PILAR CRISTÓBAL
Quizás la más común de las tendencias y la más denostada también es la que se conoce como sadomasoquismo. El sadismo, que toma su nombre del marqués de Sade, es la tendencia de aquel que disfruta sexualmente con el dolor ajeno. El masoquismo toma su nombre de Sacher Masoch y consiste en encontrar el placer sexual asociado al propio dolor o a la degradación. Cuando está bien estructurado es complementario; las parejas que gustan de esta tendencias suelen sentirse muy felices y muy amados por sus compañeros. El problema puede existir cuando el sádico no reconoce su tendencia y de forma larvada puede buscar el dolor de la persona amada sin reconocerlo o el masoquista que busca ser degradado o castigado sin que su oponente lo desee.
Parece que todas las tendencias relacionadas con el propio o el ajeno sufrimiento tienen su origen el miedo. Esta emoción que nace con nosotros y que vigila nuestros pasos desde la cuna hasta la sepultura nos protege y defiende nuestra vida y a su costa recibimos las sensaciones de placer más intensas y es precisamente este mecanismo el que motiva la mayoría de los parques de atracciones.
Sentir placer
Muchas personas sienten algo parecido al placer sexual cuando su vida puede estar en peligro y muchas otras buscan deliberadamente lugares o situaciones de riesgo porque saben que eso hará más placentera la respuesta sexual. El vuelo libre y el puenting son actividades de altura que provocan un aumento de la adrenalina, que sirve como precursor de las hormonas sexuales, por esto muchas actividades de bondage (ligaduras) o vértigo se provocan porque las personas que las experimentan aseguran que las sensaciones sexuales y el orgasmo se incrementan enormemente.
A veces simplemente se vendan los ojos y se obliga a subir escaleras o a pasear por lugares que se adivinan peligrosos al compañero/a timorato pero si estas actividades se repite con frecuencia el miedo disminuye y junto a ello la excitación sexual producida por la sensación de riesgo y el peligro es la necesidad de incrementar el miedo.
Hacerlo en lugares públicos
A veces el miedo es simplemente ser descubierto como los que lo hacen en lugares públicos o arriesgados como en aviones, en funiculares, en cabinas de ascensor. A veces el punto lo dan las acrobacias aéreas en los parques de atracciones, en esta actividad se generan fuerzas entre 4 y 5 gravedades y afectan al organismo impulsando la sangre hacia la cabeza junto con sensaciones de mareo, de flotar o de pesantez.
La adrenalina fluye en grandes cantidades y la sensación de dominar al aparato se mezcla en el cerebro con el miedo produciendo orgasmos espontáneos. Lo mismo que a cualquier otra sustancia hay adictos a la adrenalina por lo gratificantes que pueden ser sus efectos y el riesgo que el incremento de los estímulos provoca.