Hernán logró consagrarse como un emblema de la industria pornográfica argentina
Hernan Alberti estuvo nueve años preparándose para ser cura cuando una revelación le hizo cambiar su rumbo y se convirtió en una estrella de la pornografía homosexual nacional. En el aniversario de su muerte, el recuerdo de un joven pasional y provocativo que no sabía de grises
Por Pilar Safatle
Hernán Alberti, como tantos otros jóvenes, hizo toda la primaria y secundaria en un colegio católico, en la localidad de Bernal, en el conurbano bonaerense. Cuando terminó, sin embargo, después de haber sido monaguillo y habiendo pasado tanto tiempo en la iglesia fortaleciendo su formación religiosa, a él su corazón le indicó que tenía que seguir adelante con esa vocación, e inició el camino para convertirse en sacerdote.
Pero nueve años más tarde, y a meses de lograr el objetivo inicial, su historia se torció para siempre cuando decidió dejar el seminario para probar suerte con una propuesta que, contaba él, lo había "calentado": ser actor de películas pornográficas para público homosexual.
Hernán, el joven que hasta ese momento había sido seminarista y estaba abocado a la restauración de iconografía religiosa, se transformó frente a cámara en Bruno Bordas, uno de los pocos y más queridos referentes del porno gay argentino, en exitosos largometrajes para adultos como El cumple de Lucas (2006), Argentinos con Orgullo (2007), 42° Térmica (2008) o Vampiros en Buenos Aires (2009).
En mayo de 2015, Hernán falleció a sus 40 años a causa de un tumor cerebral y su joven muerte sacudió a todos aquellos que lo habían conocido personalmente, en su etapa religiosa, en su ascenso como actor o sólo a través de las películas, donde era Bruno."Apasionado", "extremista", "atractivo", "notorio", "perfecto". Los adjetivos se repiten entre quienes lo conocieron en las distintas etapas de su vida. Hernán y Bruno fueron, a pesar de lo que hicieran, siempre la misma persona, bajo distintos disfraces.
"En toda su juventud y adolescencia él fue el chico perfecto en cuanto a los valores religiosos que él predicaba, estudiaba y mamaba. Y de repente hubo un giro copernicano en su vida", cuenta a Infobae Juan Ignacio Riafrecha, quien fue su amigo desde los 9 años en el colegio hasta su muerte. "En sus dos contrastes siempre fue notorio en todo. Cuando era seminarista pintaba perfecto, hablaba perfecto, escribía perfecto, tenía conocimientos perfectos, en todo era perfecto. Era un multitalentoso. Y así después pasó también a ser muy notorio en esto de hacer películas, todo lo hacía bien".
"Hernán siempre fue primero un gran artista, si hay algo que destaco en él es su arte místico. Un muchachito con una profundidad que lo llevó de lo más dogmático a rebelarse tanto. Siempre fue muy apasionado y su veta artística también pasaba por ahí", coincide Diego Cirilli, que compartió el seminario con él, logró ser ordenado cura en 2003 y cinco años más tarde dejó los hábitos, se casó y formó una familia.
"Un seminario es el ambiente de mayor contención para un puto. Ahí no sólo yo no tenía que contárselo a nadie sino que el voto de castidad me resguardaba. Fue un sacerdote el que me dijo que la castidad no hace referencia a objeto de deseo sino que implica la sublimación del impulso sexual en otras cosas. Y eso me permitió sobrellevar, el tiempo que pude, mi voto de castidad con entereza", reveló ya Bruno en, probablemente, la única entrevista que dio, en el año 2008 para el suplemento Soy del diario Página/12.
Allí contaba que desde antes de empezar el seminario era muy consciente de que era gay, que en la adolescencia sentía culpa por masturbarse pensando en chicos, que nunca sintió que ser homosexual lo inhabilitara para prestar un servicio al prójimo y que, a pesar de que valoraba la formación que recibió en esos años y que lo "enriqueció humanamente", el voto de castidad no lo pudo soportar: "Si el motivo hubiera sido irme detrás de una pija, me habría ido antes", dijo. "Preferí quedarme con la duda sobre si tenía o no vocación religiosa antes que llevar una doble vida".
Hasta su revelación, cuenta Diego, Hernán estaba destinado a ser "el cura perfecto". Desde muy temprana edad, cuando oficiaba como monaguillo, era un fanático de la liturgia. Se había obsesionado con la iconografía, leía, pintaba y dibujaba. "Siempre le gustó embellecer las celebraciones, quería que fueran como una fiesta. Y siempre fue muy ajustado y muy creativo", lo describe su compañero de seminario en la congregación salesiana. "Tiene pinturas preciosísimas. Le encantaba el tema y se especializó en eso".
"Nadie lo podía ver de otra manera, por eso llamó mucho la atención que no quisiera seguir", recuerda Diego de cuando Hernán decidió volver a Bernal tras la muerte de sus padres y de haber pasado un tiempo viviendo en la localidad de Uribelarrea como seminarista y de cuando, un tiempo después, se publicó la entrevista.
Familia, amigos y todos los que de alguna manera conocían a Hernán, se encontraron de repente en ese momento con Bruno, su irreverencia, su humor, sus declaraciones sugestivas y una foto, donde posaba desnudo en un juego de luces y sombras con un rosario de madera en la mano. Toda una provocación.
Fuente: https://www.infobae.com/sociedad/2019/05/05/de-seminarista-a-emblema-del-porno-gay-argentino-la-historia-de-bruno-bordas-a-cuatro-anos-de-su-inesperada-muerte/?fbclid=IwAR2PFaIyKGGteUeryRY8qxUzrjLiJ7dpdckQMcY2 iBc8JAKsMinX2AafUMQ
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