Firma un decreto que prohíbe la discriminación laboral de homosexuales y que retirará la subvención a organizaciones católicas que crean que el sexo fuera del matrimonio es pecado y no contraten a un homosexual. Sigue con su política de nombrar embajadores gays
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Algunas de las cuestiones que están haciendo perder más popularidad al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, son sus errores y fracasos en política exterior. De hecho, una encuesta divulgada el pasado 29 de abril por el Washington Post y la cadena ABC News mostraba que solo un 41% de los estadounidenses aprueba su gestión.
En ese sentido, a la lista de conflictos internacionales que históricamente Obama no ha sabido resolver, como los de Afganistán y Corea, se han sumado otros de nuevos cuya virulencia el presidente estadounidense es incapaz de frenar. Un ejemplo lo tenemos en la forma en que está manejando la situación bélica en Ucrania, donde Estados Unidos ha intentado mover los hilos para restar la influencia de Rusia en este territorio.
Si nos centramos en la actualidad en Oriente Medio, la situación de guerra abierta sin cuartel entre israelíes y palestinos en la Franja de Gaza está afectando especialmente y de forma dramática a la población civil de uno y otro bando. En el conflicto entre Israel y Palestina, romper la “Espiral del Odio” es la solución, y no es algo en lo que Obama esté saliendo precisamente airoso.
Lo mismo sucede en el otro gran foco de terrorismo y violencia que afecta a la población, Irak, donde la situación que viven los cristianos es motivo de alarma para la Santa Sede. Cabe recordar que el Papa Francisco ha insistido en mediar en ambos conflictos, mientras el presidente de Estados Unidos no consigue acercar posturas entre las partes enfrentadas.
El problema ha alcanzado tal dimensión que incluso Obama se ha visto en la necesidad de pedir a Irán que no dé pasos que puedan alentar las divisiones sectarias y llevar a una "guerra civil" en Irak y sí para desempeñar un "rol constructivo" ante la crisis que vive su país vecino.
Tampoco se puede decir que la Administración Obama haya podido frenar que las monarquías del Golfo sigan financiando a los grupos islamistas radicales que actúan en la zona, con una yihad que expande su influencia en el mundo sin que el presidente norteamericano consiga mermarla.
Por no hablar de su incapacidad para evitar un baño de sangre en la guerra civil de Siria, que tiene a las fuerzas del presidente Bassar Al Asad masacrando a sus opositores en una guerra que, a día de hoy, no es el principal foco de atención de los medios de comunicación; y donde, como sucede en Irak, los cristianos se ven obligados a huir del país para no ser eliminados.
Y tampoco se puede decir que haya tenido éxito en los conflictos que China mantiene en sus fronteras, bien sea con Japón, Corea o Filipinas. De hecho, Estados Unidos quedó 'retratado' en su contencioso con China por su apoyo a los japoneses en su particular disputa territorial por las Islas Senkaku.
Para acabar con la discriminación, un decreto injusto
Con todo este escenario de política internacional fracasada sobre su mesa, Obama sí tiene tiempo para promover una de sus debilidades, el homosexualismo político. Sin ir más lejos, en un aparente afán de acabar con la discriminación laboral de los gays, el presidente estadounidense firmó el pasado lunes, 21 de julio, un decreto que prohíbe la discriminación laboral de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB).
Con la vista puesta en las elecciones legislativas de noviembre, Obama firmó una orden ejecutiva que prohíbe en todo el territorio de Estados Unidos la discriminación por la orientación sexual o la identidad de género en las empresas que colaboran con el Gobierno federal.
Sin embargo, ignorando las recomendaciones de organizaciones religiosas, que le pidieron que incluyera en el decreto una exención a las empresas y organizaciones de inspiración religiosa que desarrollan servicios sociales por cuenta del Gobierno, el presidente ha cometido una injusticia con esas organizaciones.
