El jugador de la Selección española de waterpolo sale del armario públicamente porque asegura sentir la responsabilidad, como deportista gay, de dar la cara y compartir sus positivas experiencias.
Justo antes de concentrarse con la selección española de waterpolo para seguir preparando los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, Víctor Gutiérrez ha decidido salir públicamente del armario. Es un paso meditado y madurado, que da sin pretender que resulte algo trascendental.
A sus 25 años, el jugador del Real Canoe, uno de los mejores boyas del país, ha decidido que es el momento de hacer pública su homosexualidad, y sale del armario con una tranquilidad pasmosa muy de agradecer. “Llevaba pensando hacerlo bastante tiempo, pero no me veía con la madurez necesaria, ni deportiva ni personal”. Ahora sí. “Estoy fuera del armario en mi entorno. Mi familia sabe que soy gay, mis amigos también. Y estoy viviendo de una manera tan positiva mi sexualidad que he sentido la responsabilidad de compartirlo con los demás”.
Aunque apuesta claramente por la visibilidad, entiende que haya quien decida no actuar como él. “Me parece muy respetable quien decide no hacerlo público, como me lo parece quien opta por dar un paso al frente. Jamás me he encontrado con nadie que me haya juzgado como deportista por mi condición, siempre ha sido en función de mi rendimiento, y quiero compartirlo. Como deportista homosexual, siento la responsabilidad de dar la cara”. Porque es consciente de que darla es muy importante. “Ha habido más de setenta agresiones homófobas en Madrid en lo que llevamos de año, es una realidad que vivimos. Y no hay casi deportistas que digan que son gays. Pero, según mi experiencia, la gente ha cambiado; como deportista, todo lo que vivido es absolutamente positivo”.
“Como deportista homosexual, siento la responsabilidad de dar la cara”
Cree que si no ha sentido rechazo por parte de nadie a quien le ha contado que es homosexual es porque siempre lo ha hecho en el momento adecuado. En el caso de Víctor, casi nadie se lo imaginaba. “Hay padres que intuyen muy pronto que su hijo es gay. Yo no lo viví así. A los diecinueve años se lo conté a mi madre, y me dijo que me iba a apoyar siempre. Con mi hermano, un año menor que yo, no tuve ni que sentarme a contárselo. Hemos crecido juntos y sobraban las palabras. Teniendo el respaldo de mi familia, estaba tranquilo. Los pilares de mi vida están bien firmes”.
En su entorno deportivo también ha tratado el tema con la más absoluta normalidad. “Nunca me he sentado con el presidente de mi club, el entrenador y los compañeros para decírselo. Al final, es mi vida y hago lo que quiero”. Pero tampoco se ha escondido. “Cuando estás en un equipo de élite, convives con muchas personas con las que estrechas lazos, y con ellos siempre he compartido mi vida. Pero sin ser nunca abanderado de nada”.
En sus años como profesional nunca ha tenido compañeros gays. “Sí tengo amigos homosexuales que hacen waterpolo en equipos amateur. A nivel de élite no conozco ninguno, pero los habrá”. Y ha echado en falta referentes en ese sentido, lógicamente. “Las cosas serían más fáciles si grandes figuras del deporte dieran ese paso adelante, sobre todo en los deportes más mediáticos, fútbol o baloncesto. Porque ellos podrían influir en la opinión de millones de personas y cambiar las cosas de una manera mucho más rápida. Pero siguen siendo muy pocos los deportistas han hecho visible su homosexualidad”.
Cita al futbolista alemán Thomas Hitzlperger como ejemplo de lo que debería ser normal. “Lo hizo una vez había dejado el fútbol, es verdad, pero dio el paso y habló de cómo había sufrido la homofobia de un modo muy valiente”. Víctor confía en que con su historia pueda contribuir a ese cambio. “Espero que mi salida del armario sirva para romper un tabú dentro del deporte, y que haya cada vez más visibilidad”, declara con una gran sonrisa. “No se te tiene que juzgar por tu sexualidad sino por tus méritos deportivos”.
Enseguida se pone serio al analizar el porqué de la ausencia de grandes figuras abiertamente homosexuales en el deporte de élite. “Sigue siendo un mundo machista. No debe de ser fácil escuchar en un campo de fútbol a muchas personas gritándote ‘maricón’. Los grandes clubs son empresas, y hay muchos intereses involucrados...”. Él también tiene que sufrir que se siga utilizando ‘maricón’ como insulto. “Comentarios homófobos salidos de tono he escuchado. Y mis compañeros me miran enseguida para hacerme saber que lo ven patético y fuera de lugar. No pretendo que todo el mundo piense como yo, pero que al menos me r
En sus años como profesional nunca ha tenido compañeros gays. “Sí tengo amigos homosexuales que hacen waterpolo en equipos amateur. A nivel de élite no conozco ninguno, pero los habrá”. Y ha echado en falta referentes en ese sentido, lógicamente. “Las cosas serían más fáciles si grandes figuras del deporte dieran ese paso adelante, sobre todo en los deportes más mediáticos, fútbol o baloncesto. Porque ellos podrían influir en la opinión de millones de personas y cambiar las cosas de una manera mucho más rápida. Pero siguen siendo muy pocos los deportistas han hecho visible su homosexualidad”.
