Esto unido a la ausencia de políticas LGTB por parte de todos los grupos municipales lleva a situaciones de ostracismo y formas, refinadas o no, de violencia. Algunos grupúsculos fascistoides se organizan para agredir a personas LGTB que, por miedo a afrontar un proceso judicial y volver a ser el objetivo de nuevos ataques, no denuncian, quedando- en la mayoría de los casos- impunes estas acciones.
La comunidad LGTB advierte que, hasta el momento, estos trágicos sucesos han quedado- en la mayor parte de los casos- silenciados u obviados. La crisis y la vuelta al armario en trabajos y lugares de ocio hace de la comunidad LGTB burgalesa casi un ente invisible, siempre fragmentado.
Los últimos sucesos han ocurrido en el parque de La Isla, cuando homosexuales que transitan por el mismo y lo usan como discreto lugar de encuentro, fueron agredidos. Los ataques se producen también en parques como Fuentes Blancas, La Quinta y La Isla, además de en las zonas de esparcimiento, algunos bares o el pinar de Cortes, donde se han producido agresiones con piedras, insultos y hostigamientos continuos.
Los ataques se producen de madrugada y especialmente en los momentos en que las personas LGTB expresan su sexualidad, ligando, practicando cruising o simplemente mostrándose afecto en público, lo que ha conllevado en disputas y peleas provocadas por personas homófobas y de extrema derecha que pretenden que Burgos siga siendo una ciudad sitiada; sitiada a gays, bolleras, transexuales, presas de un miedo propio de otros tiempos, amenazados/as con la invisibilidad.
Así, son simbólicamente expulsados/as de la ciudad, obligándoles a exiliarse hasta ciudades grandes donde poder ejercer y mostrar su sexualidad en libertad.
Fuente: Represión sexual en Burgos