El Col·lectiu Lambda denuncia el olvido
que sufren los mayores gays, lesbianas
y transexuales
Lambda recuerda que los mayores gays, lesbianas
y transexuales se encuentran en una situación
de desprotección absoluta ante unas
instituciones marcadas por la homofobia.
En España los mayores de 65 años representan el
16.75 de la población, esto quiere decir casi 700.000
gays o lesbianas mayores de 65 años.
El hecho de que ninguno de estos ancianos con sus
específicos problemas ligados a la orientación
sexualhayan saltado a la prensa, no quiere decir que
no tengan problemas, sino que éstos son invisibles.
Cuando se habla de ancianos que viven solos y que
no quieren ir a residencias, que mueren solos,
¿cuántas veces se trata de gays o lesbianas que
prefieren morir en soledad antes que acudir a un
lugaren donde van a ser humillados y vejados?
En las residencias de ancianos no se contempla,
bajo ningún punto de vista, la posibilidad de que un
anciano pueda ser gay.
Los médicos, personal administrativo, residentes, psicólogos, trabajadores sociales, etc. no han recibido la más mínima formación acerca de que esta posibilidad existe y de que estos ancianos tienen necesidades especiales, además de sus derechos.
Los problemas que los ancianos gays, lesbianas y transexuales pueden encontrarse en una residencia o en los servicios sociales son tan graves que prefieren morir solos en sus casas o pasar sus últimos años en muy malas condiciones.
¿Cuántas residencias están preparadas para recibir a una pareja de hecho formada por dos personas del mismo sexo?
¿Cuántos trabajadores sociales están preparados para recibir o acudir al hogar de un anciano/a que sea manifiestamente gay o lesbiana?
Muchas de las residencias para ancianos sin recursos pertenecen a la Iglesia. ¿Cómo van a acudir los ancianos gays o lesbianas en su vejez a residencias de una institución que nos ha perseguido y discriminado?La discriminación legal nos hace más vulnerables en la vejez: La situación de discriminación en la que gays, lesbianas y transexuales vivimos nos hace más vulnerables económicamente en la vejez. Es decir, es más probable que un anciano pobre sea gay o lesbiana a que sea heterosexual. No tenemos derecho a pensión por parte de cónyuge, ni los mismos derechos fiscales, hereditarios, seguros…muchos gays no tienen hijos. Los gays, lesbianas y transexuales tienen problemas de salud específicos que el personal de las residencias no sabe tratar. Necesitan conocer la orientación sexual para poder afrontar los problemas médicamente, pero el miedo a la discriminación hará que los ancianos guarden silencio ante los médicos y personal sanitario en general.
Los estudios demuestran que el personal sanitario no piensa nunca que las personas ancianas que llegan a sus consultas o a las residencias puedan ser gays o lesbianas. Hay y va a haber más ancianos con VIH SIDA. El mito que vincula el VIH a las personas jóvenes es eso, un mito. Las personas afectadas de VIH cada vez viven más y pueden llegar a ancianos. Los ancianos VIH y gays se sentirán más vulnerables ante los médicos y con más miedos.
La situación de las personas transexuales es dramática. No hace falta dar explicaciones de cómo será cuando el personal se enfrente a una persona transexual, por ejemplo, no operada.
Los problemas de salud mental de las personas gays, lesbianas y transexuales ancianos no podrán afrontarse si los pacientes no son sinceros con los médicos. Pero en la vejez, cuando son tan vulnerables, ¿cómo van estas personas a exponerse sin garantías a las discriminaciones? Estrategias para llevar a cabo una política inclusiva con los ancianos GLBT y para que las asociaciones recojan y trabajen en sus reivindicaciones:
Trabajar en recopilar datos e información sobre estas personas. Sobre sus necesidades y sobre sus vidas reales. Presionar para que los censos, las estadísticas etc. incorporen cuestiones acerca de la orientación sexual o la identidad de género. Esto es muy discutido incluso entre algunos activistas que opinan que recoger esos datos es discriminatorio además de poco realista ya que un número mínimo de personas GLBT van a proporcionar esos datos. Mientras que dichos datos gocen de la protección y las garantías debidas, no hay motivo para pensar que son más secretos o personales que otras muchas variables privadas que los estudios recogen. Como siempre, la visibilidad es un arma a nuestro favor.
Fomentar los estudios sobre la realidad de los ancianos GLBT en las residencias, privadas y públicas. Hacer preguntas y exigir a las administraciones competentes políticas concretas antidiscriminatorias. Todos los servicios, públicos y privados, orientados a la tercera edad, tienen que incluir la posibilidad de que un porcentaje de sus clientes sean personas GLBT.
Exigir de las administraciones competentes que la aconfesionalidad del estado funcione también para los ancianos desprotegidos. No es de recibo que los ancianos sin recursos no tengan la posibilidad de escoger cuando la opción es acabar viviendo en una residencia dependiente de la iglesia. Este no es un tema baladí desde el momento en el que la iglesia católica es una de las instituciones más homófobas que existen. Obligar a una persona GLBT, sola y sin recursos, a vivir bajo el cuidado de personas vinculadas a la iglesia puede ser una tortura que exige nuestra denuncia más contundente.
Ofrecer en las escuelas de formación de personal sanitario que se encarga de la tercera edad cursillos acerca de los ancianos GLBT. Pedir que se incluya el tema de la orientación sexual en la formación de estas personas.
Trabajar este tema para que crezca la conciencia de las personas GLBT acerca de las discriminaciones a las que se enfrentan estas personas cuando llegan a la vejez. Organizar jornadas, congresos. Aprovechar las jornadas o los congresos generales sobre la Tercera Edad y el envejecimiento de la población para que se incluyan temas relacionados con la orientación sexual y la identidad de género.
Las personas que trabajan con VIH deben recibir formación específica para tratar con ancianos y con sus necesidades y las personas que trabajan con ancianos deben recibir formación específica en asuntos relacionados con el VIH.
Las administraciones deben subvencionar los programas específicos para ancianos que presenten las asociaciones.
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