Camille Vidal-Naquet retrata con crudeza a la vida marginal de un “trabajador del sexo” gay que se preocupa más por los afectos que por el dinero
El joven Léo vive de ofrecer su cuerpo a otros hombres en las calles de una gran ciudad. No tiene hogar ni pertenencias. “Ni siquiera móvil”, señala el director de la película, el debutante Camille Vidal-Naquet. Y es que a Léo, interpretado con naturalidad y convicción por Félix Maritaud, “no le interesa lo material; lo que le preocupa es verse rechazado, no ser amado”. Tal es uno de los puntos esenciales de Sauvage , de estreno este fin de semana en España.
Vidal-Naquet anduvo tres años pateando el terreno sobre el que iba a realizar su filme. Lo hizo en calidad de colaborador voluntario de la asociación Aux captifs la libération. Y la película confirma que la experiencia funciona; que le sirvió para captar y transmitir una realidad que la inmensa mayoría desconocemos. Así por ejemplo, gran parte de los ejercientes de esta rama del oficio son heterosexuales aunque sólo trabajen con otros hombres. El filme expone algún caso.
En conversación con La Vanguardia durante su visita a Madrid para promocionar el largometraje, el cineasta francés subraya que la cinta “no es ni tiene por qué parecer un documental” aunque esté “muy bien documentada”. Lo dice en respuesta a una pregunta sobre el aire hiperrealista que el filme adquiere a menudo. Pero es cierto que en la historia hay “mucho drama” y personajes netamente ficticios, algunos de ellos monstruosos.
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Fotograma de 'Sauvage',. de Camille Vidal-Naquet (ELAMEDIA)
Las escenas de sexo que Léo y algún colega protagonizan al ofrecer sus servicios pueden resultar descarnadas, aunque el realizador prefiere decir que son “directas” y están rodadas “sin complejos”. Aún así, algunas de las secuencias son objetivamente duras. Es el caso del fragmento sobre un trabajo que el protagonista hace para dos desalmados que lo maltratan. El chaval, de 22 años, acaba llorando. “Pero no por el dolor físico”, aclara Vidal-Naquet, sino “por la falta de respeto que sus clientes han cometido al no pagarle y al incumplir así lo pactado”.
Léo es uno de los pocos prostitutos de su zona que besan a los clientes. Y lo hace aparentemente sin fingir. Es un sentimental. Pero al final, cuando un cliente mayor al que parece querer le ofrece irse a vivir con él a otro país con todas las comodidades imaginables, él duda... y declina. “Léo prefiere seguir en las calles antes que aceptar todo el confort del mundo si a cambio de disfrutarlo se ve obligado a ponerse calcetines para andar por la casa. Es un puto, pero también un tipo honrado. Afectivo. Salvaje.
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Fuente: https://www.lavanguardia.com/cine/20...5JKxh1yL99uips