En su argumentación, el juez Paulo Albiani se afirmó en el principio constitucional de la libertad de cultos en Brasil, que se garantiza “con la protección a los lugares de culto y sus liturgias”, sin aclarar qué tiene que ver esto con una obra que se iba a realizar en un espacio artístico y en el marco de un festival teatral. La comunidad artística brasileña reaccionó públicamente ante lo que considera un acto de censura y discriminación, y señaló que uno de los problemas de la polémica prohibición es que la obra (que se presentó este mes en el teatro Solís, en el marco del Festival Internacional de Artes Escénicas, con Fabiana Fine) no es una mera versión con cambio de género de la vida del Jesús bíblico o histórico, sino un monólogo en parte autobiográfico de la dramaturga transexual inglesa cristiana Jo Clifford (antes John Clifford), escrito para conciliar su fe con su propio cambio.
La prohibición se suma a una sucesión de controversias y escándalos –que en varios casos desembocaron en comisarías o juzgados– durante los últimos dos años en Brasil, impulsadas tanto por grupos conservadores en lo sexual o lo religioso como por grupos antidiscriminatorios con serias dificultades para diferenciar la representación de algo y su apología o promoción.
El diario Folha de São Paulo recopiló hace un mes una lista de diez casos, que incluye obras de teatro (entre ellas, O Evangélio segundo Jesus..., que ya había tenido problemas en sus primeras representaciones), performances o pinturas que fueron consideradas demasiado explícitas en lo sexual, así como obras denunciadas pese a sus intenciones, como la pintura Pedofilia, de Alessandra Cunha –realizada específicamente como una denuncia del abuso sexual–, que representaba la silueta de una niña rodeada de las de dos hombres desnudos; la exposición Exhibit B, del sudafricano Brett Bailey, que critica al racismo mediante una serie de cuadros performáticos en los que actores negros reproducen indignidades a las que otros negros fueron sometidos históricamente (pero que fue percibida como racista por su mera mímesis de estos abusos); o la obra de teatro callejero y sátira política Blitz, que terminó con su elenco detenido por falta de respeto a los símbolos nacionales, porque algunos de los actores realizaban una escena vestidos de policías y con máscaras de animales.
Fuente: ladiaria.com