Segunda parte: Trans atrapadas en el CETI de Ceuta: “Hemos escapado de un infierno para venir a otro”
Thalia, Mahassim y Altagracia son tres jóvenes marroquíes transexuales que han querido contar su terrible historia, llena de desesperación y confianza en que, dentro de poco, podrán vivir en libertad sin ser víctimas de la homofobia y la transfobia. Thalia y Mahassim llevan seis meses en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta, mientras que Altagracia lleva siete. Ellas forman parte de la comunidad LGTBI que reside en el centro del Jaral tras huir de sus países, son solicitantes de asilo por la persecución que sufren en Marruecos por su condición sexual.
Su vida no fue fácil, durante años se tuvieron que enfrentar a vejaciones, violaciones, agresiones físicas y verbales y a detenciones por parte de la policía marroquí. Su delito: ser mujeres habiendo nacido hombres en un país en el que está prohibido ser homosexual, y por supuesto, transexual. Ellas nacieron a pocos kilómetros de la libertad de poder ser quienes quieren ser. En el reino alauita, ser de la comunidad LGTBI te condena a la clandestinidad y que te descubran puede suponer pasar hasta tres años en prisión.
Thalia todavía mantiene la relación con algunas amigas de clase, y con su madre, al igual que Altagracia que tiene contacto con su madre y dos de sus hermanos. Sin embargo, Mahassim huyó de Marruecos dejándolo todo atrás, “tengo vergüenza y miedo desde que la policía me detuvo” nos cuenta.
Víctimas del sistema homofóbico
Marruecos recoge en el artículo 489 del Código Penal el castigo de la práctica de la homosexualidad, definida como “la comisión de actos contra natura con individuos del mismo sexo” con penas de hasta tres años de cárcel.
Thalia nos explica que “la libertad sexual no existe en Marruecos, me prohiben ser como soy porque es un país islámico”. Altagracia fue valiente, salió en una entrevista en ChoufTv, una televisión de Marruecos “a cara descubierta, para enfrentar a la sociedad” sin embargo, la respuesta no fue la que ella esperaba, “me echaron de casa y del pueblo donde estudiaba, estaba en 2º de carrera, estudiaba Derecho“.
A Mahassim la descubrió la policía “en plena faena” se dedicaba a la prostitución en su país y estaba con un cliente, “condenaron al hombre que estaba conmigo a un año de prisión y a mi a seis meses“. Al salir de la cárcel intentó volver a su casa, pero no la aceptaron “ni el barrio, ni la sociedad”. Fue entonces cuando se tuvo que ir a M’diq (Rincón) y alquilar una casa con otras chicas que también se dedicaban a la prostitución, “era la única manera de buscarme la vida”. Fue allí donde conoció a Thalia y sus vidas se enlazaron hasta acabar en el CETI de Ceuta.
En Marruecos: vejaciones, violaciones y persecución
Thalia fue violada por “unas personas” cuando tenía 15 años y tras esa experiencia comenzó a prostituirse, “después me eché un novio, pero nos veíamos a escondidas”. Para Altagracia salir en la televisión no sólo supuso el rechazo y el tener que abandonar la universidad, tuvo que comenzar a prostituirse para poder “sobrevivir”. Mahasim, sufrió la violación de un vecino mayor cuando tenía 14 años, se la llevó al campo y allí además de violarla, le pegó durante horas, “me amenazó con matarme si lo contaba”.
En Marruecos se han enfrentado a todo tipo de malos tratos, vejaciones, abusos… “la policía cuando nos veía nos detenía y nos tenía algunos días en la comisaría” cualquier excusa era válida para hostigarlas, normalmente las acusaban de tener una casa de prostitución.
En el año 2016 se constituyó en la clandestinidad Akaliyat (Minorías), la primera organización que defiende las libertades sexuales y los derechos de los homosexuales en Marruecos. El pasado mes de mayo, la asociación publicó el primer estudio global sobre la situación de la comunidad LGTBI en el país.
