Juan Soto nos dejó un relato novelado en el que más allá de la veracidad de lo que cuenta, es un retrato duro y cruel de la España de la postguerra.
La España de Franco era una cárcel, un gesto, una insinuación o un comentario bastaba para ser detenido y encerrado sin tener una sentencia condenatoria.
A los campos de concentración iban desde los presos comunes, a los políticos o los acusados de escándalo público. Estos centros estaban regidos por personajes analfabetos y cargados de odio, beneficiados por la victoria fascista. Los presos no tenían derechos, podían ser utilizados como mano de obra esclava o maltratados sin ningún miramiento. Y si la estancia era horrible, la salida no era mejor pues en esta España cuartelaria no había sitio para personas estigmatizadas por la represión fascista.
Alguien que entraba en prisión señalado como "invertido" se convertía en objeto sexual de reclusos y funcionarios. No podía denunciar el abuso, pues acababa en la celda de castigo, no tenían derechos. Muchos acababan adaptándose a la situación a cambio de seguridad o alimentos. Otros optaban por el suicidio.
La autobiografía de Juan Soto nos muestra cómo fueron estos centros y cómo se vivía en ellos. El origen de su mote procede de su internamiento en el horrible Campo de Concentración de Nanclares de Oca. Nada más entrar les formaron: "Los que sean invertidos que den un paso al frente", sabían que si daban un paso al frente lo iban a pasar mal, pero ni no lo daban sería mucho peor. Dio el paso al frente y le pusieron mote, como su última detención fue en Barcelona le tocó "La Catalina", mas adelante lo transformó en Katy. (1)
Juan Soto tenía todos los alicientes para no gustar en este mundo hostil que era la posguerra franquista: familia republicana y comunista, homosexual y ladrón por necesidad. Entre 1937 y 1971 su vida fue una sucesión de robos, detenciones, entradas y salidas de la cárcel, recorriendo toda la geografía carcelaria española.
Con solo 15 años fue violado por un soldado italiano en el cuartel de Haro. Eran tiempos de silencio y no se lo comentó a nadie, no eran años para ser diferente Desde pequeño fue objeto de burla por parte de compañeros de clase, pronto aprovechó para huir de casa e irse a Zaragoza donde aprende a prostituirse para robar las carteras de sus clientes. A inicios de los años 40 llega a Barcelona donde, siguiendo los pasos de otro ilustre canalla Jean Genet, mantiene relaciones sexuales con sus víctimas sin el más mínimo reparo. Un ripio de la época decía: “Me gusta el sitio oscuro//
porque te dan por culo //te ligas a un vejete // y mientras te la mete // tú cuentas los billetes // y cuando acaba el viejo //te limpias el pellejo....
En Barcelona depura su arte de "desplume" de clientes, llegando al chantaje haciéndose pasar por policía. No pudo iniciar ningún proyecto estable al no presentarse para realizar el servicio militar. Cuando finalmente es detenido es enviado al Batallón Disciplinario de Melilla.
Allí cae en gracia y se deja seducir por un capitán apodado "La capitana". Al ser pillados, el capitán lo niega todo y es absuelto, él en cambio es acusado por deshonor militar e injurias. En encerrado en "Rostrogordo" donde ofrece sexo a cambio de "grifa". En este centro es testigo de la brutalidad de los funcionarios de prisiones, ajusticiamientos sin mediar juicio, tiros de gracia aplicando la "ley de fugas", etc.
Tras salir logra un breve período de libertad en que mejora su técnica para desvalijar incautos clientes. Pero vuelve a la cárcel, a las palizas rutinarias, pasa por Ocaña, el Puerto, Carabanchel. Un día un funcionario se le acerca: "Pobrecita, se ha quedado huérfana", su silencioso padre había muerto, fue un duro golpe. Cuenta "El País" (2) que estando recluido en Nanclares de Oca su madre fue a visitarle. Para evitarle el disgusto se cambió el gorro por el de un preso heterosexual. "Mi madre prefería que fuera ladrón a maricón" "Para mi ella era lo mejor de mi vida y no quería darle un disgusto"
Finalmente en 1971 consiguió salir en libertad. Su vida al final pudo cambiar, se instaló en Canarias donde pudo rehacer su vida. (3) En el 2019 falleció en su casa de la isla de Palma.
(1) El látigo y la pluma, Fernando Olmeda
(2) "Mi madre me prefería ladrón a maricón" Eduardo Azumendi, EL PAIS, febrero 2008
(3) Juan Soto Puente, Un hombre llamado Katy