EMILI J. BLASCO
En la histórica Cambridge, con el sesudo poso de su Universidad, hasta ahora la historia la hacían las piedras medievales y el conocimiento aportado por sus ilustres premios Nobel. Pero Jenny Bailey ha aportado un inesperado hito al convertirse en el primer transexual que llega a una alcaldía británica. Y no sólo eso: se trata de una transexualidad por partida doble, pues quien pasa a tener consideración de primera dama de la ciudad es su pareja, Jennifer Liddle, que también se sometió a un tratamiento de cambio de sexo.
Jenny tiene 45 años, y Jennifer 49. Una estudió ingeniería de radio, y la otra ingeniería informática. Se conocieron en sus visitas al médico para someterse a operación hace quince años. Ambas asistieron al ceremonioso acto en el Ayuntamiento de Cambrige de entronización del alcalde número 801 de la población deseosas de no ser tratadas como un estandarte transexual, ya que, según aseguran, cambiaron de sexo no para reivindicar nada sino para intentar llevar una vida normal.
La alcaldesa Bailey, del Partido Liberal-Demócrata, es progenitora de dos hijos, que ahora tienen 18 y 20 años. Los concibió antes de su «reasignación», cuando, todavía como hombre, estaba casado y formaba una pareja heterosexual con su esposa. Bailey comenzó a tener dudas sobre su sexo a la edad de los 6 o 7 años. Su confusión creció con la adolescencia, pero no dio el paso final hasta mucho más adelante.
«Hay gente que puede tenerme como modelo si quiere, pero lo que los transexuales queremos es desaparecer y llevar una vida normal; no quiero que esto me defina. Cuando pasas por esta experiencia y sales al otro lado, eres simplemente feliz con tener una vida normal y afrontar los problemas normales, lo que supone una maravillosa oportunidad», ha declarado a «The Times».
Asegura que en su carrera política todo esto no ha supuesto ningún debate en su partido, ni tampoco entre los electores que le dieron su confianza. «De lo que hablo -añade Bailey- es del cambio climático, de la promoción de la industria tecnológica y de los barrios. Cuando fui advertida de que los diarios sensacionalistas podrían meterse en mi vida, me sentí como una marciana, viviendo en los años 70 más que en 2007, pero he hablado a mucha gente, y todos han dicho que todo esto no supone ningún problema».
La anterior esposa de Bailey, que ha declinado desvelar su identidad en los medios, ha manifestado que se siente «increíblemente orgullosa» de quien fue padre de sus hijos, el menor de los cuales vive con la recién nombrada alcaldesa y su compañera.