Sin embargo estos elementos no suelen surgir simultáneamente, sino en momentos diferentes de la vida. Y no siempre se dan en el mismo orden: en una persona pueden aparecer primero los deseos, luego el amor y finalmente los actos; en otra, puede suceder todo lo contrario. No hay un orden ni una progresión en el tiempo que sea común a todos los homosexuales. Quizás podríamos hablar entonces, de diferentes grados o fases de la homosexualidad, que van desde las experiencias y los deseos aislados (como los ha tenido mucha gente), hasta llegar a una relación amorosa y a un estilo de vida abiertamente homosexual. Cuando esto sucede y se suman el sentir, el desear el actuar y el pensar, podemos hablar de identidad homosexual. Según este enfoque, no se es plenamente homosexual mientras no se llega a esta congruencia entre las diferentes facetas de la vida.
Existe una línea de pensamiento que entiende el término “gay” precisamente como sinónimo de identidad homosexual, es decir, que ser “gay” implica precisamente esta congruencia y la aceptación de la homosexualidad. Desde esta perspectiva, un homosexual que vive en el closet no es gay, porque no existe congruencia entre su vida pública y su vida privada. Pero esto no sucede de un día para otro, para muchos es el resultado de una larga historia. La identidad gay se construye poco a poco, es un proceso.
Los procesos psicológicos tienen sus propios ritmos y matices; el mundo de la subjetividad es difícil de entender y de expresar, sobre todo en lo que se refiere al contenido complejo de la sexualidad. De ahí las dificultades metodológicas en toda investigación sobre homosexualidad.
La pregunta “¿quién es homosexual?” tiene, por lo tanto enormes implicaciones económicas, políticas, jurídicas, médicas y psicológicas. La respuesta depende de la concepción que uno tenga de la homosexualidad; y ha habido muchas desde que comenzó el estudio científico de la sexualidad humana, en la segunda mitad del siglo XIX.
De: Asesoría Gay
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