Enviado Enoch el 20 Octubre 2010
A principios de este mes el periódico ugandés Rolling Stone (sin relación alguna con la conocida revista estadounidense) publicó en plena portada una “noticia” revelando la identidad de cien ciudadanos homosexuales (incluyendo nombres y direcciones junto a cada fotofgrafía) con la etiqueta “Hang Them” (“A la Horca”). Según activistas LGTB, al menos cuatro de los figurantes en la lista han sido atacados tras su publicación, y muchos otros han pasado a la clandestinidad.
Ha transcurrido ya un año desde que el parlamentario ugandés David Bahati, relacionado con grupos fundamentalistas cristianos de Estados Unidos que promueven terapias reparadoras de la homosexualidad, intentase introducir una ley que endurecería aún más el tratamiento de la misma (castigada ya con cárcel), con penas de cadena perpetua o muerte. Ante las protestas de la comunidad internacional la ley permanece por ahora en un limbo legal (aunque aún no ha sido archivada, como incorrectamente sostienen numerosos medios), pero sus consecuencias se hicieron notar desde el principio: la persecución y ataques a homosexuales no han hecho más que aumentar en el último año. “Antes de la introducción de la ley en el parlamento a casi nadie le importaban nuetras actividades. Pero desde entonces somos perseguidos por muchos que odian la homosexualidad”, según el activista Patrick Ndede. “La publicidad que rodeó a la ley atrajo la atención de muchos sobre nosotros, y comenzaron los maltratos.” Así, más de 20 homosexuales han sido atacados durante el último año en el país, y otros 17 han sido arrestados y permanecen en prisión, según la asociación Minorías Sexuales de Uganda. La cifra correspondiente al mismo período hace dos años fue de “sólo” 10 personas atacadas.
Y este 9 de octubre, cinco días antes de cumplirse el aniversario de la introducción de la ley de marras en el parlamento, fue publicado el artículo llamando a una auténtica caza de brujas con la información personal de cien supuestos homosexuales ugandeses. Por si fuera poco, el artículo sostenía que una enfermedad mortal desconocida estaría atacando a la población homosexual del país, y que los gays estaban “reclutando” a un millón de niños para su causa, asaltando escuelas. El gobierno ordenó posteriormente al periódico dejar de publicar, pero no por el contenido de sus noticias sino porque la recién estrenada publicación no se había registrado oficialmente, algo inadmisible para un gobierno acostumbrado a ejercer un férreo control sobre los medios. De hecho, según el Consejo de Medios de Uganda el periódico podrá volver a publicar en cuanto finalice su proceso de inscripción.
Los activistas LGTB del país ya estarían preparando una demanda, en un intento de evitar nuevos despropósitos (justificados según el editor del periódico “por ser de interés público”). En cualquier caso las consecuencias del artículo ya se han hecho notar, desencadenando ataques fisicos y verbales, arrestos irregulares, expulsiones de viviendas, etc.