ROCIO SANCHEZ RODRIGUEZ
Cuando fue a inscribir a su hijo recién nacido en el registro civil, tuvo que tachar en los papeles oficiales el apartado 'Nombre del padre' para sustituirlo por 'madre'. Fue un gesto reivindicativo para evidenciar que no se sentía identificada con las opciones que le daba aquel documento. "Con lo cómodo que sería poner 'Progenitor A' y 'Progenitor B', como ya aparece en otros sitios".
La 'anécdota' la cuenta Lucía Rivera González, una vecina de Badajoz de 39 años que hace cinco meses tuvo un niño con su mujer, María José Gómez Vera, de 35. Ambas son un ejemplo de las más de cien parejas de lesbianas extremeñas que han formado una familia a través del Centro regional de Reproducción Asistida, un organismo dependiente del SES que se puso en marcha en 2005. Estos casos representan un 4% del total de atenciones.
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En 2013, la ley nacional eliminó de la cartera de servicios básicos a las parejas de mujeres y las madres solteras, pero en Extremadura este derecho adquirido se siguió manteniendo por parte de la sanidad pública.
ESTABILIDAD "Como le pasa a cualquiera, llega un momento de la vida en que tienes estabilidad y te planteas ser madre", resume María José para empezar a contar su historia. Iniciar el proceso para entrar en el programa de reproducción asistida es, a priori, sencillo. "Acudimos al médico de cabecera para que nos derivara directamente al centro y en tres meses nos llamaron para la primera consulta. Depende de con qué médico des, puedes tener más o menos suerte", añade.
El paso más importante, apunta Lucía, es decidir quién de las dos iba a tener el papel de madre gestante. "Quería ser yo porque soy mayor y como se suele decir se me pasa el arroz. Pero lo cierto es que tengo problemas de espalda, una hernia discal, y además soy quien aporta la estabilidad en el empleo (trabaja en una tienda de fotografía). Analizamos la situación y acordamos que fuera María José".
Lucía no puede evitar cierto pellizco en el estómago cuando explica cómo se tomó la decisión: "Soy realista y me hubiera encantado sentir esa barriguita, esas pataditas... Tenía un gran deseo de ser madre, que ya he cumplido, pero también de vivir ese añadido de estar embaraza y parir, quizá por esa mochila que llevamos como mujeres de tener que gestar... Pero no porque Asier (así se llama el pequeño) fuera sangre de mi sangre, sino por experimentar el proceso".
En esa lucha interna, asegura que le ayudaron mucho las palabras de uno de los médicos que las atendió, "me dijo que la genética sólo representa un 3%", y sobre todo, el apoyo incondicional de su padre, de 63 años. "Yo tenía cierto temor a su rechazo porque él es un de pueblo pequeño (Jerez de los Caballeros, aunque Lucía nació en el País Vasco) y no quería que le hicieran ningún comentario de que no iba a ser su nieto porque no lo había gestado yo.
Pero muchas veces creemos que nuestros padres no nos van a entender y luego nos sorprenden. Me dijo: 'Pero a ver, si la mujer de mi hija va a tener un hijo, entonces es mi nieto, ¿no?'. Así de simple lo vio. Y eso me ayudó mucho a cambiar el chip de 'sangre de mi sangre' ", recuerda. "En realidad fue él quien influyó en ella para que cediese y fuera yo la que gestara", apunta María José, cuya familia es de Villanueva de la Serena.
Desde el inicio fueron registradas en el centro de reproducción asistida como pareja de hecho: "Te hacen una serie de preguntas para rellenar datos estadísticos y nosotras dijimos que éramos pareja pero que íbamos a contraer matrimonio ese mismo año". Una instantánea del día de la boda, ambas vestidas de blanco, cuelga de la pared del salón de su casa.
Desde esa primera cita hasta que María José se quedó embarazada pasaron casi dos años y cuatro intentos. Fue al quinto cuando el proceso cuajó. "La Seguridad Social cubre seis, de manera que sientes cierta presión cuando ves que las oportunidades se agotan", expresa Lucía.
