viernes, 18 de mayo de 2007
XEGA PRESENTA UN ESTUDIO SOBRE LA HOMOFOBIA EN EL SISTEMA EDUCATIVO.
Los insultos a los alumnos gays son una constante en la escuela
Un informe alerta sobre el temor de estos estudiantes a ser agredidos.El 80% afirma que el colegio no es un lugar idóneo para ´salir del armario´.
19/05/2007 PABLO ZARIQUIEGUI
En mi anterior colegio, las seis horas era una constante batalla de blasfemias contra mí. Me dieron una paliza durante las fiestas de la Semana
Grande por el simple hecho se ser gay". "Desgraciadamente voy a un colegio de jesuitas donde la homofobia se respira todos los días. Nuestro tutor, que es cura, suele dedicar horas enteras a alimentar tópicos". "Mi primer año escolar fue lo peor. Siempre que pasaba yo había una fila de gente que decía: Tápate el culo, tápate el culo!". Jaime, Vicente y Mané, autores de estas tres frases, tienen entre 16 y 18 años, viven en San Sebastián, Burgos y Madrid, pero podían hacerlo perfectamente en Asturias. La homofobia en el ámbito escolar está igualmente extendida. Los tres, como la mayoría de los estudiantes gays, lesbianas, bisexuales o transexuales, han sido objeto de insultos e incluso de agresiones en el ámbito escolar. Eso es, al menos, lo que pone en evidencia el informe Adolescencia y sexualidades minoritarias.
Voces desde la exclusión , presentado ayer en Oviedo por Xente Gai Astur (Xega).
El trabajo, dirigido por Jesús Generelo, coordinador de la comisión de educación de Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (Cogam) aborda la homofobia en el sistema educativo. La progresiva normalización de las orientaciones sexuales minoritarias sigue teniendo, a juicio del autor, una asignatura pendiente precisamente en la escuela. El informe recoge, como conclusiones, que todos los estudiantes que participaron en el estudio coinciden plenamente al afirmar que los "insultos son una constante" ya estén dirigidos hacia ellos mismos o hacia otros compañeros homosexuales. Más allá de los ataques puramente verbales, algunos adolescentes han sufrido ya la violencia física por el mero hecho de elegir una orientación sexual minoritaria. De hecho, el informe revela que el miedo a la agresión planea de forma constante sobres sus vidas.
Este temor lleva a muchos de estos chicos a ocultar sus preferencias en materia sexual. Salir del armario, en el caso de los escolares tiene
consecuencias. Hasta un 80% reconocen que la escuela no es lugar más idóneo para reconocerse gay, lesbiana, bisexual o transexual. Así, muchos de ellos se ven obligados a llevar una doble vida, al menos durante un tiempo, que no les resulta satisfactoria. El informe, que recoge las preocupaciones de estos adolescentes, indica que existen pocos espacios donde encontrar a iguales que los comprendan y con los que pueda compartir experiencias. Los lugares destinados a jóvenes no están preparados para aceptar la diversidad afectivo-sexual y los locales de ambiente no están preparados para recibir a adolescentes.
Los autores del estudio exigen poner fin al silencio y a la impunidad
Acabar con el silencio, pero también con la impunidad. Son dos de las recomendaciones que los autores del estudio, coordinado por Jesús Generelo, consideran más relevantes. El informe Adolescencia y sexualidades minoritarias. Voces desde la exclusión afirma que la realidad de los jóvenes homosexuales debe ser conocida por las familias, por sus compañeros y también por ellos mismos. El trabajo reclama también poner fin a la impunidad con la que se utilizan insultos y bromas de contenido homofóbico y trasnfóbico incluso si no van dirigidos a gays.
el dato.
Bolsas de homofobia
Tino Brugos es profesor además de coordinador de Xente Gai Astur (Xega).
Precisamente por eso conoce bien las dificultades de los alumnos homosexuales en las escuelas e institutos. Brugos no cree que la homofobia --odio hacia los gays-- esté en aumento en Asturias. Sí reconoce que existe una "bolsa de homofobia" en el sistema educativo español derivada
de una "construcción de la masculinidad mal entendida". El coordinador de Xega subraya que ese concepto erróneo de masculinidad explica los insultos y las agresiones.