Charles Laughton
Charles Laughton, abrumado por la culpabilidad que le provocaban sus deseos sexuales
Su imagen. Se le consideró el mejor actor del mundo con un don sobrenatural para los acentos y, gracias a su físico, accedía a papeles que los galanes no podían ni imaginar: villanos, emperadores, monstruos, reyes y vagabundos. Laughton los hacía a todos humanos, cálidos y reconocibles. Años después, mucha gente todavía se acuerda de él cuando piensa en Enrique VIII, Quasimodo o Nerón.
Su secreto. Su mujer Elsa Lanchester (cuyo papel más emblemático es La novia de Frankenstein) abrió la puerta un día y se encontró con un policía acompañado de un chapero que le exigía más dinero a Laughton “por los servicios prestados”. Así fue como Lanchester se enteró de la homosexualidad de su marido, la cual no había sospechado (a pesar de no mantener nunca relaciones) porque tal y como ella misma explicó en su biografía “tened en cuenta que era muy buen actor”. El matrimonio siguió casado, unido por su amistad y por aficiones comunes como salir a recoger flores.
¿Salió del armario? Laughton se pasó la vida abrumado por la culpabilidad que le provocaban sus deseos sexuales, así que fue incapaz de entablar relaciones sentimentales con otros hombres y prefería rodearse de prostitutos jóvenes. El actor sentía que nadie podría desearlo porque, según él mismo bromeaba, tenía “la cara como el culo de un paquidermo”. No ayudaba que sus compañeros de trabajo lo humillasen por su condición sexual: durante los ensayos de una obra de teatro, Henry Fonda le gritó: “¿Y qué sabrás tú de ser un hombre, gordo maricón?”; en el rodaje de Motín a bordo, Clark Gable se mostró irritado con sus ademanes afeminados y el director le pidió que fuese más viril (Laughton respondió: “Eso es construcción de personaje, por lo cual cobro extra”). En 1960, el actor y su esposa se mudaron a una casa en Santa Monica junto a la del escritor Christopher Isherwood y su novio para trabajar en una obra sobre Sócrates. Como Laughton, Sócrates había sido un hombre acomplejado por su físico cuya vida había girado en torno a la búsqueda de belleza. Aquella amistad con Isherwood y su pareja animó a Laughton a reconciliarse con su condición sexual e incluso llegó a vivir algunos romances sin culpabilidad. Murió dos años después.
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William Haines en el papel de Bill Whipple en la película 'Speedway' (1929). Foto: Getty
William Haines vivió fuera del armario sin avergonzarse ni disculparse
Su imagen pública. El productor Irving G. Thalberg lo describió como el arquetipo del nuevo hombre americano: “Un vendedor moderno que cuando quiere algo va a por ello”. Las comedias El sargento Malacara o La estudiante colocaron a Haines entre las diez estrellas más taquilleras de 1926, una distinción que mantuvo durante los cinco años siguientes (llegando al número 1 en 1929) haciendo una transición exitosa hacia el cine sonoro porque en pantalla su ritmo para la réplica sarcástica tenía la misma precisión que el propio actor en la vida real. Cuando un periodista le indicó que tendía a ladear los labios en sus diálogos, Haines respondió “pues nunca he recibido ninguna queja”.
Su secreto. William Haines era, efectivamente, un tipo que cuando quería algo iba a por ello. Y eso incluyó a Clark Gable, Ramón Novarro y Norma Shearer (según él contaría, “la única mujer que ha logrado levantármela”). En 1926, justo cuando empezó su racha de éxitos, Haines conoció a un chaval llamado Jimmy Shields y se lo llevó a vivir con él. La industria estaba en pleno pánico al escándalo en 1931 cuando Haines fue arrestado durante un escarceo sexual con un marinero. El presidente de la Metro Louis B. Mayer le obligó a casarse con Joan Crawford. Haines se negó (“ya estoy casado”, le aclaró, refiriéndose a Shields, “estoy dispuesto a renunciar a Jimmy si tú te divorcias de tu mujer”) y además le indicó que no pensaba firmar la cláusula de moralidad. Cuando se inauguró el primer bar gay de Los Ángeles no-clandestino, Haines acudió con Shields de la mano y vestidos de esmoquin. Así que en 1933, cuatro años después de ser las estrella más taquillera de Hollywood, la Metro rescindió su contrato y Haines se retiró de la actuación para siempre con 33 años.
¿Salió del armario? Nunca estuvo dentro, en realidad. Convivía con Jimmy Shields sin avergonzarse ni disculparse. Y junto a él abrió un negocio de decoración de interiores que, gracias a sus contactos en Hollywood, lo convirtieron en el interiorista más importante de California. Haines llenó de luz las oscuras mansiones de las estrellas de Hollywood con antigüedades orientales, papeles de pared con estampados de paisajes europeos y estatuas grecolatinas. Así nació el estilo Hollywood Regency que inundaría las revistas de cine durante décadas: butacones de terciopelo, cortinas pesadas, lámparas de araña, marcos de satén, cerámicas chinas y mobiliario inglés reemplazaron a los horteras estampados de leopardo. Puede que Hollywood le diese la espalda, pero Haines prefirió no vengarse y redibujar Hollywood tal y como él se lo imaginaba: como un lugar hermoso donde ser feliz. Y esa es la imagen de Hollywood que los mitómanos tuvieron durante décadas. “Es un sentimiento muy agradable estar alejado de las películas pero seguir siendo parte de ellas porque todos mis amigos siguen ahí. Puedo ver la parte bonita del cine sin tener que ver la parte fea de los estudios”, celebraba Haines. Entre sus clientes estuvieron su gran amor platónico Joan Crawford, Gloria Swanson, Carole Lombard o Ronald y Nancy Reagan. Cuando en los 80 los Reagan llevaron el glamour de Hollywood a la Casa blanca encargaron la redecoración de sus estancias a Ted Graber, un discípulo de Haines, para que cumpliese el sueño de su mentor. Haines había muerto en 1973 sin poner aquel broche de oro a su carrera. Semanas después Jimmy Shields se suicidó. Joan Crawford definiría sus 47 años de relación como “el matrimonio más feliz y el más exitoso de todo Hollywood”.
Ver parte I:
I.Chantaje,culpabilidad y crueles tratamientos:así era ser gay o lesbiana en el Hollywood dorado: Rock Hudson,Cary Grant
ver parte 2:
II.Chantaje, culpabilidad: :así era ser gay o lesbiana en el Hollywood dorado:Marlene Dietrich,Rodolfo Valentino
Ver parte 3:
III.Chantaje, culpabilidad: :así era ser gay o lesbiana en el Hollywood dorado: Montgomery Clift y Tab Hunter
Ver parte IV:
IV. Chantaje, culpabilidad: :así era ser gay o lesbiana en el Hollywood dorado:Anthony Perkins y Janet Gaynor
Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/05/22/icon/1590143843_555493.html?fbclid=IwAR1cihOWOszJo0q_TF HewjKfpKTrZZoShheZrSyUOUMV1nbDYdlRa8qoyPo
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