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Laura Vilar Masque, mujer trans de 67 años, en la residencia Gent Gran Gracia. / ZOWY VOETEN
La Generalitat impulsa un protocolo pionero en Europa para evitar la vuelta al armario de las personas mayores
Habían vivido juntas toda la vida. Se querían y eran pareja. Una de ellas enfermó de alzhéimer y su mujer decidió ingresarla en una residencia porque ya no podía cuidarla. Jamás dijeron que eran lesbianas, tenían miedo al rechazo. Cuando la mujer iba a visitarla al geriátrico hizo lo que había hecho toda la vida: decir que eran amigas. Cuando la anciana murió, no avisaron a la supuesta amiga.
"Un día la llamaron para que fuera a buscar la silla de ruedas de la difunta. Ya estaba enterrada", explica Alex San Rafael, coordinador de la fundació Enllaç, especializada en atender las personas LGTBI en la vejez. "No falló nadie y fallaron todos: el entorno no hizo posible que ellas se sintieran cómodas para explicarlo", insiste San Rafael. Como este caso, centenares de personas LGTBI sufren estigma y discriminación a la hora de entrar en un geriátrico, centro de día o hospital sociosanitario. Para evitarlo, la Generalitat ha presentado este jueves la primera guía para incorporar la perspectiva LGTBI en estos centros para la tercera edad. Un protocolo pionero en toda Europa.
Hace 50 años que Laura Vilar se atrevió ponerse falta y vestido. "Siempre supe que era una mujer, a pesar de haber nacido hombre", cuenta. Está a punto de cumplir los 68. Y le da pavor ir a una residencia. "Me da miedo porque hay mucha gente que no nos comprende. Si te quieren herir, humillar... lo harán", augura. "A veces lo pienso, ¿y si no me puedo valer por mí misma y me tienen que cuidar?". Conoce casos de matrimonios 'trans' a quienes separaron de habitación cuando entraron en un geriátrico. "Esto es muy cruel", dice. "Y cuando eres mayor, frágil, débil... la gente calla, claudica, les cuesta más plantar cara y denunciar", añade. Pide que los trabajadores de estos centros sean estrictos y acompañen a las personas del colectivo LGTBI en todo momento.
Distintivo LGTBI
Laura ha sido una de las personas que ha asistido, en la residencia Gent Gran de Gràcia (Barcelona), a la presentación del nuevo protocolo de la Generalitat para atajar este problema. "Mi amigo tiene a su madre en esta residencia. Él es homosexual y nos preocupa mucho este tema", dice Laura. "No es justo que la generación de personas mayores que han tenido que luchar por los derechos del colectivo LGTBI tengan que pasar sus últimos años en un centro residencial obligados a volver al armario después de romper todos los techos y prejuicios", ha manifestado la 'consellera' d'Igualtat i Feminismes, Tania Verge.
El texto prevé formaciones a los profesionales de los geriátricos, centros de día y hospitales sociosanitarios en relación a los derechos LGTBI y las formas de denunciar la discriminación. También incluye que la diversidad de género y sexo se trabaje en las residencias, especialmente ante la llegada de los nuevos pacientes a través de un agente de igualdad: ya sea para que los que son del colectivo se sientan cómodos para expresarlo, como para conocer la homofobia interiorizada y normalizada del resto, para evitar encontronazos.
El texto también dice que las personas 'trans' deben ser tratadas según su nombre sentido, que las parejas homosexuales tienen derecho a compartir habitación para tener más intimidad y que no se las debe juntar con los homófobos reconocidos del centro. La 'consellera' ha explicado, además, que están trabajando para que las residencias que asuman este protocolo, que no es de obligado cumplimiento, cuenten con un distintivo especial.
Miedo, insultos y desprecio
"Esto es muy útil. Hablamos de una generación que siempre ha buscado señales para moverse en todos los ámbitos de su vida", aprecia Josep Maria Mesquida, presidente de la fundació Enllaç. La entidad conoce una retahíla de casos que demuestran la necesidad de trabajar en este ámbito. "A una persona le hacían comer con un grupo de residentes que le proferían insultos y chistes homófobos, hay personas 'trans' a quienes las llaman por el nombre de su nacimiento en vez del que ellos sienten o personas que necesitaban medicación por el VIH y cuando los otros residentes se enteraron les discriminaban por ello", cuenta Mesquida.
"Las personas LGTBI tienen miedo de ir a estos centros porque temen pasar a convivir con personas muy homófobas, y vuelven a revivir lo que les pasaba cuando eran jóvenes... y vuelven al armario", sigue Mesquida.
"Hoy es un día histórico", clamaba el presidente del casal Lambda, Jordi Samsó. En la elaboración de este protocolo han participado varias entidades y activistas. Entre ellas, Jordi Monné, miembro del Consell Nacional de la Gent Gran y del Consell de les persones LTGBI de Catalunya. "Creo que este documento es único en Europa: buscamos referencias internacionales y, para los geriátricos, no encontramos ninguna. Es la primera vez que se hace algo así", ha explicado. "A día de hoy se presupone que todos los residentes son heterosexuales, y no es así. Son personas que sufrieron la represión franquista, que consiguieron derechos para el colectivo... no puede ser que en la vejez tengan que volver al armario", ha añadido. Medida voluntaria
Otra de sus redactoras es Paulina Blanco, activista histórica del colectivo. "Esto que está pasando no se puede aguantar. Tengo amigas que están en apartamentos con servicios comunitarios y no pueden decir que son lesbianas por miedo a lo que les hará el resto del grupo", explica. "No se puede consentir, es muy injusto. Hemos sufrido el rechazo de la sociedad desde muchos años y ahora tener que volver al armario... Tenemos derecho a vivir en libertad. ¡Se me ponen los pelos de punta! Tenemos todo el derecho de ir a la residencia y a que nos cuiden con la libertad de ser quien queremos ser", exclama la activista, que a su vez puntualiza: "Lo que no me gusta de este protocolo es que sea voluntario: mis derechos no pueden depender de la sensibilidad o voluntad de un equipo directivo".
Fuente: https://www.elperiodico.com/es/socie...lunya-83067465