En ese estudio se recogía que el 70% de las 400 personas encuestadas declararon haber sido víctima de violencia física o moral en espacios públicos y privados. De estos, sólo el 14% puso una denuncia, el resto aseguraban tener miedo a ser descubiertos y reprobados por su entorno más cercano, así como ser detenidos por la policía por poner la denuncia. De hecho, el 29% de los encuestados afirmaban haber sido arrestados por las autoridades, y de ellos la mitad encausados por su condición homosexual.
“La situación en Marruecos es muy, muy difícil y cada vez a va a peor”, lamenta Javier Navarro, director de la asociación de Refugiados y Migrantes LGTBI Kif Kif, “hace poco conocíamos el informe del procurador real del rey, donde se reconocía que durante el año 2019 más de 400 personas fueron encarceladas por ser LGTBI en Marruecos. Y esto es a nivel jurídico, que es lo más flagrante porque es lo mas visible y evidente, pero hay que recordar que la persecución que sufrimos las personas LGTBI, no solo es a nivel jurídico y legal, también a nivel social, comunitario y de nuestras propias familias”.
Navarro ha recordado que “hace poco conocíamos el caso de una influencer que desde Túnez hizo un llamamiento a las personas no LGTBI para que accediesen a las aplicaciones de geolocalización que utilizamos las personas LGTBI para conocernos, ligar y quedar y de esa manera ver quién estaba dentro y poder luego perseguirlas… de hecho se han reportado intentos de suicidios, agresiones por parte de familiares, violaciones correctivas a mujeres lesbianas e incluso tenemos personas que no les ha quedado más remedio, que incluso viviendo en el armario han tenido que huir porque las han localizado en las aplicaciones y se ha puesto de relieve para la familia y su comunidad que son LGTBI y ha supuesto persecución y vulneración de derechos que han tenido que huir a España y actualmente se encuentran en proceso de acompañamiento por Kif Kif, es cierto que la situación cada vez es más difícil y hay un incremento de la LGTBIfobia, sobre todo social”.
Desde CEAR apuntan que “los actos violentos contra las personas de este colectivo existen, porque existen personas LGBTIQfóbicas que los cometen. Y son precisamente los actos los que deben desaparecer y no las identidades y/o expresiones de géneros y diversidades sexuales”.
En los cuerpos de Thalia, Mahassim y Altagracia se pueden ver las heridas físicas de las agresiones, cicatrices que las dejarán marcadas para toda la vida, pero las secuelas de los insultos y el desprecio que han tenido que soportar también las cargarán por el resto de sus vidas. Denuncian que sus propios hermanos, primos, amigos y hasta la policía las han agredido por ser lo que son, pero confiesan que “hemos escapado de un infierno para venir a otro”.
En Ceuta, son víctimas una vez más, “cuando nos ven con ropa de mujer nos agreden” lamentan, y nos cuentan uno de los últimos sucesos al que se han tenido que enfrentar: “este domingo íbamos caminando por Benitez, y un grupo de chavales de Ceuta nos tiraron piedras y nos echaron varios perros para que nos atacasen, tuvimos que salir corriendo por la carretera, tenemos mucho miedo de que nos pase algo”. Altagracia se lamenta “creo que me van a matar“.
El pasado mes de marzo, dos de ellas fueron detenidas y acusadas de un presunto abuso a dos niños de 11 y 12 años, los familiares de estos aseguraban que “les habían toqueteado”, los hechos presuntamente ocurrieron un sábado a las 17:00 horas en plena plaza de Azcárate. Quedaron en libertad con cargos a la espera de juicio tras negar los hechos, pero sus fotos y las acusaciones contra ellas recorrieron las redes sociales durante días.
Hace un mes y medio, unos 15 niños las atacaron y ellas pusieron una denuncia, de la misma manera que lo hicieron este miércoles tras la última agresión que han sufrido, cuando en la carretera que lleva al CETI una moto de color negra intentó atropellarlas, causándole varias heridas que se pueden ver en las fotografías.
Las entrevistas han sido posibles gracias a la colaboración de Narjisse Sghyar Ezzafri en la traducción del dariya al castellano
Fuente: https://elforodeceuta.es/trans-atrap...OCdCM62nxX_yK0