Recuerdo un día cualquiera, hará como unos diez o doce años, ir caminando de la mano de mi entonces pareja, por la calle Fuencarral a la altura del ya tristemente desaparecido Mercado, cuando aún no era peatonal, y de repente escuchar un griterío.
Nos giramos y era la mismísima Cristina "la Veneno" increpando y diciéndole a un orgulloso (y avergonzado) papá de familia de aspecto ultracatólico y "ultrapepero" delante de ésta: "¡Asco es el que das tú!". Y, dirigiéndose a nosotros, con esa inolvidable manera de hablar que tenía nos dice: "¡Sí, sí, ese MARICÓN REPRIMÍO que os ha visto 'agarraos' y ha dicho '¡que asco!'". "¡ASCO TÚ!, que luego vienes al parque del Oeste a pagar travestis, 'reprimío', hipócrita!".
El hombre no sabía dónde meterse y yo desde entonces la adoré mucho más de lo que ya lo hacía.
Nunca tuve trato con ella más que el de cruzar cuatro palabras graciosas en los primeros 2000 en el inolvidable, legendario y muchas veces peligroso "Mito" de la plaza de Chueca y antros similares, en donde acabábamos cualquier día de la semana a cualquier hora lo mejor de cada casa y donde conocí a tanta gente del underground madrileño famosa y no famosa y de la que tanto, bueno y malo, aprendí, o, últimamente y ya en una lamentable decadencia, en su esquina de las calles Barco y Desengaño. Era ya otra "Veneno", con la mirada más triste, más apagada, pero igual de simpática y con la misma cara de buena gente.
Hoy se nos va. Se va nuestra Veneno. Se va como vino: de repente y sin molestar más que a quien quiera sentirse molesto con todo. Personaje irrepetible que entra (ya lo había hecho) por la puerta grande en la otra Historia, la de tantas y tantos personajes desconocidos y conocidos en sus micromundos y que dejaron una huella imborrable. Todas y todos esos "losers" que no lo fueron tanto porque vivieron, y, casi siempre murieron, como les dio la gana, sin rendir mas cuentas que a sí mismos, y, quizás, en alguna ocasión a esa Justicia representante de una sociedad que los condenó nada más verles por fuera sin conocer ni sus circunstancias ni sus interiores, casi siempre mil veces mejores que los de sus biempensantes jueces, como el señor que nos insultaba a mi y a mi ex y luego iba a "pagar travestis".
La Veneno, junto con Susi Pop, y tantas y tantas y tantos y tantos seres maravillosos que, de algún modo, supieron sin saberlo aprovechar el estigma que les colgó esa sociedad que tampoco les permitió demostrar su valía a través del "camino recto", ni falta que les hizo.
Descansa en paz, Cristina. Te lo mereces.
Fuente: https://errando.universogay.com/cristina-la-veneno__09112016.html