Terrible noticia la que nos llega desde Malasia: las autoridades del estado de Terengganu han enviado a 66 chicos de entre 13 y 17 años, identificados por sus profesores como demasiado “afeminados” a un campamento de varios días de duración para que adquieran “hábitos masculinos” y “evitar que se hagan” homosexuales o transexuales. Según Razali Daud, director estatal de educación, el campamento ha sido diseñado “para devolver (a los chicos) al camino recto de la vida antes de que lleguen a un punto de no retorno. Tal comportamiento afeminado es antinatural y afectará a sus estudios y a su futuro”. “No podemos forzar a los chicos a cambiar, pero queremos que sepan el alcance de sus decisiones en la vida. Algunos chicos afeminados acabarán como travestidos o como homosexuales, pero queremos limitarlo en la medida de lo posible”, ha añadido.
No han sido divulgados los detalles del programa que el campamento obligará a seguir a los chavales, pero según Razali Daud consistirá en clases “religiosas y motivacionales” combinadas con una “guía física”. Oficialmente, los adolescentes no han sido obligados a acudir al campamento, sino que simplemente han sido “invitados”… Cuando terminen la estancia en el campamento, serán monitorizados por sus padres y profesores para comprobar su evolución y seguir “aconsejándoles”.
Pang Khee Teik, activista LGTB malayo, ha calificado el campamento como “indignante”. “Si no hacemos nada para detener la homofobia de raíz, me temo que esto irá a peor”, se ha lamentado.
Malasia, socio de Occidente
Malasia es un país del sudeste asiático de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana. Es una de las principales economías de la región y constituye un importante socio de Occidente. La sodomía está castigada con penas de hasta 20 años de cárcel, si bien en la práctica la homosexualidad no suele perseguirse.
Con demasiada frecuencia nos vemos obligados a recoger noticias de corte homófobo sucedidas allí. La última de ellas, la censura de la canción Born This Way, de Lady Gaga, por su contenido LGTB. Semanas antes, un joven gay musulmán recibía amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario.
Hace poco más de un año informábamos sobre la relajación de la censura, dispuesta a permitir la presencia de personajes homosexuales en el cine siempre y cuando se arrepientan o se vuelvan heterosexuales. Pocas semanas después la ley contra la sodomía era usada para juzgar a Anwar Ibrahim, un líder opositor, noticia que también recogimos. Antes, en noviembre de 2008, nos hacíamos eco de como las autoridades musulmanas dictaban un edicto contra las “actitudes masculinas” en las mujeres, entre las que se incluía el lesbianismo y el vestir “como un hombre”.
Todo un catálogo de horrores que parecen no tener fin.