Las relaciones tienen sus ciclos y, en ocasiones, debemos asumir que el nuestro ha terminado Por Ángel Rull
Nos cuesta aceptar que nuestra pareja ya no nos proporciona el mismo nivel de felicidad del principio. Y, aunque a veces, solo es una crisis, en otros momentos se pueden estar dando señales más que evidentes que indiquen que la relación ya no va a ninguna parte.
Todas las relaciones pasan por una serie de fases hasta su consolidación. Esta evolución no es lineal ni estable, por lo que es normal confundir ciertos signos. Pero debemos también saber identificar cuándo no es una etapa sino una evidente ruptura.
Etapas de la relación
Las relaciones interpersonales son objeto de estudio de la Psicología. Uno de los psicólogos más famosos dedicados a este estudio es George Levinger, célebre por su teoría sobre las 5 etapas de una relación de pareja.
En base a esta teoría, podemos encontrar varias fases por las que atraviesan todas las personas en sus relaciones:
1. Familiarización: comienzo de la relación donde la unión se basa en la atracción física y las similitudes psicológicas.
2. Desarrollo: aumenta la dependencia y se pasa más tiempo juntos.
3. Continuación: compromiso a largo plazo y unión firme de la pareja. Es la consolidación en sí, basada en otros valores, como la confianza.
4. Deterioro: esta fase, que no siempre se produce, se caracteriza por la falta de satisfacción.
5. Finalización: desaparece la confianza, la intimidad y el cariño, y no siempre implica ruptura. A veces es un matrimonio que se mantiene por los hijos o simplemente se extingue a la muerte de uno de los miembros.
Identifica el fin
Las señales no siempre son evidentes, y esto obedece a que sea algo unilateral, donde solo una de las personas no quiere continuar con la relación, o que pensemos que simplemente está evolucionando la pareja a una etapa menos íntima.
Las señales se pueden identificar si sabemos cómo y dónde mirar, basándonos en la relación cotidiana y en los momentos de intimidad.
1. Falta de confianza.
Se caracteriza por la ausencia de momentos y secretos que se comparten. No siempre es debido a que se haya perdido la confianza, sino que se priva al otro como castigo inconsciente de información importante y cotidiana.
2. Interés inexistente o solo por uno de los dos.
No aparecen llamadas de teléfono ni mensajes, y son pocos los planes que se proponen. Es muy evidente cuando uno de los dos es el único que presta atención al otro y hay un desequilibrio marcado. Pero también puede ocurrir por parte de los dos y se debe hacer autocrítica para identificarlo.
3. Poco tiempo en pareja.
Se priorizan las relaciones sociales, con amigos o familiares. Se pasa menos tiempo en pareja y de hacerlo, siempre hay una tercera persona. Aparece aburrimiento, desinterés y apatía en los momentos comunes.
4. Relaciones sexuales inexistentes.
Las relaciones sexuales tienen un notable incremento en las primeras fases de una relación. Normalmente disminuyen a medida que pasan los meses o los años, incluso con periodos de abstinencia. Pero puede ser una señal que demuestre la falta de interés que la pareja ha empezado a generarte.
5. Diferencias sin solución.
Pueden ser debidos a problemas con los hijos o con las metas comunes, pero siempre se procura llegar a un punto intermedio. Cuando las diferencias son irreconciliables, es un claro síntoma de desinterés por el bienestar del otro y de la pareja.
6. Ausencia de metas.
Desde aspectos más básico, como las vacaciones y los viajes, hasta temas más importantes como el tener hijos o comprar una casa. Sin metas comunes nos podemos ver inundados por la apatía y la pareja puede romperse.
7. Toxicidad.
El desinterés se convierte en control sobre el otro. Se vigila su ocio, su trabajo, sus relaciones y, peligrosamente, también su teléfono móvil. Desequilibra la pareja por completo y puede crear baja autoestima y dependencia emocional.
Es fundamental detectar los primeros síntomas cuando aún tienen solución. Sino siempre, mediante, el diálogo y la empatía, se puede reformular la situación y terminar, si fuera necesario, con la relación para poder evolucionar y tener una mayor bienestar futuro.
* Ángel Rull, psicólogo.
Fuente: https://www.elperiodico.com/es/ser-f...pareja-6948487