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En el día mundial dedicado a esta orientación sexual, la psicóloga Lidia Mendieta reflexiona sobre ella
El otro día haciendo “zapping” (sí, sé que suena muy típico pero no suelo ver este tipo de programa) acabé viendo un trozo de “¿Quién quiere casarse con mi hijo?”. En la pantalla aparecía una señora, supongo que la madre de uno de los hijos casaderos, y la presentadora le mostraba tarjetas con características “secretas” de las pretendientas, después le decía a quién correspondía cada característica.
De repente sacó un sobre que ponía: “Es bisexual”. La cara de la señora fue un poema, pero lo mejor vino después, vino a decir que si fuera gay sería mejor que eso. Vamos, que blanco o negro, o pescado o carne. Pero no entendía eso de ser bisexual y le parecía fatal. Llegó a afirmar que preferiría que su hijo fuera gay antes que bisexual.
Siempre que pensamos en la lucha por la igualdad nos viene a la cabeza que la homosexualidad debería ser tan aceptada como la heterosexualidad. Sin embargo nos olvidamos de la bisexualidad. No solo es que esta señora, claramente educada en otro tiempo, esté en contra de ella, es que incluso dentro de los círculos homosexuales no está muy bien visto a veces.
¿Por qué ocurre esto?
Nos gusta poner etiquetas porque queremos saber a qué atenernos, creemos que sí además es blanco o negro mucho mejor. O una cosa, u otra, no nos gustan los caminos a medias, vemos muy mal los grises porque son ambiguos, porque nos gustan las definiciones claras, si hay un gris nos confunde ¿No habéis escuchado nunca eso de “yo no tendría una pareja bisexual porque así tengo el doble de posibilidades de que me ponga los cuernos”?
Y yo pienso… creo que el principal factor de riesgo para que tu pareja te ponga los cuernos es que quiera hacerlo, pero no que sea bisexual… Pero ahí entra en juego también la autoestima. Si ves como una posible amenaza alguien del sexo que le gusta a tu pareja… imagínate la de celos si encima le gustan las personas de ambos sexos.
¿Dónde encajamos entonces el gris?
Estoy habituada en la práctica clínica a luchar con estas clasificaciones dado que pensar en términos de blanco o negro nos puede traer muchos problemas. Supone creer que sólo los extremos son válidos pero no contemplamos las otras mil opciones que están en medio. O soy feo o guapo, o soy listo o soy tonto.
Deberíamos ser más flexibles porque así las etiquetas dejarían de dañarnos, al final no importa si una persona es homosexual, bisexual o heterosexual, lo que importa es la palabra que va antes de esa etiqueta: persona. Que es lo que somos todos.
Feliz Día Mundial de la Bisexualidad.
Lidia Mendieta Marín
Máster en Psicología Clínica, Legal y Forense.
Especialista en violencia de género (INEFOC).
Num colegiada: M-22019
Teléfono: 652 96 92 19
Web: www.terapiaypericial.com
Fuente:¿Por qué es tan díficil aceptar la bisexualidad?
El otro día haciendo “zapping” (sí, sé que suena muy típico pero no suelo ver este tipo de programa) acabé viendo un trozo de “¿Quién quiere casarse con mi hijo?”. En la pantalla aparecía una señora, supongo que la madre de uno de los hijos casaderos, y la presentadora le mostraba tarjetas con características “secretas” de las pretendientas, después le decía a quién correspondía cada característica.
De repente sacó un sobre que ponía: “Es bisexual”. La cara de la señora fue un poema, pero lo mejor vino después, vino a decir que si fuera gay sería mejor que eso. Vamos, que blanco o negro, o pescado o carne. Pero no entendía eso de ser bisexual y le parecía fatal. Llegó a afirmar que preferiría que su hijo fuera gay antes que bisexual.
Siempre que pensamos en la lucha por la igualdad nos viene a la cabeza que la homosexualidad debería ser tan aceptada como la heterosexualidad. Sin embargo nos olvidamos de la bisexualidad. No solo es que esta señora, claramente educada en otro tiempo, esté en contra de ella, es que incluso dentro de los círculos homosexuales no está muy bien visto a veces.
¿Por qué ocurre esto?
Nos gusta poner etiquetas porque queremos saber a qué atenernos, creemos que sí además es blanco o negro mucho mejor. O una cosa, u otra, no nos gustan los caminos a medias, vemos muy mal los grises porque son ambiguos, porque nos gustan las definiciones claras, si hay un gris nos confunde ¿No habéis escuchado nunca eso de “yo no tendría una pareja bisexual porque así tengo el doble de posibilidades de que me ponga los cuernos”?
Y yo pienso… creo que el principal factor de riesgo para que tu pareja te ponga los cuernos es que quiera hacerlo, pero no que sea bisexual… Pero ahí entra en juego también la autoestima. Si ves como una posible amenaza alguien del sexo que le gusta a tu pareja… imagínate la de celos si encima le gustan las personas de ambos sexos.
¿Dónde encajamos entonces el gris?
Estoy habituada en la práctica clínica a luchar con estas clasificaciones dado que pensar en términos de blanco o negro nos puede traer muchos problemas. Supone creer que sólo los extremos son válidos pero no contemplamos las otras mil opciones que están en medio. O soy feo o guapo, o soy listo o soy tonto.
Deberíamos ser más flexibles porque así las etiquetas dejarían de dañarnos, al final no importa si una persona es homosexual, bisexual o heterosexual, lo que importa es la palabra que va antes de esa etiqueta: persona. Que es lo que somos todos.
Feliz Día Mundial de la Bisexualidad.
Lidia Mendieta Marín
Máster en Psicología Clínica, Legal y Forense.
Especialista en violencia de género (INEFOC).
Num colegiada: M-22019
Teléfono: 652 96 92 19
Web: www.terapiaypericial.com
Fuente:¿Por qué es tan díficil aceptar la bisexualidad?
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