Cita al futbolista alemán Thomas Hitzlperger como ejemplo de lo que debería ser normal. “Lo hizo una vez había dejado el fútbol, es verdad, pero dio el paso y habló de cómo había sufrido la homofobia de un modo muy valiente”. Víctor confía en que con su historia pueda contribuir a ese cambio. “Espero que mi salida del armario sirva para romper un tabú dentro del deporte, y que haya cada vez más visibilidad”, declara con una gran sonrisa. “No se te tiene que juzgar por tu sexualidad sino por tus méritos deportivos”.
Enseguida se pone serio al analizar el porqué de la ausencia de grandes figuras abiertamente homosexuales en el deporte de élite.. “Sigue siendo un mundo machista. No debe de ser fácil escuchar en un campo de fútbol a muchas personas gritándote ‘maricón’. Los grandes clubs son empresas, y hay muchos intereses involucrados...”. Él también tiene que sufrir que se siga utilizando ‘maricón’ como insulto. “Comentarios homófobos salidos de tono he escuchado. Y mis compañeros me miran enseguida para hacerme saber que lo ven patético y fuera de lugar. No pretendo que todo el mundo piense como yo, pero que al menos me respeten”.
“Si grandes figuras del fútbol o el baloncesto salieran del armario ayudarían a cambiar la opinión de millones de personas”
Otro punto de inflexión importante en su experiencia personal fue entrar en la facultad de Periodismo y Comunicación Audiovisual de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. “Me encontré con muchos compañeros homosexuales y eso me abrió los ojos. Siempre había querido tener contacto con gente como yo, y ahí comenzó la etapa 2.0 de mi vida”. Empezó a salir por Chueca y a conocer el ambiente, y se quitó de encima unos cuantos prejuicios. “Tenía la idea de que todo iba a ser perversión, sexo y drogas, y nada más lejos de la realidad”. Ahora se enorgullece de que en su pandilla todos se han hecho fans del ambiente. “Y en el grupo son casi todo heteros, en ese sentido también les he ayudado a romper con un tabú”.
Cuando en alguna entrevista le han preguntado si tenía pareja, nunca quiso entrar en detalles. Ni siquiera cuando estaba con el chico que ha sido su único novio hasta ahora. “Él venía a verme a los partidos, no nos escondíamos; pero no entiendo que en una entrevista deportiva te lo pregunten. En esos casos, decía si tenía o no pareja, sin más. Aunque tampoco me ha pasado mucho. No hay tanta prensa que se interese por nosotros, salvo en momentos puntuales”.
La reciente salida del armario del patinador olímpico Javier Raya, con el que coincidió en su día en un centro de alto rendimiento, le parece muy positiva. Raya subió una foto a sus redes sociales besándose con su novio para compartir la noticia, y aunque Víctor ya lo sabía, porque se conocen bien, le parece importante que lo haya hecho. “Lo hizo en sus redes, para sus amigos y sus seguidores, y ha sentido que es el momento de que la gente sepa que está superfeliz y orgulloso. Es lo que deberíamos hacer todos”.
Nunca podrá agradecer lo suficiente a sus padres que siendo casi un bebé le llevaran a una piscina para que aprendiera a nadar. “A partir de los ocho, empecé a nadar más en serio. A los doce, en el club de natación La Latina nos empezaron a echar dos porterías al agua y un balón, y descubrí que era muy divertido...”. Así comenzó su historia de amor con el waterpolo, y así empezó también su historia de sacrificios, porque una vez terminaba el entrenamiento de natación, comenzaba el de waterpolo. “Salíamos supertarde, tipo once de la noche. Les estoy muy agradecido a mis padres por los sacrificios que hacían por mí”.
A lo largo de su trayectoria se ha encontrado con desafíos importantes, a los que ha ido plantando cara. “Nunca con miedo, porque me dedico al deporte que me gusta. Siempre me enfrento de cara a los retos”, afirma rotundo. Su primer gran paso lo dio a los dieciséis, cuando entró en un centro de alto rendimiento. “Ya no estabas en tu equipo, sino jugando con los mejores de Madrid, y tuve que apretarme las tuercas para ponerme al nivel de mis compañeros”. Lo compaginaba con sus estudios, con horarios adaptados, y los entrenamientos en su club. “Fue la primera vez que tuve que plantearme seriamente si estaba dispuesto a tanto sacrificio. Y sí, lo estaba”.
