Stonewall lanzaba hace 40 años en EEUU la revolución de transexuales y homosexuales
"Cuando la policía intentó dispersarnos, nos lanzamos contra ellos: el momento había llegado", cuenta Martin Boyce, un 'ex' de la rebelión de Stonewall, donde nació hace 40 años la revolución transexual, lésbica y gay.
AFP/Web-. El Stonewall Inn es el bar del Greenwich Village de Nueva York donde durante cinco noches del verano de 1969 surgieron protestas a veces violentas contra las razias de la policía contra los homosexuales y transexuales. "Fue una cita con el destino para cada uno de nosotros", dice a la AFP Boyce, que entonces tenía apenas 16 años. "Cuando vi a todas esas locas peleando, pensé por un segundo: ¡Ésto es como el ejército sagrado de Tebas!".
La revolución estaba de moda tras las protestas estudiantiles de 1968 y los movimientos por los derechos de los negros o contra la guerra de Vietnam.
"Los hippies y los Black Panthers odiaban a la policía, y de alguna forma nos sumamos a ese sentimiento", dice Robert Bryan, de 63 años, otro "veterano" de Stonewall. La noche del 28 de junio de 1969 era calurosa y había luna llena. "Era un viernes, todo el mundo había salido", recuerda Bryan, que en aquel entonces trabajaba para un banco y luego pasó al sector de la moda.
En el Stonewall, unos 200 jóvenes, incluyendo personas trans y algunas lesbianas, se divertían en el único bar gay con pista de baile de la ciudad, cuando cayó la policía para un control del local entonces en manos de la mafia. "Las cosas se fueron saliendo de control", explica Bryan. Afuera sobre Christopher Street se juntaron gays solidarios. Los enfrentamientos dejaron 13 detenidos y cuatro policías heridos, según la prensa local.
Las cuatro noches siguientes también hubo protestas, igualmente reprimidas, pero el movimiento de emancipación gay había nacido. Desde entonces, cada año, Nueva York celebra la fecha con un desfile del Orgullo Gay, previsto el próximo domingo en la Quinta Avenida.
Una exposición especial sobre Stonewall fue presentada en la biblioteca pública de Nueva York, donde los cineastas Kate Davis y David Heilbroner mostraron fragmentos de un documental que difundirá el canal PBS en 2010.
Movimientos de emancipación homosexual existieron mucho antes de Stonewall en Occidente. Algunos se remontan a finales del siglo XIX, como los impulsados en Alemania por Adolf Brand o Magnus Hirschfeld y más tarde en Estados Unidos, como la 'Sociedad Mattachine', nacida en 1950. Pero eran elitistas o marginales. "Stonewall cambió un movimiento pequeño en uno masivo, y lo colocó para siempre en en el mapa de la política norteamericana", dijo David Carter, autor del libro 'Stonewall: las protestas que desencadenaron la Revolución gay'.
Sin embargo, a pesar de haber encendido la mecha, Nueva York hoy ya no está a la vanguardia. Una legislación sobre el matromonio homosexual sigue esperando la aprobación en el Senado local y la vida nocturna gay de Manhattan quedó desplazada por las de Londres, Berlín, Ámsterdam, Sídney o Buenos Aires.
"Ahora hay bares gay en todas partes, pero no es tan salvaje", asegura Robert Bryan, que recuerda los años 70 de "destape" en Manhattan tras Stonewall, antes de la epidemia de SIDA en los 80. "En Christopher Street estacionaban camiones cerca de la vía rápida del oeste, se dejaban abiertos por la noche. Venían cientos de hombres, era una gran orgía. Y eso sucedía todas las noches". "Después, fueron los muelles abandonados, y los bares S&M o 'leather' del meatpacking district", ahora convertido en zona residencial llena de tiendas exclusivas y sin carácter.
"Cuarenta años después de Stonewall, uno puede pensar que el derecho de los gays a casarse debería ser una legislación federal", deplora Yvonne Ritter, transexual de 58 años, actualmente enfermera para pacientes con SIDA. El 27 de junio de 1969, Yvonne cumplió 18 años y al día siguiente se puso un vestido de su madre para festejarlos como mujer en el Stonewall, cuando estallaron los incidentes. "Fui un engranaje en un mecanismo que ayudó a cambiar las actitudes y la opiniones en el mundo", asegura Ritter. "Y queda mucho camino por recorrer".