Rosa Pazos, de 47 años, activista por la libertad y los derechos de los transexuales, fue encontrada muerta en su domicilio de Sevilla el pasado 11 de julio. Los bomberos hallaron su cadáver en su vivienda del barrio de La Barzola. Trasladado el cuerpo al Anatómico Forense, los médicos descubrieron que Rosa, mujer transexual, había recibido una puñalada en el tórax, según informó este viernes Efe.
Rosa protagonizaba diariamente una protesta contra “la mafia policial”, por la que se sentía perseguida. Su obsesión probablemente se derivaba de la esquizofrenia que padecía, por la que nunca pudo obtener ni el cambio de nombre ni la cirugía de reasignación de sexo. Rosa también sufría frecuentes agresiones físicas y psicológicas de carácter transfóbico, según varias personas de su entorno.
Legalmente, Rosa era Francisco Javier, pero nadie la llamaba así. José Luis Sánchez, psicólogo de la Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA), la trataba desde hacía años. Aunque rehusó revelar cualquier dato clínico, sí explicó que debido a los requisitos para obtener la reasignación y el cambio de nombre, nunca los pudo conseguir, algo que considera injusto. “Siempre tuvo claro que era una mujer. ¿Por qué una mujer transexual no puede tener problemas mentales?”, se pregunta Sánchez, en una reflexión compartida por Mar Cambrollé, presidenta de ATA.
Rosa murió en el piso que heredó de su madre, a la que cuidó hasta su muerte. Personas de su entorno señalan que su transexualidad la alejó de su familia e incluso fue la causa de que fuera despedida de la empresa de mantenimiento en la que trabajaba. Una amiga explicó que la última vez que la vio estaba “muy deteriorada”. Rosa era anarquista y colaboró durante años con la CNT como activista por los derechos de los transexuales.