A las dieciocho, otro gran paso, fichó por el Real Canoe y empezó a jugar en división de honor, ya con contrato profesional. “Llegas a un club así y ves todo lo que supone en cuanto a disciplina y exigencia. La adaptación fue complicada, pero con los años he ido cogiendo responsabilidad, es un proceso natural”. Hoy es el jugador más veterano del equipo, y su capitán.
“El mundo del deporte sigue siendo machista”
Víctor, que mide 1’94, ha ido cogiendo peso progresivamente, y no solo en el sentido figurado. Cuando llegó al Canoe, lo primero que le dijeron fue que debía coger diez kilos para convertirse en un gran boya. “Pesaba 85 y me dieron un verano para ganarlos. No fue fácil. Por eso los retos a los que me he enfrentado no han sido solo físicos, tu mente juega siempre un papel muy importante. Sacrifiqué velocidad para tener más presencia y fuerza”.
Siempre tuvo alma de líder, y no solo ejerce como tal en su equipo, dada su posición, asegura que también ha sido siempre el que llevaba la voz cantante en su grupo de amigos, pero no es algo que fuerce, va en su carácter. Ahora, con 105 kilos y unos logros deportivos incuestionables, recuerda otra fecha como clave: noviembre de 2009, cuando fue convocado por primera vez por la selección nacional absoluta. “Fue alcanzar un sueño. Había estado en la selección de categorías inferiores toda la vida, había sido subcampeón del mundo, subcampeón de Europa... Pero esto significaba llegar a la élite”.
Es muy consciente de practicar un deporte minoritario, “aunque nuestras condiciones de entrenamiento y nuestra exigencia son a menudo mayores que las de deportes que mueven mucho dinero, y el reconocimiento no suele estar al nivel del sacrificio que hacemos”. Está convencido de que hay mucho que potenciar. “Es un deporte de muchísima lucha y tiene el rollo de ver a trece jugadores de cada equipo, con cuerpos bonitos, en bañador”. Y aplaude que se estén planteando introducir cambios en la competición. “Es un deporte complicado de seguir si no conoces las normas. Hay un proyecto para conseguir que resulte más vistoso, que incluye acortar las medidas del campo de juego para que el juego sea más rápido y haya más goles. Ese es el camino”.
La coquetería llega como un plus, porque es evidente que puede presumir de un físico rotundo. “Por la exigencia del entrenamiento, se te queda un cuerpo bonito. No te digo que sea de modelo..., pero a todos nos gusta gustar”. Lo que menos te esperarías es que te cuente que el runrún que ahora mismo corre en su vestuario tiene mucho que ver con el de millones de personas mucho menos atléticas: la ‘operación bikini’. “Sí, todos nos lo estamos currando para llegar mejor al verano. Incluso nosotros que entrenamos cinco horas al día”.
Su operación bikini parte de un ingrediente básico: la alimentación. “Después de tantas horas de entrenamiento, cuando llego a casa como muchísimo. Cuando tienes el trabajo físico hecho, lo único que hay que hacer es cambiar la dinámica de la alimentación”. Porque en su día a día no se priva de nada. “Si tengo hambre, como lo que me apetece. De cara al verano, dejaré durante unas semanas de comer fritos, me quitaré los refrescos... Y se nota un montón”.
Lo suyo es pensar que, dadas las muchas horas que pasa en el agua, también está muy concienciado con el cuidado de su piel, tantas horas en contacto con el cloro, pero reconoce que no es así. “Los jugadores mayores de treinta sí se cuidan más que nosotros, ni en la selección ni en mi equipo suelo ver a compañeros echarse cremita después del entrenamiento. No tenemos en general la conciencia de cuidado que deberíamos”. El pelo sí lo miman más. “Es algo que tenemos presente desde muy jóvenes, y procuramos usar champús especiales y mascarillas”.
“Siempre me enfrento de cara a los retos, nunca con miedo”
FOTOS: MIGUELANGELFERNANDEZ.NET
ESTILISMO: JORGE GONZÁLEZ
MAQUILLAJE Y PELO: DAVID DEIBIS PARA YSL
CON LA COLABORACIÓN DE LA COMUNIDAD DE MADRID/CENTRO DEPORTIVO M-86
Fuente: http://shangay.com/v%C3%ADctor-guti%C3%A9rrez-%E2%80%9Chablo-como-deportista-gay%E2%80%9D