La cuestión de fondo es que, tal como está prevista la orden ejecutiva firmada por Obama, por ejemplo, una organización católica que preste esos servicios caritativos subvencionados por el Gobierno federal y que creen que el sexo fuera del matrimonio heterosexual es pecado, perdería la financiación pública en el caso de negarse a contratar a una persona si es homosexual.
"Con los trazos de una pluma, el presidente tendrá un impacto muy real e inmediato en la vida de millones de personas LGTB en todo el país", declaró Chad Griffin, líder de Human Rights Campaign.
Sin embargo, lo cierto es que con ese decreto, que Obama ha firmado de forma directa para evitar llevar el tema al Congreso, donde a buen seguro no se habría aprobado, lo que hace el presidente es reforzar la capacidad de presión que ya de por sí tiene el homosexualismo político en Estados Unidos.
Al mismo tiempo, como le ocurrió con su polémica reforma sanitaria, obliga a organizaciones religiosas a asumir unas normas que van en contra de sus propias creencias.
Gays a las embajadas
Por otra parte, Obama sigue con su política de incorporar como responsables de sus embajadas en el extranjero a homosexuales que, además, no proceden de la carrera diplomática.
Lo hizo en España, donde nombró como embajador a James Costos, un activista del homosexualismo político, como denunció en su día e-Cristians, que pidió al Gobierno español que negara el 'placet' al nuevo embajador portratarse de “un hecho inaceptable desde el punto de vista de la neutralidad formal que debe poseer toda representación diplomática”.
En mayo de este año el presidente estadounidense nombró a Theodore (Ted) Osius, embajador en Vietmam. Osius está “casado” con otro hombre, Clayton Bond, quien también trabaja en el servicio exterior norteamericano. Theodore Osius, ex-asesor de Al Gore, se presentó en junio ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, según informaba recientemente NoticiasGlobales.org.
Este nombramiento se suma al de otros homosexuales, incluido James Costos, como Rufus Gifford, embajador en Dinamarca; Daniel Baer, embajador ante la OSCE (Organización de Seguridad Europea); o James "Wally" Brewster Jr, embajador en República Dominicana, que se encontró con el rechazo de la sociedad dominicana por su activismo gay.
Con todo ello, Obama está cumpliendo con la promesa que hizo de que al terminar su mandato habrá un número considerable de embajadores gays, lesbianas, bisexuales transexuales.
En esta línea, hay que destacar que el pasado 21 de junio los cónsules de los Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Canadá, República Checa, Finlandia y Portugal, estuvieron al frente de la tercera marcha del “orgullo gay” de Tesalónica (Grecia).
El cónsul Robert P. Sanders de Estados Unidos portaba un cartel en el que se podía leer:“Diplomáticos en favor del Orgullo de Tesalónica”. La marcha fue condenada por la iglesia ortodoxa local y el obispo Anthimos la describió como una “promoción de perversión”.
Cabe mencionar también que, con motivo del Día del Orgullo Gay en Barcelona, la cónsul general estadounidense en esta ciudad, Tanya C. Anderson, y el cónsul general encargado de los servicios norteamericanos, Ramón Menéndez-Carreira, visitaron varias asociaciones en el Village Pride 2014 instalado en Barcelona, como se puede observar en la imagen que acompaña esta información.
También hay que señalar que, el 24 de junio, el vicepresidente Joe Biden, Susan Rice, asesora en seguridad nacional, y la asesora presidencial Valerie Jarrett, fueron algunos de los altos funcionarios que asistieron al primer Foro Global sobre Derechos Humanos LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales), realizado en la Casa Blanca.
El White House Forum on Global LGBT Human Rights, al que asistieron según la información oficial cientos de personas, sirvió para que el Gobierno de Obama renovara su compromiso de "promover y proteger los derechos humanos y la dignidad de las personas LGBT, en todo el mundo, dondequiera que se vean amenazados".
Con informaciones de "Forum Libertas"