Lo que no abona la sanidad pública en los procesos de reproducción asistida en el esperma.
"Eso lo tienes que pagar tú y el coste ronda los 300 euros de media por cada intento, dependiendo de la comunidad autónoma donde lo adquieras. Galicia es la más económica, unos 250 euros, y Cataluña la más cara, mas de 400 euros. Te recomiendan que lo compres en aquellas donde sabes o crees que no tienes ningún vínculo familiar o algún pariente que sea posible perfil de donante, como un primo estudiante, por ejemplo", explica. Y añade que, según su experiencia, se suele buscar un donante que tenga rasgos parecidos a la madre no gestante: "Por eso te preguntan el color de pelo, de piel, de ojos... Y el grupo sanguíneo, que al fin y al cabo es lo más importante".
"Se hace así --continúa-- porque se supone que ayuda a la inclusión social del menor y para no añadir más problemas. Aunque lo cierto es que los niños parten de la ignorancia y para ellos todo es normal según tú se lo expliques".
Ambas brillan con la maternidad, pero no pueden evitar, a veces, el sentimiento de 'estar expuestas'. "Somos muy liberales y todo está muy bien visto hasta que te toca. Y, por ejemplo, si tu jefe es homófobo, pues tienes un problema", expresa Lucía. Ella asegura que jamás ha tenido un conflicto pero que siempre existe cierto temor y que conoce otros casos en que sí ha habido complicaciones: "¿Y qué haces? ¿Lo escondes?".
"A mí me ha pasado --prosigue-- que algún cliente me ha preguntado que si no tengo hijos. Le he dicho que sí, que uno de dos meses (en ese momento) y me han comentado: ¡Anda, y ya te has incorporado! Y yo he contestado: Es que lo ha gestado mi mujer. Pero claro, esa respuesta no se la puedes dar a todos porque hay gente que a lo mejor no lo entiende".
Lucía sólo tuvo la 'baja paternal' de 15 días. Es María José, que actualmente no tiene empleo, quien cuida por la mañanas de Asier --es el primer nieto de la familia-- con la ayuda de su madre.
"También nos pasa a veces que cuando vamos por la calle piensan que somos hermanas y que una es la madre y la otra la tita. Si lo explicamos, la primera pregunta es que quién lo ha gestado".
"Y si nos dicen algo del referente paterno --apostilla María José--, algo que no nos ha pasado, la verdad, lo tengo claro: soy hija única y mi madre se quedó viuda cuando yo tenía dos añitos. Mis referentes fueron mis tíos y mi abuelo. Una familia es un grupo de personas. Un grupo que se quiere y que tú vas eligiendo, porque también se forma con los amigos".
CRITICAS AL SISTEMA Una de las principales quejas que este matrimonio lanza al sistema es que la sanidad pública sólo cubre el primer niño. Ocurre en parejas homosexuales, heterosexuales y en madres solteras. "Dicen siempre que tenemos una población envejecida y un índice de natalidad bajo y después ponen estas trabas". El coste de acudir a la privada ronda los 1.500 euros por intento, "porque no es sólo la inseminación, hay que añadir la medicación". No obstante, se plantean hacerlo en un futuro siendo María José de nuevo la gestante.
En el libro de familia de Asier se puede leer que el pequeño tiene dos madres. Su primer apellido es de Lucía y el segundo de María José. Las dos irradian paz cuando miran a su pequeño de cinco meses, pero saben que aún queda muchos muros que tirar y se quejan de que se ponga el foco en ellas cuando "no existen familias perfectas". "¿Yo por qué tengo que hacer una entrevista para decir que mi familia es normal?", resume Lucía.
Las dos son voluntarias de la Fundación Triángulo y comparten experiencias con otras parejas de mujeres que también han sido madres. "Para que, más adelante, Asier vea que su familia no es única", apostilla María José.
Fuente: elperiodicoextremadura.com