MAURO CABRAL. El cordobés dirige la organización LGBTIQ+ internacional Gate.
Mauro Cabral es uno de los principales activistas intersexuales y trans del mundo. Es cordobés y llegó hasta la ONU para hacer oir los reclamos del colectivo: prohibir las cirugías normalizantes a las personas intersex y exigir el derecho a la verdad.
Mauro Cabral es uno de los principales activistas intersexuales y trans del mundo. Es cordobés, doctor en Historia por la UNC, y vive en Buenos Aires hace nueve años aunque asegura que está más tiempo viajando a Suiza que en Argentina.
Cabral comenzó a militar por los derechos de las personas intersex a mediados de los años ‘90 en Córdoba.
Hoy, con casi 50 años, es director de Gate (Acción Global por la Igualdad Trans, en inglés) y uno de los redactores de los Principios de Yogyakarta sobre la aplicación de la legislación internacional de derechos humanos en relación con la orientación sexual y la identidad de género, que se presentaron en 2007 como ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en Ginebra.
A nivel mundial se estima que una o dos personas de cada 100 nacen con características intersexuales, es decir con características sexuales internas (órganos y/o cromosomas) o externas (genitales) que no encajan con las normas binarias de “femenino o masculino”.
La intersexualidad se remite a una característica meramente biológica que se da desde el desarrollo embrionario aunque muchas se detectan recién en la pubertad. Una persona puede tener vulva y vagina y carecer de útero y ovarios, o puede tener clítoris y un pene poco desarrollado o ambas gónadas (vulvas con testículos o penes con ovarios), Incluso, aunque no sea evidente en los genitales, puede tener características cromosómicas que hacen la diferencia y no encajan con lo preestablecido.
El enorme tabú cultural que rodea al tema se ha comenzado a romper en los últimos años con la fuerza del activismo intersexual cuyo principal objetivo es detener las intervenciones médicas innecesarias y sin consentimiento en la primera infancia a las personas intersex y dar visibilidad a las diversidades corporales de una persona, que van más allá de su identidad de género u orientación sexual.
La medicina actual en general las desconoce y habla de “malformación congénita” en lugar de intersexualidad. Por ello se realizan intervenciones en la primera infancia que pueden traer serias complicaciones de salud en la persona.
De Córdoba al mundo
-¿Cuáles son las principales luchas del activismo intersex?
–Nosotros hacemos el esfuerzo por distinguir la diversidad corporal, que no tiene que ver con la diversidad sexual o de género. Desde Gate trabajamos con la Organización Mundial de la Salud (OMS) para cambiar el modo en el que el sistema médico comprende y maneja la intersexualidad. Avanzar en diagnósticos y prácticas médicas y también a través de vía legislativa. Estamos hablando de intervenciones que no tienen ninguna prescripción médica que las respalde: son cirugías cosméticas en los genitales que no hacen falta para asegurar la salud y calidad de vida de nadie. Y siguen ocurriendo en todos lados. También luchamos por el derecho a la verdad, el derecho a conocer qué fue lo que nos hicieron en la infancia y por qué. Tenemos derechos como pacientes y si hay personas que no logran dar con esa información, puede contactarse con nosotros. Esa información generalmente está en la familia y a veces tienen miedo de hablar, los padres y madres han guardado secretos durante mucho tiempo. Es importante que mamás y papás sepan que el secreto sobre la propia historia provoca más daño que la propia verdad, cualquiera sea esa verdad. Lo que nos pasa a las personas intersex es que nadie quiere escuchar ni saber de qué se trata, que es algo similar a lo que ocurre con otras violaciones a los derechos humanos: cuesta creer que sea cierto. Vivimos la violencias con las instituciones médicas pero con la incredulidad social que hace que la experiencia sea muy dura. Lo principal es que la gente se anime a hablar, que está bien preguntarse qué fue lo que pasó y que si hay personal del sistema médico que quieran cambiar, que es el momento y que hay protocolos e información para hacerlo.
-¿En lo personal te trajo consecuencias haber sido operado?
–Tuve varias cirugías y tengo las paredes abdominales cortadas e insensibilidad en la zona. Me hicieron también una cirugía para reparar eso. Me trajo un dolor crónico. También me realizaron intervenciones porque nací sin vagina y me hicieron una. Como el canal se cerraba realizaban intervenciones para revertirlo y me llevó tiempo recuperarme psicológicamente de eso. En realidad no era necesaria mi intervención, no pasaba nada en mi cuerpo si no me operaban. Me costó mucho encontrar información y un espacio de escucha. En otros casos provocan afecciones como incontinencia urinaria, reducción del tamaño del clítoris y con ello imposibilidad de tener una vida sexual satisfactoria. Todo lleva a afecciones corporales, que se viven con dolor y dejan traumas. La medicina no lo hace por maldad, creen que es lo mejor para evitar la discriminación. Por todo esto le pedimos a la medicina que se ocupe de lo que necesite una respuesta médica pero que deje la apariencia de los genitales para que la propia persona pueda decidir al respecto.
-¿Cuándo comenzó tu activismo?
–Comencé a mediados de la década de 1990 en Córdoba, luego vine a Buenos Aires y ahora desde 2010 dirijo Gate. Fui buscando lugares de escucha, donde lleguen nuestros reclamos y así llegué a Naciones Unidas. Recuerdo que en 2005 hicimos en La Falda el primer encuentro de activistas trans e intersex de América Latina y el Caribe. En ese momento había hoteles y gente que no quería alojarnos, por discriminación, hasta que conseguimos uno que sí. Fue una gran experiencia.
-¿El activismo intersexual comenzó a visibilizarse hace poco?
-Sí. Aunque la carta de Yogyakarta se presenta en 2007 empieza a haber mayor interés desde 2013 y sobre todo en 2015 con la reunión de expertos en Naciones Unidas (ONU). Desde 2012 se hacen encuentros internacionales intersexuales. El segundo fue en Buenos Aires. Ya vamos por el cuarto.
-En Argentina se acaba de presentar un proyecto de ley al respecto. ¿Cuál es la situación en otros países?
-El único país que tiene una ley que prohíbe las cirugías normalizantes es Malta, desde 2013. De aprobarse en Argentina el proyecto elaborado por las organizaciones y presentado por la diputada Gabriela Estévez, sería el segundo país. En varios se está discutiendo: hay dos hospitales de Estados Unidos que decidieron que no van a realizar más este tipo de intervenciones. También hay otros intentos, como uno del Ministerio de Salud de Chile. Este año vamos a publicar un manual con una serie de recomendaciones: la principal es que frente al nacimiento de una persona que tiene un cuerpo que varía del promedio, se respete su derecho a decidir. La diversidad corporal en sí no es una patología.
Contacto: justiciaintersex@gmail.com
Fuente. https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/mauro-cabral-grinspan-activista-intersexual-diversidad-corporal-no-es-una-patologia/?fbclid=IwAR1SfaoepBGRKY4igp3vcQMKyFZj18jRIz2tvHDz JhGXpAew-P67NXxIEVY