Por muchas razones, debo irme de mi país, Venezuela. En una línea podría decir que la delincuencia de la que me cansé de ser víctima, la política autoritaria llevada a cabo por el gobierno actual que me ha ubicado en una especie de “lista negra”, el comunismo que se avecina, la falta de oportunidades, entre otras motivaciones, me han llevado a la conclusión de que lo más conveniente para mi vida futura, si es que quiero, como en efecto quiero, vivirla con dignidad y en libertad, es irme a España, específicamente a Cataluña. También son muchas las razones por la cuales Cataluña. También en una línea diría que es tierra de libertad (en realidad, lo que más anhelo), de pensamiento crítico, de belleza. Allí, estoy seguro, podría seguir estudiando, podría seguir creciendo intelectualmente. Allí podría observar y vivir cómo (a trancas y barrancas, es cierto, pero en todo caso de manera mucho más desarrollada y rica) se realiza el sueño de todo hombre gay de ver cada vez más normalizada su vida, sin tener que ocultar, como si uno fuera un delincuente, su escogencia sexual.
He averiguado lo que la burocracia estatal venezolana y española me permiten hacer para viajar a Cataluña y es muy poco: para obtener una vida de trabajador, debo ser contratado desde España, estando yo en Venezuela. Esto parecería un chiste si no fuera tan dramático. Si ya resulta complicado para un trabajador español o un extranjero con residencia conseguir un trabajo estando en el territorio español, para alguien que, como yo, está en Venezuela y no tiene contactos ni conocidos en España es casi imposible. Y vaya que, en un alarde de ingenuidad, lo intenté mandando mi currículum vitae a no sé cuántas empresas e instituciones. Yo soy periodista en Venezuela, tengo postgrado en psicología social y experiencia en estos campos así como en la docencia universitaria. No obstante, solicitaba cualquier tipo de trabajo, (bueno,…casi). Además, estemos claros en que un empleador no va a ponerse a perder tiempo y dinero con la burocracia española para contratar a un extranjero que no conoce. Los estados se burlan de nosotros,…como siempre.
Ah!, pero como a mí me gusta estudiar, podría solicitar un cupo, pensé, en una universidad española para hacer un doctorado y gestionar así un visa de estudiante. Como había vendido lo poco que tenía en Venezuela cuento con algún dinero que podría permitirme vivir (restringidamente, claro) por un año, más o menos. De las universidades catalanas a las que me postulé (¡qué programas tan buenos tienen!), todas me aceptaron. Escogí una. Voy al Consulado de España en Caracas. Pensé que tener la carta de aceptación de la universidad (la cual, ¡qué necios!, no puede ser presentada ni como un e mail ni como un fax) y cierta cantidad de dinero era más que suficiente. Pues no. Me solicitaron una lista de requisitos (antecedentes penales, seguro por un año, un contrato de alquiler, exámenes médicos, vacunas, etc.) la mayoría de los cuales implicaron meses de gestiones y erogaciones fiscales en entidades públicas. Todo lo conseguí. Cuando voy al Consulado, la burócrata de turno me indica que es poco probable que me den el visado dado que la cantidad de dinero que poseo (no solicité beca) no alcanza para cubrir todo el tiempo del doctorado, tres años, a razón de 800 euros por mes. ¡Qué desilusión tan grande! Le expliqué que posteriormente me enviarían desde Venezuela más dinero (algunas de mis cosas no las he terminado de vender). La burócrata me solicita que si yo pudiera aumentar la cantidad de dinero que demuestro poseer sería más seguro el otorgamiento del visado. Me voy. Todavía estoy en trámites de venta de un apartamento que me permitiría contar con más recursos. La fecha de matrícula en la universidad se venció. Me dieron prórroga. Está a punto de vencerse. Los apartamentos no se venden rápido en una sociedad en crisis económica como es la venezolana en estos tiempos de autoritarismo y demagogia.
En medio de mi desilusión navego en la red buscando una tabla de salvación. Yo, por ser venezolano, puedo entrar en España sin visa como turista pero la estadía no puede superar los tres meses. Lo que he estado tratando de hacer es obtener, según las leyes restrictivas de los burócratas, un visado de larga duración que, eventualmente, pueda convertir en residencia, para poder, como ya lo dije anteriormente, vivir tranquilamente, trabajar, crecer como persona. Más nada. Yo creo que ya es una cuota bastante grande de sacrificio, dejar tú país, vender tus cosas, tener que empezar de cero.
Pero, si bien puedo ser un tipo ingenuo, también puedo ser pragmático. En Internet he descubierto el asunto este de los matrimonio por conveniencia. Parece ser un negocio. He estudiado las leyes españolas e investigado qué tan grave es hacerlo para los participantes y la verdad es que, si se sabe hacer, no tiene mayores repercusiones: el cónyuge extranjero obtiene la residencia inmediatamente y al cabo de un año puede optar por la nacionalidad. El cónyuge español obtiene lo que haya solicitado como compensación, en general, dinero, pero puede ser también compañía, afecto, asistencia, trabajo durante un tiempo. Beneficio para los dos y la satisfacción de haber jodido al estado, a los gobiernos, a los burócratas que tan eficientemente logran siempre joderlo a uno.
Pues bien, y aquí vamos al meollo del anuncio, estoy buscando a alguien que quiera casarse conmigo para resolver mi problema existencial. ¿Hay alguien interesad@? Puedes ser hombre o mujer; en principio, de cualquier zona de España, pero si fueras de Cataluña, mejor. Debo estar llegando a España, como turista, legal, entre febrero y marzo 2007. Algunos datos que a las personas, en general, suele interesar: tengo 48 años; saludable; profesional, ya lo he dicho; gay sin plumas; no tengo hijos; haríamos capitulaciones matrimoniales: lo tuyo siempre será lo tuyo, lo mío, mío. Sin complicaciones. Ya he contado sucintamente mi historia y sabes qué es lo que necesito. Claro, si necesitases más información, hacer preguntas, etc. puedes contactarme por el correo josemacato33@hotmail.com
Lo que pido es, básicamente, solidaridad.