El presidente ruso, Vladimir Putin, lee con inusual tolerancia los reportajes de la prensa internacional sobre clubes nocturnos gay como el Mayak Cabaret de Sochi. Cientos de personas acuden allí cada día fin de semana y nada tienen que temer. Tampoco los deportistas se enfrentan al más mínimo problema en la ciudad ubicada a orillas del Mar Negro.
Incluso, los coloridos atuendos que visten los miles de voluntarios olímpicos que se pasean por la ciudad parecen hacerle un guiño a la bandera del orgullo homosexual. Todo luce como si Putin nunca hubiera firmado en 2013 la denominada 'ley anti-gay', que penaliza la 'propaganda de orientaciones sexuales frente a menores'.
'La ley no ha cambiado mi vida, yo sigo a lo mío, haciendo las mismas cosas. Creo que sólo se ha detenido a una persona por eso, así que mientras no se aplique...', aseguró a dpa el ruso Alexei, uno de los asistentes al Mayak Cabaret durante los Juegos de Sochi.
Pero entre Sochi y el resto de Rusia hay un mundo diferencia. Así lo dejó en claro el patriarca de la iglesia ortodoxa rusa Kirill, cuando en una misa en Moscú advirtió que aquel que fortalece los derechos de los homosexuales 'viola las leyes de dios y legaliza el pecado'.
El patriarca, que considera a las leyes rusas como una contribución a 'la salvación de la humanidad', tiene una estrecha relación con Putin e incluso visitó recientemente Sochi.
Las diferencias entre el reluciente balneario y el resto de Rusia quedaron expuestas ya en la ceremonia de inauguración, cuando cuatro activistas defensores de los derechos homosexuales fueron detenidos en San Petersburgo.
Según informó la organización internacional All Out, los activistas fueron arrestados por tomar fotos junto a un cartel que citaba el principio 6 de la carta olímpica: 'La discriminación es incompatible con el movimiento olímpico'.
Las organizaciones de derechos humanos piden desde hace tiempo no dejarse encandilar por las luces del 'show de Putin' en Sochi. Como ex jefe de inteligencia de la KGB en tiempos de la Unión Soviética, Putin sabe perfectamente cómo sorprender a sus adversarios.
El jefe de gobierno holandés, Mark Rutte, se mostró incrédulo tras un reciente encuentro con Putin. El presidente ruso le dijo entonces que estaba de acuerdo con lo que leyó en uno de los reportajes sobre el Mayak Cabaret. Un visitante pedía, según el reporte, dejar tranquilos a los homosexuales. 'Estoy de acuerdo con lo que dice esta persona', fue citado Putin por las agencias rusas. 'Mientras menos agresiones haya sobre este tema, mejor', añadió.
La mirada discriminatoria de los medios estatales hacia los homosexuales, sin embargo, no ha cambiado mucho. Pero en Sochi todo parece un mundo paralelo. En parte eso se debe a que, por el momento, los atletas han desistido de realizar protestas. Para la mayoría, el eje está en las competencias. 'Estoy aquí como deportista', comentó la saltadora de esquí austríaca.
Daniela Iraschko-Stolz. 'Siempre he dicho que estoy con una mujer y no he tenido problemas en Rusia o con la federación austríaca. Pero hace diez años era diferente', asegura.
La patinadora artística estadounidense Ashley Wagner también quiere centrarse en el deporte. 'Estamos todos muy concentrados en nuestra tarea', afirma, siguiendo la misma línea que varios entrenadores homosexuales.
Las mayores muestras de protesta no provinieron del deporte, sino de la política. El secretario general de la ONU, el surcoreano Ban Ki-moon, condenó claramente la homofobia durante su paso por Sochi. Y los tres principales patrocinadores olímpicos estadounidense criticaron abiertamente la ley 'antigay' rusa. Sin embargo, los activistas no esperan grandes cambios tras los Juegos.
Por Ulf Mauder (dpa)
Fuente: ¿Cambio o estrategia? Sochi muestra su rostro más amable a los gays