MTI Ana Victoria Castillero Ley
En el mundo sexual, tanto hombres como mujeres tienen necesidades similares, y por supuesto, también ello sueñan con fantasías sexuales.
Siempre se supo que los hombres tenían una imaginación erótica desaforada. Se les ha considerado tradicionalmente tan fuertemente sexuados que se admitía como natural que fantasearan, aunque no se considerase siempre enteramente limpio que se imaginaran cosas guarras.
Durante las fantasías, la imaginación se dispara y prepara situaciones, más o menos reales, que, habitualmente, la persona no se atrevería a hacer verdaderamente en su vida cotidiana. Es ese componente ficticio lo que hace atractivo algo que en la práctica puede no serlo para el sujeto.
En el modo de fantasear influye notablemente el distinto modo en el que son socializados sexualmente los hombres y las mujeres. Ellos siempre tienden a fantasear situaciones en las que son los actores que hacen las cosas; mientras que las mujeres se imaginan siendo las receptoras de las cosas que le hacen otros.
Hombres y mujeres fantasean por igual
Precisamente por eso, una variante muy excitante para ambos sexos es cambiar los roles e imaginarse ellos, que les hacen cosas, y ellas, que las hacen.
Las fantasías homosexuales, que formarían parte de ese cambio de roles, son menos comunes entre los hombres que entre las mujeres por su fuerte socialización homófoba.
Un número de hombres similar al de mujeres (71%) fantasean durante el coito. En tales ocasiones, el objeto de la fantasía suele ser la propia pareja situada en un contexto erótico diferente o, más comúnmente, otra mujer.
La masturbación es el mejor momento para la fantasía
Con todo, las fantasías sexuales durante la cópula suelen ser más esporádicas que las acontecidas durante las ensoñaciones diurnas o, más frecuentemente, durante la masturbación.
La masturbación es el mejor momento para la fantasía, ya que el hombre se encuentra a solas consigo mismo en un momento de intimidad que nuestra sociedad no nos concede con prodigalidad.
Durante las ensoñaciones diurnas (soñar despiertos) se desarrollan las fantasías más elaboradas, con mayor número de elementos ambientales, lugares exóticos y enredos con algún tipo de argumento por simple que parezca.
Los acontecimientos de días pasados, los deseos largamente reprimidos, las situaciones temidas o irrealizables, son la principal fuente de inspiración para la elaboración de estas fantasías; donde la pareja, sobre todo, o alguna desconocida son las protagonistas.
Los hombres son menos propensos a elaborar historias complejas que las mujeres. Son más directos. Pero también les gustan los exotismos y los argumentos simples. Hombres y mujeres fantasean con sus parejas, durante la masturbación, en proporciones aproximadamente iguales: 75% ellos y 80% ellas. Pero sí que se encuentran diferencias en otros aspectos del fantasear masculino.
Fantasías más frecuentes de los hombres
Las 6 fantasía + comunes de los hombres
Las fantasías más comunes entre los hombres, además de las historias que se montan con sus parejas, son, por orden de frecuencia:
Realizar prácticas sexuales con personas extrañas. Casi la mitad de los hombres (47%) fantasean de ese modo; con conocidas y con desconocidas. La variedad parece que forma parte de las necesidades sexuales íntimas de los hombres, sobre todo de los más jóvenes, y las reflejan en sus fantasías.
La fantasía que le sigue es la de tener relaciones sexuales con varias mujeres a la vez. Un hombre de cada tres (33%) fantasea de este modo. Le pasa siempre a los más jóvenes de ambos sexos.
Un 19% de los hombres fantasean con actividades sexuales y situaciones en las que jamás se comprometerían en la vida real. Al contrario que las mujeres, que tienen más fantasías de ese tipo (un 28%). Quizás a los hombres les cueste esfuerzo pensar que existen actividades sexuales que serían incapaces de realizar.
Le sigue la fantasía de obligar a una mujer a tener sexo. Un 13% de hombres tiene esta fantasía promovidos, probablemente, por el tipo de condicionamiento cultural masculino recibido, que les obliga a ser hacedores, agentes activos en toda relación sexual, consentida o no. Atención: se trata de fantasías. De cosas que se imaginan sabiendo que se encuentran en un mundo irreal. Sería tan injusto suponer que estos hombres son violadores en potencia, como conjeturar que las mujeres que fantasean con ser obligadas a tener sexo son potencialmente provocadoras de violaciones.
Quizás por ese condicionamiento cultural de hacedores sexuales, un porcentaje de hombres relativamente pequeño (10%), en cualquier caso menor que el de mujeres, fantasean con la idea de ser forzados a mantener relaciones sexuales. Esta fantasía la tienen los más jóvenes de ambos sexos. Los de más edad, tienden a abandonar esta fantasía, como si la experiencia hiciera la idea menos atractiva.
Finalmente, sólo un 7% de los hombres fantasea con tener relaciones sexuales con miembros del propio sexo. La homosexualidad, aún en términos imaginarios, parece ser algo inquietante para los hombres. El mismo tipo de homofobia que impide a muchos de ellos aceptar y disfrutar caricias sexuales en el ano, aunque se las proporcionen sus parejas femeninas. Se trata de un condicionamiento cultural que implica tanto a hombre como a mujeres. Recuérdese que tanto unos como otras aún emplean alguna que otra vez la voz marica como un insulto contra el sexo masculino.