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1. Parte: Tres décadas que alumbraron la liberación homosexual: una visión internacional de Jordi Petit
Datos sobre la segunda generación
La ciudad de Los Ángeles también fue un punto de partida de esta segunda generación. En 1948 ya hubo un fallido grupo de apoyo al candidato Wallace contra Truman para la presidencia de EE.UU.. En 1950 se funda la clandestina “Mattachine Society” a base de grupos de discusión y en 1952 ocurre un hecho de referencia. Dele Jennings, miembro de este grupo, es arrestado por un policía secreta en un parque de encuentro homosexual de Los Ángeles. Se organiza la primera campaña de protesta y el jurado le declararía inocente. En 1953 aparece el primer ejemplar semiclandestino de la revista ”One” que no llegaría a los kioscos hasta 1958. También en 1953 se celebra la primera asamblea pública de homosexuales en una iglesia universalista de esta ciudad y la Mattachine Society reúne ya cien grupos de debate. Es auge de este movimiento atrae al FBI que se infiltra y abre deliberadamente una crisis interna. Estamos en la época MacCarthy.
En Europa las cosas fueron un poco mejor en algunos países como Holanda. Durante la ocupación nazi un comando de homosexuales asaltó y destruyó la sede donde éstos acumulaban datos y ficheros para proceder a las deportaciones, acción que les valió un gran reconocimiento posterior. En 1950 se crea el Comité por la Igualdad Sexual donde participan heterosexuales y homosexuales y cuya tarea es clarificar estos temas ante la sociedad, y en que momento las cuestiones de la anticoncepción y los preservativos. Ya en 1953 reúnen un comité internacional sobre “Homosexualidad y salud pública”. El COC será la organización homosexual de referencia en Holanda, que junto a otras de veteranas como el F1948 en Dinamarca y el RFSL en Suecia, abrirán camino ininterrumpidamente hasta incluso la actualidad.
En Italia la situación no podía ser peor dado el enorme peso del Vaticano en la vida política y social del país. En Portugal la dictadura y la estructura rural del país no permitió el más mínimo atisbo de movimiento homosexual.
España, de los años 50 a los primeros 70
Ni siquiera bajo la Segunda República hay noticia alguna de grupo homosexual organizado como los había coetáneos en Alemania. El peso de la tradición católica y la ausencia de hábitos asociativos y democráticos debieron de impedirlo. El franquismo supuso después la historia de la represión de la homosexualidad hasta la misma transición.
Tras la antigua Ley de Vagos y Maleantes donde en 1954 se incluye a los homosexuales, pasando por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social de 1970, no hay más que redadas y detenciones que justo ahora salen a la luz. Tres libros recientes recorren este oscuro túnel aportando interesantes testimonios y datos: “Redada de violetas” de Arturo Arnalte (Ed. La Esfera de los libros, Madrid 2003), “El látigo y la pluma” de Fernando Olmeda (Ed. Oberón, Madrid 2004) y “Una discriminación universal. La homosexualidad bajo el franquismo y la Transición” Editor Javier Ugarte, (Ed. Egales, Madrid 2008). Todavía no sabemos hoy cuantos homosexuales fueron condenados bajo la Ley de Peligrosidad Social.
Una de las películas más taquilleras de la historia del cine español fue precisamente “No desearás al vecino del quinto” (1970) de Ramón Fernández, donde Alfredo Landa representaba lo más tópico y rancio de la mariquita tradicional. Fueron unos años de callados suicidios, cárcel o emigración forzosa.
Estalla Stonewall y nace la tercera generación
La noche del 27 al 28 de junio de 1969, y tras los funerales de Judy Garland, amada diva de los homosexuales de medio mundo, se produce en Nueva York la revuelta de Stonewall. Los gerentes de los bares de encuentro homosexual, como Stonewall, concentrados al sur de Manhattan, se rebelan contra la extorsión policial, como antes hicieran en San Francisco, ésta responde con redadas que son contestadas por los clientes, especialmente travestís y se abre una batalla campal que duraría dos días y obtendría gran repercusión internacional. Finalmente de nuevo gana la legalidad y la policía deja de hostigar, había nacido el Orgullo Gay y los desfiles conmemorativos de aquella victoria por el derecho de reunión y contra la represión.
De las 50 organizaciones que había en 1969 en EE.UU. pasamos a más de 800 en 1973.
Se crea en EE.UU. el Gay Liberation Front, cuyos textos estudia el clandestino Movimiento Español de Liberación Homosexual (MELH), fundado en Barcelona entre otros, por Armand de Fluvià. Las bases programáticas del Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC) sucesor del MELH en 1975, contienen los siguientes principios: crítica a la ideología dominante de raíz judeo-cristiana en tres aspectos cruciales, el sexismo, el machismo y el heterosexismo, crítica al “ghetto” de bares y locales para homosexuales y llamada a superar la auto-opresión de cada gay y lesbiana. El “Manifest” del FAGC, además, incluyó una análisis althusseriano de los aparatos de estado que reproducen e imponen la ideología dominante, para proponer su transformación revolucionaria (ver “El moviment gai sota la clandestinitat del franquisme, 1970-1975”, de Armand de Fluvià, Ed. Laertes, Barcelona 2003). Con mayor o menor énfasis este fue el ideario que prendió en muchas organizaciones que surgen por todo el mundo occidental, en cualquier caso, coincidiendo en una menor o ninguna condena explícita de los locales de encuentro de como formulara el FAGC.
