señala el doctor Pérez Almeida. Flórez Tascón destaca que la
andropausia es de origen hormonal en el 33% de los varones, pero la causa
principal del climaterio masculino «es en la mayoría de los casos de origen
psicosocial y coincide con la crisis de los 50».
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La falta de pareja
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Otro factor que incide en el comportamiento sexual en la población anciana es
la existencia o no de pareja. En ocasiones, el declinar de las relaciones
sexuales coincide con el fallecimiento de la pareja y suele ir acompañado de un
deterioro del estado de ánimo. En algunos casos, según Flórez Tascón, la falta
de oportunidades repercute en una «regresión hacia la masturbación y la
autosatisfacción, un pico tardío de homosexualidad y la disminución de la
sexualidad, centrada en la sensualidad en beneficio de la ternura, la caricia y
la fantasía». Las alteraciones en la comunicación de la pareja, las creencias
religiosas, la falta de comprensión familiar y carencias en la educación
sexual, son otras razones aducidas por los gerontólogos. «La epidemia del sida
ha motivado igualmente en estos grupos de edad una reserva a la hora de buscar
relaciones sexuales», opina Tascón. No obstante, otros especialistas apuntan
que este colectivo es precisamente uno de los menos permeables a los mensajes
preventivos en relación con esta enfermedad y se están detectando casos de
infección por el VIH entre mayores de 65 años que recurren a la prostitución.
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