Noemí Casquet 1 JUL 2018 - 10:06 CEST
Uñas extremadamente largas, poca variedad dentro del aspecto físico, azotes, tortazos e introducción de elementos fálicos gigantes en un acto un tanto circense. Así es habitualmente la representación en pantalla del porno lésbico. Las lesbianas forman parte de una de las fantasías sexuales heteronormativas más populares en nuestra sociedad: dos mujeres juntas 'esperando' un falo.
¿Representa la pornografía lésbica el sexo real entre lesbianas? “No veo porno justamente por eso. No considero que el porno lésbico esté hecho para satisfacer las necesidades sexuales de las lesbianas. Una vez más, este material expresa a la mujer como objeto al servicio de las fantasías sexuales heterosexuales”, dice a Verne Beli Klein, fotógrafa y diseñadora gráfica. “Hoy por hoy tan solo me he encontrado una productora porno que haga escenas lésbicas con las que me siento identificada: Four Chambers”, recomienda Sam, periodista de la revista MagLes, un medio enfocado al colectivo lésbico.
"Para empezar, creo que debería dejarse claro que no es necesario el uso obligatorio de juguetería erótica. En el sexo entre mujeres no siempre se usa, ni es tan 'cerdo' como se muestra", asegura Irene, quien trabaja como administradora en una empresa de transporte.
Más allá de la pornografía, el cine convencional sigue perpetuando estereotipos alejados de la realidad. "La vida de Adele es el peor ejemplo de película donde se refleje el colectivo", critica Irene, y continúa: "Si realmente queréis conocer lo que es el mundo os recomiendo series como Sugar Rush o la película Better Than Chocolate".
Para las lesbianas la presencia masculina y heterosexual va más allá de la representación del sexo ficcionado en pantalla. "Rara vez he utilizado juguetes sexuales y me parece bastante absurdo que la mayoría de objetos tengan forma de miembro masculino", dice Beli. "No creo que exista una juguetería erótica exclusiva para las lesbianas. Los juguetes son una herramienta más en el placer de la mujer por lo que al final, las lesbianas tampoco buscamos un juguete concreto sino que usamos 'lo que haya en el mercado'. Triste, ¿no?", se lamenta Irene.
Sam está de acuerdo con el falocentrismo y el coitocentrismo que existe en los juguetes eróticos (y en la vida real). "La considero muy falocéntrica pero es, como decía antes, una cuestión educacional. Si hasta ahora para la mujer todo se centraba en la penetración, no iban a tener otras opciones", afirma.
Marta Molas, responsable de Comunicación de Amantis, comenta que “las fundas para los dedos es un producto que suele tener mucho éxito, ya que gracias a las estrías que tienen aumenta el placer. Pueden ser con o sin vibración”. Marta no está de acuerdo que la gran mayoría de juguetes tengan forma de falo. “Los juguetes huyen de esa forma. Cada vez hay menos dildos realísticos. Pueden tener la forma de un falo pero con diferencias como el color, la textura, etc. La oferta y la tendencia cada vez se aleja más del pene”, finaliza.
Más allá del aspecto físico, el sexo entre mujeres también se ha asociado a un imaginario y a una fantasía puramente heteronormativa. "Cuando se tiene una relación sexual con otra mujer las dos partes saben qué hacer, incluso si es la primera vez. También hay que tener en cuenta que el sexo heterosexual, por desgracia y en la mayoría de los casos, se basa en complacer al hombre por lo que muchas mujeres no son capaces de llegar al orgasmo", afirma Irene.
"Por norma a los hombres se les enseña que con eso que tienen en las piernas se penetra, obtienen placer y hacen disfrutar. Nosotras crecemos un poco en la sombra de la sexualidad. Esto nos obliga a explorarnos. Cuando tienes tu primera relación lésbica no tienes ni idea de por dónde te da el aire, por lo tanto, no te queda otra que experimentar. El recorrido sexual en las mujeres lesbianas es mucho más intuitivo. Cuando nadie te ha inculcado nada acabas haciendo lo que más te gusta porque has probado de todo hasta llegar hasta ahí", afirma Sam.
Fuente: https://verne.elpais.com/verne/2018/...05_594201.html