Tras las denuncias de activistas como Harvey Fierstein, el pasado viernes el Comité Olímpico Internacional anunció que “había recibido garantías” por parte del gobierno ruso de que los atletas y espectadores en Sochi 2014 no se verían afectados por las leyes homófobas rusas (alguien ha sugerido que el COI podría utilizar triángulos rosa para señalar a los homosexuales que no deben ser atacados…). Sin entrar a valorar la catadura moral de un organismo dispuesto a ignorar el sufrimiento de las personas LGTB rusas, apenas ha sido necesario esperar unos días para escuchar a un político ruso refutar dichas palabras: Vitaly Milonov, uno de los principales promotores de la ley que prohíbe la denominada “propaganda homosexual”, ya ha desmentido las declaraciones del COI, apuntando que la ley no puede ser suspendida o aplicada de forma selectiva, y que los atletas y espectadores en Sochi también estarán bajo ella. No faltarían precedentes, y de hecho hace poco más de una semana unos ciudadanos holandeses se convirtieron en las primeras víctimas extranjeras de dicha ley.
La política homófoba seguida por el gobierno de Moscú ya ha motivado un boicot hacia los productos rusos (especialmente el vodka), lanzado entre otros por el activista Dan Savage. No todos coinciden en la conveniencia o eficacia de tal boicot (de hecho hay activistas LGTB rusos que no lo apoyan y prefieren organizar un Orgullo LGTB de Invierno en Sochi) pero no se puede negar que está funcionando, al menos en la medida en que ha conseguido que los medios generalistas hablen por fin de lo que está sucediendo en Rusia.
Rusia, una situación cada vez más dura para las personas LGTB
La terrible deriva homófoba que está teniendo lugar en Rusia no es ningún secreto para los lectores de dosmanzanas. Se trata de un país que un país que ha institucionalizado la homofobia de Estado aprobando recientemente una ley que prohíbe la llamada “propaganda homosexual” (en la práctica, prohibiendo cualquier actividad pública de reivindicación y defensa de los derechos LGTB) con la unanimidad de sus fuerzas políticas, y cuyos líderes religiosos e incluso personalidades del mundo cultural comulgan en buena parte con dicha actitud. “Signo del apocalipsis”, calificaba recientemente el patriarca de Moscú y cabeza de la iglesia ortodoxa rusa Cirilo I al matrimonio entre personas del mismo sexo. “No tengo nada en contra de los homosexuales, es un asunto individual de cada uno. Pero se trata del exterminio de la armonía divina y humana” opinaba por su parte, también sobre el matrimonio igualitario, el director de cine Nikita Mijalkov.
Tal clima de rabiosa homofobia ha dado alas a la violencia contra la minoría LGTB. Hace unos días conocimos la espantosa noticia de adolescentes LGTB torturados a manos de neonazis, sin que las autoridades rusas parezcan por el momento preocupadas por intervenir. También recientemente hemos tenido conocimiento del asesinato de dos homosexuales en Rusia, uno en la península de Kamchatka, en el extremo oriental del país, y otro en Volgogrado, al sur. La punta de un iceberg del que poco a poco vamos conociendo su auténtica entidad.
Fuente:La homofobia de estado en Rusia motiva un boicot a los productos rusos y pone en tela de juicio los Juegos Olímpicos de Sochi