Tienen relaciones tanto con hombres como con mujeres, pero rechazan la etiqueta de bisexuales, bien por miedo al estigma o incluso por pura homofobia.
Hombres que a pesar de mantener relaciones sexuales con otros hombres reivindican su heterosexualidad los ha habido toda la vida. Ahora un estudio ha acuñado este fenómeno con el nombre de “budsex”. Los analizados son un grupo de hombres residentes en zonas rurales –y por tanto conservadoras– de Estados Unidos que tienen sexo entre ellos pero no se sienten identificados en absoluto con el rol homosexual.
La intención de Tony Silva, el sociólogo que encabeza este estudio, era estudiar el fenómeno y “relacionarlo con los multiples factores que afectan a la identidad sexual, como la cultura, contexto social, lugar, momento histórico e interpretaciones personales”. La explicación es que las identidades sexuales, según Silva, no han existido como tal hasta mediados del siglo XIX. Tampoco las prácticas sexuales se interpretan igual en todos los lugares del mundo, e incluso a título individual, personas con la misma cultura pueden entenderlas de diferente manera según el concepto que tengan de su sexualidad.
“Budsex” (bud significa en inglés algo así como colega) se aplicaría, según Silva, a “aquellas relaciones que sus participantes interpretan como ‘ayudar’ a un amigo -en la que está exento el factor romántico-, entre hombres blancos y heterosexuales o, escondidamente, bisexuales. Encuentros secretos y sin asociación ninguna con ideas como feminidad u homosexualidad. A través de una interpretación compleja, los participantes tienen sexo con hombres, algo generalmente no compatible con la heterosexualidad o el tradicional concepto de masculinidad”.
En el 2015, Jane Ward, profesora de Género y Estudios sobre la Sexualidad de la Universidad de California, publicó un libro titulado Not Gay: Sex between straight white men (No gay: Sexo entre hombres blancos heterosexuales) en el que busca alguna explicación – que no sea el miedo al estigma- a este fenómeno y una de las que menciona, y quizás la más estrambótica, es una por parte de un sociólogo de los años 60, que argumentaba que los flirteos homosexuales de muchos maridos se debían a que puesto que la Iglesia Católica prohibía usar condones y muchos matrimonios no querían tener más hijos, él se veía obligado a buscar sexo con otros hombres en los baños públicos. Otra argumentación, aunque más típica, es la de llamarlo “juego” y no “sexo”, referirse a ello como prácticas exentas de sentimentalismo y por consiguiente, de problemas.
Reivindicar su masculinidad rozando la homofobia
Ward cuenta que “los hombres heterosexuales de raza blanca, es decir, los que tienen el poder, tienen mucho que perder si reconocen sus deseos hacia el otro sexo, porque la masculinidad ha estado muy específicamente definida durante mucho tiempo y porque ha sido el único y estrecho camino para ser un hombre de verdad. La atracción hacia otros varones se ha percibido como algo femenino, que resta autenticidad y poder al hombre, aunque esta regla no funciona con las mujeres, que pueden besar o tocar a otras sin ningún estigma y sin que se traspasen las fronteras, más flexibles, de la normatividad sobre lo femenino”. Algo que confirma Silva que subraya que “la razón por la que hay más mujeres abiertas a probar relaciones con el mismo género es por la heteronormatividad, que afecta de forma distinta a los dos sexos; ya que la heterosexualidad en el varón está más firmemente atada a las diferentes formas de masculinidad”. De hecho, como comenta Ward en su libro, algunos de estos hombres heteros con práticas homosexuales, muestran incluso un cierto rechazo a los comportamientos gays que, en algunos casos, rayan la homofobia.
¿El fin de las identidades sexuales?
“Ninguno de nosotros somos 100% heterosexuales u homosexuales, y hay hombres y mujeres que exploran su parcela de atracción hacia el mismo sexo cuando ya son adultos, están casados y tienen una vida diseñada. Entonces puede ser un conflicto, especialmente si descubren que estas nuevas prácticas les gustan más que las anteriores”, dice Iván Rotella, sexólogo, director de Astursex, centro de atención sexológica en Avilés y miembro de La Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS), que anima a “romper los encasillamientos y tener relaciones con personas, independientemente del sexo” porque “es a lo que se tenderá en el futuro”.
“Necesitamos más estudios sobre la sexualidad masculina, ya que, como vemos, la naturaleza de ésta puede cambiar a lo largo de la vida”, afirma Tony Silva.
Fuente: https://www.cascaraamarga.es/sociedad/56-sociedad/14095-budsex-hombres-con-relaciones-homosexuales-que-reivindican-su-heterosexualidad.html