InformaRN, 03-06-02
En Holanda es habitual que los ancianos se trasladen a vivir a residencias para la tercera edad. Los holandeses son personas que valoran su independencia y no desean convertirse en una carga para sus hijos o familiares. Por su parte, el gobierno cubre los gastos de los ciudadanos con bajo poder adquisitivo. A los ancianos se les retiene su pensión y se les asigna mensualmente una determinada cantidad de dinero, que les permite cierta independencia económica. Aquellos que disponen de ahorros deben costearse, en parte, su estancia en el centro.
Las residencias cuentan con médicos de cabecera, enfermeras, personal geriátrico diplomado, cuidadores y todo un ejército de voluntarios que acompaña a los ancianos a sus consultas médicas fuera del centro, o simplemente a dar un paseo por la ciudad.
En Holanda las residencias de ancianos procuran que sus habitantes, además de sentirse como en su propia casa, convivan con personas afines a su manera de pensar, su religión o su origen. Durante mucho tiempo, no se consideró que los homosexuales necesitaran también de un lugar propio donde hacerse viejos. Los ancianos homosexuales se sienten especialmente solos en las residencias mixtas. En éstas los habitantes tienen temas de conversación como sus hijos o nietos, mientras que la mayor parte de los homosexuales no formó una familia.
A mediados de los años 90, se creía que en Holanda la homosexualidad había sido aceptada en todos los ámbitos. Sin embargo, una encuesta realizada por la organización que vela por los derechos de los homosexuales, COC, sobre de la necesidad de crear residencias de ancianos solamente para homosexuales, puso de manifiesto que el tema seguía siendo delicado.
Para sorpresa de los encargados de la investigación, numerosos directores de este tipo de instituciones negaban el tema: su respuesta solía ser "aquí la homosexualidad no existe". El primer cambio notable se produjo en 1998, con la construcción de una residencia para ancianos homosexuales. Desde entonces otros ayuntamientos se han interesado en introducir medidas para que los ancianos homosexuales se encuentren en su ambiente.
La residencia de ancianos L.A. Rieshuis, ha construido al lado de su edificio principal, un complejo de siete viviendas adosadas, exclusivamente para homosexuales. En principio, los habitantes hacen una vida totalmente independiente, y solamente en caso de enfermedad o de necesidad de asistencia médica piden ayuda al centro. El contacto entre los habitantes heterosexuales y los homosexuales se desarrolla sin problemas, aun cuando todavía les resulte difícil hablar con el resto de la comunidad sobre su vida privada o su sexualidad. Según algunos ancianos homosexuales, el hecho de vivir apartados del resto de los habitantes entraña también el riesgo de aislarse, pero añaden que hasta que la homosexualidad no sea comprendida y aceptada como un hecho, esta solución sigue siendo la más aceptable.
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