El referéndum mediante el cual Sebastopol se separaba de Ucrania para anexionarse a Rusia como “sujeto federal” dividió a la comunidad LGTB de la ciudad. Si bien muchos se consideraban culturalmente rusos, también temían verse sometidos a las leyes vigentes en ese país, que coartan la visibilidad de las personas LGTB, impidiendo, entre otras cosas, la celebración de las Marchas del Orgullo.
Sin embargo, la secesión de Ucrania triunfó en el referéndum, con un apoyo del 97 % de los participantes, aunque los países occidentales no han reconocido el resultado por considerarlo ilegal. Tras la aprobación de la independencia de Crimea por su Parlamento, el Ayuntamiento de Sebastopol aplicó el resultado del referéndum, votando a favor de la integración de la ciudad en la Federación de Rusia como territorio federal, es decir, como una entidad diferenciada del resto de Crimea, con el mismo estatus de las ciudades de Moscú y San Petersburgo.
De la homofobia social de Ucrania…
Ciertamente, la situación de la población LGTB en Ucrania es complicada. La homosexualidad fue legalizada en 1991, pero más allá de eso no se reconoce ningún derecho. La homofobia, amparada desde ámbitos como el religioso o el policial, es generalizada. Un sondeo hecho público en noviembre de 2011 mostraba que el 78,1 % de los ucranianos condena las relaciones entre personas del mismo sexo.
Es imposible no recordar, por ejemplo, la brutal agresión que sufría en mayo de 2012 el activista LGTB Svyatoslav Sheremet con ocasión de la que iba a ser primera marcha del Orgullo en Kiev, la capital ucraniana, suspendida en el último momento ante la presión de cientos de contramanifestantes. Cuando Sheremet explicaba a un grupo de periodistas el porqué de la anulación, fue brutalmente atacado por una decena de jóvenes que se ensañaron con él, pateándole con fuerza incluso cuando ya estaba en el suelo. Un año después, en mayo de 2013, el Orgullo era prohibido por los tribunales a petición de un grupo de parlamentarios ucranianos, argumentando posibles disturbios. Aún así, la marcha se acabó celebrando, y 50 activistas se manifestaron durante algo menos de una hora.
La situación actual en Ucrania tras el conflicto con Rusia es aún menos halagüeña para el colectivo LGTB, si se tiene en cuenta que el partido de extrema derecha Svoboda (“Libertad”), algunos de cuyos miembros han atacado en el pasado a activistas LGTB, es uno de los grandes triunfadores de la “revolución ucraniana”, hasta el punto de que ha colocado en el nuevo gobierno al vice primer ministro, a tres ministros y al fiscal general, además de a varios gobernadores de provincias. Otra de las formaciones que ha crecido al calor de las revueltas es el denominado Pravy Sektor (“Sector de Derechas”), una organización neonazi de carácter paramilitar cuyo líder es Dmitri Yarosh, que en una entrevista al diario El País expresaba su actitud negativa hacia los homosexuales, indicando que no aceptaba la “propaganda homosexual” ni el matrimonio igualitario.
…a la homofobia de estado rusa
Pero, con la anexión a Rusia, esa misma población se enfrenta a una homofobia social de igual o mayor intensidad y a una legislación que impide de hecho la propia visibilidad de las personas LGTB. Cualquier celebración de las festividades del Orgullo, por ejemplo, es prohibida por ser considerada “propaganda de relaciones no tradicionales a menores”.
Quienes simplemente enarbolan una bandera arcoíris o reivindican la celebración del Orgullo son detenidos y sancionados. Aun más temible es la práctica impunidad con que actúan grupos como Occupy Pedofilyaj y similares, dedicados al acoso, tortura e incluso asesinato de personas LGTB ante la pasividad muda de autoridades y población.
En un correo electrónico dirigido a la cadena de noticias estadounidense NBC News, uno de los miembros de la comunidad LGTB de Crimea, Maxim Kornilov, resumía la situación actual de la siguiente manera: “antes de la ocupación rusa era muy complicado ser gay en Ucrania, por eso seguía en el armario y me sentía atrapado. Ahora es absolutamente insoportable”.
Fuente: Tras su anexión a Rusia, quedan prohibidas las Marchas del Orgullo de Sebastopol en aplicación de sus leyes homófobas