Por Carlos Varea
Hoy se cumplen dos años de la muerte de Carmen de Mairena. Ella fue el vivo ejemplo de lo que suponía la supervivencia, las ganas de vivir y la capacidad de nadar a contracorriente en una sociedad que señalaba y castigaba al diferente, a les disidentes de género, a quienes ponían en tela de juicio los roles de género y vivían en consonancia con ello. Ella floreció en una época especialmente difícil, incluso para aquellos que no tenían que justificar constantemente su identidad, y abandonó toda exigencia social para vivir en libertad. Una existencia que nos sirvió de ejemplo, que nos ayudó a estar donde estamos y que derribó los más altos muros a base de tacón, pintalabios y mucho, mucho humor.
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