Ascenso y caída de los Frentes de Liberación Gay (1969-1981)
En términos generales la aportación de los frentes de liberación tuvo una exitoso resultado antirrepresivo en todas partes. Supieron ganarse a parte de la opinión pública e influir en las leyes. Allí donde existía una cierta tradición asociativa la ola liberadora consolidó y amplió las libertades conquistadas, en otros sitios supuso una novedad como en España e Italia. Se estructura una cierta subcultura gay que va desde la bandera del arco iris en EE.UU., signo de diversidad, a la reivindicación del triángulo rosa en Europa, como recuerdo del holocausto homosexual. Suenan grupos musicales afines como T.Rex en el Reino Unido y Village People en EE.UU. que copan las listas de éxitos, pero el cine sigue presentando a los homosexuales como seres desgraciados e infelices como en “Los chicos de la banda”.
Aún así, en esos años se asientan los barrios de mayoría gay en Toronto, Seattle, Los Ángeles, Nueva York y por supuesto de San Francisco que pasa de 59 bares en 1969 a 234 establecimientos gays en 1980.
En el estado español se produce un movimiento pendular de la sociedad de interés hacia todo lo que estuvo prohibido bajo el franquismo, y eso alcanza a los gays cuyas organizaciones son enseguida integradas con gran normalidad por los medios de comunicación, algo insólito en el resto del mundo. Las campañas del FAGC (Front d’Alliberament Gai de Catalunya) y grupos similares en las grandes capitales contra la Ley de Peligrosidad Social son secundadas por todas las izquierdas y población progresista que llenan las manifestaciones del 28 de junio de 1977, la primera en Barcelona ( violentamente reprimida por la policía) y en 1978 en Madrid, Barcelona, Sevilla y Bilbao.
Así el Consejo de Ministros de la extinta UCD (Unión de Centro Democrático) el 26 de diciembre de 1978, retira la homosexualidad de la Ley de Peligrosidad Social y el 16 de julio de 1980 legaliza al FAGC, y por ende a los locales y asociaciones de gays y lesbianas. Salvo alguna redada policial y cierre de varios bares gays en Barcelona al parecer como medida intimidatoria a su desarrollo, en 1981, termina la represión con la llegada del PSOE al poder en 1982.
En estos años destaca la creciente solidaridad de entidades civiles, artistas, médicos (que repiten que la homosexualidad no es una enfermedad), personalidades y de hasta 50 ayuntamientos catalanes, capitaneados por la ciudad de Barcelona, que en 1979 reconocen al FAGC apoyando su legalización.
En la católica Italia, donde entonces era impensable ni siquiera encontrar un bar de ambiente gay, pues los ayuntamientos, incluidos los del eurocomunista partido comunista, negaban licencias de apertura, aparece el FUORI!, grupo gay vinculado al Partido Radical. Su líder, Enzo Francone, ante la revolución islámica de Jomeini, tuvo el valor de realizar una acción testimonial con gran riesgo de su vida, llevando su protesta contra la homofobia ante la prisión de Teherán. Regresó sano y salvo gracias al esfuerzo diplomático y la noticia recorrió todo el mundo.
Portugal, a pesar de la revolución de los claveles, siguió sin ninguna expresión gay organizada, aunque empezó a florecer todo un discreto circuito de locales homosexuales en Lisboa y zonas de encuentro en playas como Caparica. Seguramente el carácter militar de la transición a la democracia no incluyó aspectos sexuales como el “destape” español, ni menos el reconocimiento de la homosexualidad. Hubo que esperar hasta los noventa para ver el despertar del movimiento gay en ese país.
En 1978 grupos de gays y lesbianas de Italia (Fuori!), Holanda (COC) y Reino Unido (CHE), fundan en Coventry la IGA, International Gay Association que reuniría su segunda conferencia en la pascua de 1980 en Santa Cristina d’Aro en Girona. La estrategia de la IGA daría un primer fruto legal con la declaración de 1 de octubre de 1981 en la que el Consejo de Europa reconoce por vez primera en la historia el derecho de autodeterminación sexual de la persona. Este hecho marcaría el fin de una concepción revolucionaria del movimiento surgido en 1969, substituido por la lucha por las reformas legales. La IGA devino en ILGA (International Lesbian and Gay Association), ver: www.ilga.org
En España, gays y lesbianas, disfrutando de una libertades antes jamás soñadas, vaciaron las asambleas de los frentes de liberación para llenar las discotecas. En 1981 la eurovisiva Massiel canta el “Noa-noa”, primer bailable que en España se refiere a los locales de ambiente gay, donde sonó mucho y tuvo gran éxito.
Pronto llegaría, mediados los ochenta, una extraña enfermedad que pondría fin a la fiesta, pero esa es ya otra historia.