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Envejecer bien Jordi Petit, autor de « 25 años más » (Icaria Editorial)
La encomiable iniciativa de la Fundación Arena para crear una residencia abierta a gente mayor homosexual sin recursos, indica la existencia de un problema prácticamente invisible. Estamos lejos de la plena integración social de gays y lesbianas, incluidos los geriátricos. El problema fundamental en la mayoría de estos centros estriba en la desaparición de la privacidad y en la dificultad de expresarse abiertamente como homosexual, transexual o seropositivo. Por otra parte la familia no siempre puede asumir el cuidado de los mayores y éstos han de poder optar sobre su futuro. Los derechos de la tercera edad deben plantearse ya como deberes del estado. La asistencia domiciliaria y las residencias compuestas de micro-apartamentos, según el modelo nórdico, son la solución idónea. Para cualquier persona nada hay mejor que envejecer en casa o al menos mudarse con un margen de intimidad y servicios asegurados. En un estupendo artículo publicado por Xavier Tort en la revista Zero, titulado « ¿Hay vida más allá de los 60? », el autor cifra en 270.000 los homosexuales mayores en España, mayoritariamente sin una red familiar en su entorno, donde problamente unos 60.000 puedan estar afectados por el vih/sida. Como el resto de ancianos un 11% de este colectivo sufrirá tres o más discapacidades hasta llegar a algún tipo de dependencia en el 60% de los casos en mayores de 80 años. Envejecer bien significa que la Administración asuma la diversidad de la tercera edad y desarrolle fórmulas asistenciales válidas para todo el mundo.
La encomiable iniciativa de la Fundación Arena para crear una residencia abierta a gente mayor homosexual sin recursos, indica la existencia de un problema prácticamente invisible. Estamos lejos de la plena integración social de gays y lesbianas, incluidos los geriátricos. El problema fundamental en la mayoría de estos centros estriba en la desaparición de la privacidad y en la dificultad de expresarse abiertamente como homosexual, transexual o seropositivo. Por otra parte la familia no siempre puede asumir el cuidado de los mayores y éstos han de poder optar sobre su futuro. Los derechos de la tercera edad deben plantearse ya como deberes del estado. La asistencia domiciliaria y las residencias compuestas de micro-apartamentos, según el modelo nórdico, son la solución idónea. Para cualquier persona nada hay mejor que envejecer en casa o al menos mudarse con un margen de intimidad y servicios asegurados. En un estupendo artículo publicado por Xavier Tort en la revista Zero, titulado « ¿Hay vida más allá de los 60? », el autor cifra en 270.000 los homosexuales mayores en España, mayoritariamente sin una red familiar en su entorno, donde problamente unos 60.000 puedan estar afectados por el vih/sida. Como el resto de ancianos un 11% de este colectivo sufrirá tres o más discapacidades hasta llegar a algún tipo de dependencia en el 60% de los casos en mayores de 80 años. Envejecer bien significa que la Administración asuma la diversidad de la tercera edad y desarrolle fórmulas asistenciales válidas para todo el mundo.
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