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Visibilidad y normalización transexual

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    Visibilidad y normalización transexual

    Beatriz Gimeno

    Mi amiga Carla Antonelli va a ir en las listas del PSOE a la Asamblea de Madrid. Me alegré mucho cuando lo supe porque pocas personas pueden merecer más ese reconocimiento y pocas inclusiones pueden ser tan útiles socialmente. Me alegro porque Carla ha sido una luchadora infatigable por los derechos de las personas transexuales y homosexuales. Porque en una sociedad que sigue discriminando de manera terrible a estas personas, el hecho de que una de ellas se convierta en diputada supone un impulso importantísimo a su visibilidad y a su dignificación social. Y no sólo en España, sino también en América Latina, donde las personas LGTB, pero especialmente las transexuales, sufren niveles de violencia inimaginables y terribles. Estoy segura de que Carla sabrá aprovechar su recién conquistada visibilidad e influencia política para impulsar tanto como pueda los derechos de las personas trans en América Latina, un continente que ella ha visitado varias veces como activista.

    Ayer escuchando las primeras reacciones y leyendo las primeras noticias sobre este asunto me di cuenta de cuánta falta hace la normalización trans incluso para las personas que se suponen mejor informadas. Noticias que cambiaban del masculino al femenino constantemente; personas que confundían orientación sexual con identidad de género, sexo con género, todo con todo…periodistas que para insultar a Carla decían que era un hombre y otros que no sabían si era hombre o mujer o qué era…Ignorancia repartida por igual aunque en los medios de la derecha se observaba un cierto regodeo en esa ignorancia, que se convertía así en desprecio y prejuicio.

    Hay muchas razones por las que yo admiro a Carla, pero especialmente hay una. Hace años, cuando ella era coordinadora del Área Transexual del Grupo Federal LGTB del PSOE y la aprobación de la Ley de Identidad de Género entró en un momento peligroso en el que llegamos incluso a creer que no saldría adelante, ella amenazó con una huelga de hambre si dicha ley no se aprobaba. Yo no estuve de acuerdo con aquella decisión suya, pero la admiré por ser capaz de poner sus principios por encima de su partido. Carla tenía un futuro en el PSOE, llevaba años militando en el partido, tenía amigos y compañeras que le pidieron que no hiciera tal cosa. Pero lo hizo.

    Quizá esa actitud pueda parecer menor a mucha gente pero fue por el contrario completamente excepcional. En todos los años en los que llevo cercana a la política la he visto muy pocas veces. Lo que he visto es lo contrario, a tantas y tantas personas abdicar de manifestar cualquier opinión que contradiga lo dicho por el partido aunque esto sea contrario a sus opiniones y principios; lo que he visto es a mucha gente renunciar a dar la batalla dentro de sus partidos ante políticas que consideran erróneas, lo que vemos es que la disciplina de partido está acabando con la política; lo que vemos es que los partidos se han convertido en máquinas electorales sin más, en máquinas que degluten ideología y principios. La actitud de Carla aquellos días se me presenta hoy como un ejemplo. Ojala que cunda.
Trabajando...
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