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Sois lesbianas?
Os gustan las mujeres?
Las lesbianas se hacen?
Odiáis a los hombres?
Cómo podéis hacerlo sin..?
Estas son algunas de las ignorantes y mojigatas preguntas que se nos hace en demasiadas ocasiones y ante las cuales, por el desconcierto de su incorrección y lo insolente de su objetivo, no sabemos dar cumplida respuesta. Personalmente, me vienen unas ganas casi irrefrenables de contestar,..¿entrena usted mucho para las olimpiadas de gilipuertas, verdad!?
Lo que no cabe duda, es que la mayoría de nosotras nos mostramos más respetuosas y maduras como para ir preguntando a la gente de buenas a primeras, ¿eres horterosexual? ¿y tu, te tiras a todo lo que se mueve? o, ¿sabes hacer “el pino” mientras lo haces?
A las lesbianas -salvo excepciones como en todas las situaciones en general- ni nos atraen todas las mujeres ni nos relacionamos con todas las personas. No por el hecho de ser hombres o mujeres, sino por ser personas antagónicas. También nos gustan las ensaladas, la educación y los buenos libros y ello no significa que seamos vegetarianas, profesoras, ni editoras por leer.
La mayoría de nosotras, somos lesbianas con la misma naturalidad que tenemos el cabello castaño o moreno, dos manos y pies y un ADN, entre otras características. No nos hemos hecho por cocción o combustión como las patatas. Es sorprendente tener que hacer tal aclaración.
En cuanto a las relaciones afectivo-sexuales, las lesbianas tenemos exactamente el mismo abanico experimental y los mismos límites que el resto de género humano, osea, la propia imaginación, capacidad y conceptos de valor.
Y sí, si que rechazamos a determinados hombres por su violencia e ignorancia testosteronica. Por su agresión, desprecio y menosprecio hacia la mujer y por otros muchos signos de discriminación ejercida.
En suma, las lesbianas siempre hemos sido visibles para aquellas personas con un mínimo de sensibilidad, educación y respeto. El desconocimiento sobre nosotras y las elucubraciones de unas diferencias las marcan, nuestro sentido de supervivencia histórica y una denostada ineptitud social de quienes hacen semejantes preguntas.
Somos tan iguales y diversas como cualquiera. Sin más.
Os gustan las mujeres?
Las lesbianas se hacen?
Odiáis a los hombres?
Cómo podéis hacerlo sin..?
Estas son algunas de las ignorantes y mojigatas preguntas que se nos hace en demasiadas ocasiones y ante las cuales, por el desconcierto de su incorrección y lo insolente de su objetivo, no sabemos dar cumplida respuesta. Personalmente, me vienen unas ganas casi irrefrenables de contestar,..¿entrena usted mucho para las olimpiadas de gilipuertas, verdad!?
Lo que no cabe duda, es que la mayoría de nosotras nos mostramos más respetuosas y maduras como para ir preguntando a la gente de buenas a primeras, ¿eres horterosexual? ¿y tu, te tiras a todo lo que se mueve? o, ¿sabes hacer “el pino” mientras lo haces?
A las lesbianas -salvo excepciones como en todas las situaciones en general- ni nos atraen todas las mujeres ni nos relacionamos con todas las personas. No por el hecho de ser hombres o mujeres, sino por ser personas antagónicas. También nos gustan las ensaladas, la educación y los buenos libros y ello no significa que seamos vegetarianas, profesoras, ni editoras por leer.
La mayoría de nosotras, somos lesbianas con la misma naturalidad que tenemos el cabello castaño o moreno, dos manos y pies y un ADN, entre otras características. No nos hemos hecho por cocción o combustión como las patatas. Es sorprendente tener que hacer tal aclaración.
En cuanto a las relaciones afectivo-sexuales, las lesbianas tenemos exactamente el mismo abanico experimental y los mismos límites que el resto de género humano, osea, la propia imaginación, capacidad y conceptos de valor.
Y sí, si que rechazamos a determinados hombres por su violencia e ignorancia testosteronica. Por su agresión, desprecio y menosprecio hacia la mujer y por otros muchos signos de discriminación ejercida.
En suma, las lesbianas siempre hemos sido visibles para aquellas personas con un mínimo de sensibilidad, educación y respeto. El desconocimiento sobre nosotras y las elucubraciones de unas diferencias las marcan, nuestro sentido de supervivencia histórica y una denostada ineptitud social de quienes hacen semejantes preguntas.
Somos tan iguales y diversas como cualquiera. Sin más.
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