Hoy sencillamente, me siento empachada de leer artículos sobre opiniones, que dejan atónita a una, delante de la pantalla por su escasez de inteligencia, incapacidad de raciocinio, falta de humanidad, ninguna solidaridad, auséncia de total de respeto, ... En suma, por su enorme pobreza mental y gran hipocresia social.
Por ello, para quitar ese mal sabor de ojos y limpiar el gusto por las palabras, transcribo este artículo de alguien que sí merece leerse.
El vínculo de unión con este foro, es el de una persona que se siente excluida y su titánica lucha.
Abrazos
EL PAIS – Opinión
BELÉN ORTUÑO MARTÍNEZ- Albacete - 26/10/2009
Releo una vez más la entrevista a Ballesteros en El País Semanal del pasado 4 de octubre y me alegra mucho su mejoría, yo fui una de esas personas que le escribió para darle ánimos y manifestarle mi afecto.
Tengo un tumor cerebral y su misma edad, me operó la sanidad pública, de la que he sido y seré firme defensora (desde aquí quiero agradecer su buen hacer a los doctores Calatayud y Sopelana); los restos de mi tumor no se pueden radiar ni extirpar; me afectan, además de otras zonas cerebrales, el nervio óptico y la carótida.
Como Ballesteros, he luchado con todas mis energías, que son pocas, pues padezco otras tres enfermedades sin curación, complicadas. Debido a estas cuatro patologías tuve que cambiar de residencia, y con ello de comunidad autónoma, y aquí no tengo derecho a rehabilitación en ningún caso, precisamente y según los médicos por eso, por ser incurables; no se valora el que ya no voy en silla de ruedas, aprendí a andar y ya sólo uso un bastón, veo mejor que cuando salí de quirófano, ya puedo asearme, comer sola y no necesito morfina.
Por lo que parece, seguimos existiendo ciudadanos de distinta categoría a pesar de habitar el mismo país; a los que se nos contempla como de categoría inferior no nos vale luchar por sobrevivir al dolor, al miedo y a la incertidumbre. Aun así, yo no me doy por vencida y cada día, con mi esfuerzo y el de mi esposo, ganamos la batalla a la desidia e incompetencia, el ninguneo y la incomprensión de quienes deberían aliviar nuestro sufrimiento.