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Fuente: Ideal digital
GRANADA
Una pareja de homosexuales son agredidos por sus vecinos para que se marchen del piso
Desde hace cuatro meses residen en una casa de La Chana, donde sufren todo tipo de insultos con expresiones como «maricones de mierda» y amenazas de agredirles con una escopeta Se trata de dos jóvenes que llevan catorce meses viviendo como pareja tras conocerse en El Ejido
JUAN ENRIQUE GÓMEZ/GRANADA
PAREJA. Carlos muestra las heridas y la denuncia en compañía de José Manuel. / LUCÍA RIVAS
Para dos jóvenes del mismo sexo, vecinos de Granada, ejercer su derecho de vivir en pareja no es nada fácil. A sus vecinos no les gusta que haya homosexuales en su edificio de la calle Maestro Sirí de La Chana. Los insultos, vejaciones y amenazas han desembocado en agresión. Hace cuatro días, Carlos Rubio, uno de los jóvenes acabó el hospital con una herida en la cabeza, una mano con un fuerte esguince en un dedo y la muñeca y contusiones en todo el cuerpo. Había sido agredido por dos de sus vecinos. La llegada de José Manuel Alférez, su compañero, impidió que la situación fuese aún más grave.«Sabíamos que algo así podía pasar, porque desde que llegamos a esta casa, hace cuatro meses, no han parado de insultarnos e intentar hacernos la vida imposible», afirma Carlos. Aquel día, mientra estaba en el interior de su vivienda, escuchó voces en las escaleras y el rellano de entrada al inmueble. «Tenemos que hacer una reunión para echar a esos maricones»; «son unos enfermos mentales», eran dos de las frases que se escuchaban en el interior de la casa. Carlos salió a la puerta. «Les dije 'qué es lo que pasa con los maricones' y la respuesta fue un golpe en la frente con una llave que uno de los vecinos tenía en la mano», cuenta Carlos. Acto seguido sufrió un empujón que le hizo caer sobre los tres escalones que bajan hacia la puerta de la calle. Ese golpe le produjo el esguince y contusiones en brazos y espalda.
«En ese momento yo entraba por la puerta de la calle y me encontré con Carlos en el suelo y con la cara ensangrentada por la herida en la cabeza», afirma José Manuel, que regresaba de comprar en el supermercado. «Creo que actué bien, porque le levanté y lo metí en la casa, con la intención de quitarle de allí, sin saber muy bien lo que había pasado», dice el compañero de Carlos.
Denuncia
Los vecinos siguieron con los insultos. Poco después los dos jóvenes pudieron salir de la casa y acudir a un centro hospitalario, para posteriormente denunciar lo ocurrido en el juzgado de guardia.
Ayer se tenía que celebrar el juicio por la agresión, pero se tuvo que suspender porque el abogado de los jóvenes no estaba en Granada. «También esto ha tenido sus problemas, ya que desde el juzgado se nos avisa de que se va a celebrar el juicio sólo con una hora de antelación, y nuestro abogado no estaba aquí, por lo que una vez que ya estábamos en el juzgado pedimos el aplazamiento», dice José Manuel, para quien lo más extraño es que «nosotros hemos sido denunciados por los vecinos de ser los agresores, incluso yo mismo, que no estaba aquí en ese momento y he podido demostrarlo. Es el colmo de la desfachatez», dice.
Vida en pareja
Para estos dos jóvenes, que se conocieron en el Ejido hace catorce meses y decidieron formalizar su relación como pareja, «es inconcebible que casi la totalidad de los vecinos de la casa que alquilaron para vivir en Granada, muestre esta actitud de rechazo frontal a dos personas que no queremos hacer daño a nadie».
Los problemas más graves no son de ahora. Comenzaron con la amenaza de uno de los vecinos que les indicó que si no se marchaban cualquier día les sacaba la escopeta de caza. Una amenaza que también se denunció en su momento.
«Nos han amenazado con matar al gato que tenemos en la casa, y de verdad temenos que ocurra, que lo envenenen. De hecho escuchamos disparos de escopetilla de perdigones y no sabemos de donde vienen», afirman.
Carlos y José Manuel, están en el paro. El segundo de ellos, cristalero de profesión esperaba poder montar una empresa pero le han fallado una serie de ingresos que tenían que llegar. «Estamos en la búsqueda de trabajo», igual que muchos de los vecinos que viven en esa zona del barrio de La Chana, considerada como de las más deprimidas, donde muchos de los habitantes son inmigrantes, trabajadores en paro y personas de avanzada edad, como los que les han hecho la vida imposible en estos últimos cuatro meses.
No les ha servido de nada acudir a la presidenta de la comunidad de vecinos, ya que aseguran que está también entre el grupo de personas que les insultan y quieren que se vayan. «Realmente nos marcharíamos con gusto, pero nuestra economía no nos lo permite. Y gracias a que la dueña de esta casa nos comprende».
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