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Ideologización del género y la sexualidad

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    Por Cecilia Sturla

    "El género es una construcción cultural; por consiguiente no es ni resultado causal del sexo ni tan aparentemente fijo como el sexo... Al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de ataduras; en consecuencia, hombre y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino". Desde que Judith Butler escribiera estas palabras en "El Problema del Género: el Feminismo y la Subversión de la Identidad", el aluvión de esta perspectiva no ha dejado de resonar. Prestigiosos colleges en Estados Unidos, junto a una información y una campaña cada vez más grande y con más fondos, se ha metido en nuestra sociedad dejando a su paso una confusión que es cada vez más difícil de desanudar.


    El feminismo de género no es otra cosa que el feminismo más radicalizado: a la lucha de la mujer por lograr la igualdad con el varón, se le suma una idea mucho más revolucionaria: para lograr equidad y justicia, debemos "deconstruir" esta sociedad heteropatriarcal, que con sus leyes opresoras, nos dan la "ilusión" de lo masculino y femenino. Dirá Simone de Beauvoir que "la naturaleza no es algo inmutable, del mismo modo que no lo es la realidad histórica. Si la mujer se descubre como lo inesencial que nunca vuelve a lo esencial, es porque ella misma no opera esa vuelta" (El Segundo sexo, 1949)
    ¿Cuál es la ventaja de esta perspectiva de acuerdo al feminismo de género? La primera: eliminar la fobia a la homosexualidad. La segunda, eliminar las consecuencias que el sexo tiene en la mujer. Y como la mujer tiene un útero (contra ello no tenemos nada que hacer), es la mujer quien decide si tener o no hijos, porque la mujer se empodera sobre su propio cuerpo. La sociedad se ha construido a lo largo de los milenios como una sociedad machista y patriarcal, permitiéndole al hombre la ilimitada libertad de ejercicio en materia sexual, mientras que la mujer acarrea con el peso de su propia naturaleza. Por ello es preciso deconstruirla, para que la igualdad y la justicia puedan reinar sin que nadie le imponga al otro lo que tenga que ser o hacer.

    Ahora bien, eliminar arbitrariamente que existe una naturaleza masculina y femenina denota en todo caso, también una imposición cultural. ¿Con qué criterios científicos o filosóficos se decreta casi "por ley" que el sexo no existe como realidad en sí? ¿Acaso toda manifestación del hombre no es una forma de hacer cultura? ¿Quién determina por qué no tengo que educar a los varones o mujeres como tales?

    Porque cuando el hombre hace "cultura", lo hace sobre algo que está dado previamente (sin tierra, o agua, no es posible cultivar nada). Cuando el feminismo de género sostiene arbitrariamente que lo masculino y lo femenino es una construcción cultural, no toma en cuenta que lo que hacen los varones y las mujeres lo hacen en función de que "son". Esto quiere decir, que, por más que no me sienta identificado con mi propio sexo o que tenga inclinaciones homosexuales o trans, o "butch" o "femme", estas inclinaciones sí me las da la cultura, porque un/a niño/a no nace ni con sus órganos genitales "butch", o trans, ni con su psiquis "butch" o trans. Eliminar lo masculino y femenino en aras de una ideología carente de todo rigor científico resulta cuanto menos nocivo para el bien de la sociedad en su conjunto. Porque con ese criterio de subjetividad y de construcción cultural, podemos avalar las atrocidades más grandes que atentan contra la dignidad de la persona humana, basados en el gusto y las preferencias subjetivas.

    La persona es digna en sí misma y como tal debemos respetarla. Si estamos fracasando en ese respeto profundo hacia el otro en tanto otro, el problema no está en la naturaleza, ni en el orden dado, sino en la educación de lo masculino y lo femenino. Si pudiéramos educar en estos valores en toda su dimensión y trascendencia, estaríamos sanando las raíces de nuestra sociedad. A todos nos duele la injusticia para con la mujer, la violencia intrafamiliar, los abortos clandestinos, las discriminaciones por las preferencias sexuales.

    Fuente: https://www.eltribuno.com/salta/nota...-la-sexualidad
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