Hasta 1997 ser homosexual en China estaba penado por la ley y hasta el 2001 se consideraba una enfermedad mental. Hoy los gais siguen sin poder donar sangre porque se les considera un grupo "peligroso, de sexualidad disipada", denuncian los colectivos homosexuales. Pese a que en las grandes ciudades cada vez hay más bares de ambiente, este año un concurso de belleza gay en Pekín fue anulado en el último momento por la policía. "Mucha gente no quiere salir del armario por miedo a represalias. Y en los pueblos la situación es mucho peor", comenta la sexóloga He Xiao Pei. "El otro día nos llamó un hombre gay de 35 años desde una zona rural en el sur para pedir ayuda. Lleva meses sin salir de casa porque en su aldea le consideran un pervertido".
"Lesbiana de 26 años de Harbin (provincia del norte de China) busca gay para casarse urgentemente. Mi familia me presiona y necesito encontrar a alguien, mejor si tiene un trabajo estable. Abstenerse personas deshonestas". Este mensaje, colgado en el foro Lala. com, es uno de cientos en internet, a menudo la única vía de escape para los homosexuales en China. La presión social por casarse y tener descendencia es tal que el 90% opta por contraer matrimonio, según un estudio de la Universidad de Shanghai del 2009.
"Una familia sin descendencia se considera juehu,mutilada. Es la mayor desgracia en China, lo más doloroso que le puede pasar a unos padres", asegura Li Yinhe, de la Academia China de Ciencias Sociales. Una idea confuciana que lleva años atenazando a Bu Bu, como pide ser citado este empresario de "unos 40 años, casado hace más de 10" con una mujer heterosexual. Tienen un hijo pequeño al que adora, pero se declara profundamente infeliz. "Es una vida falsa. Mi familia es una de las más ricas de Shanghai, dirijo una empresa junto a mi esposa, la única que sabe que soy gay. Por el bien de nuestro hijo y nuestro patrimonio hemos acordado no revelar nunca mi identidad sexual", explica. El matrimonio duerme en cuartos separados, pero comparte una agenda social apretada. Han establecido que cuando Bu Bu quiera dormir con un amante, lo disfrace de viaje de negocios. "Sé que es un drama yme he sentido culpable durante muchos años, pero no puedo divorciarme. Mi esposa no se merece ese deshonor social, es una gran persona". En los planes de Bu Bu no entra confesarle nunca su verdadera sexualidad a su hijo. "Sólo espero que no sea gay porque en ese caso o se marcha de China o sufrirá tanto como yo", sentencia.
La cultura tradicional china da más valor a la felicidad de la familia que a la propia. "Mucha gente renuncia a su bienestar por perpetuar las costumbres", asegura la socióloga Li. "En los últimos años estamos viendo a gais y lesbianas que se casan para evitar rumores y luego viven separados, con sus respectivas parejas. Pero sigue habiendo muchas mujeres heterosexuales que aceptan casarse con gais o que descubren la sexualidad de sus maridos a posteriori", señala. Son tan numerosas en China que tienen un nombre, tongqi,literalmente esposa de homosexual. Según la sexóloga Liu Da Lin, en China habría unos 25 millones de tongqis.Un dato difícil de comprobar, puesto que muchos hombres ocultan sus preferencias sexuales y muchas mujeres mantienen esa parcela de su vida en secreto.
Xiao Chong, editora de 28 años, se define a sí misma como tongqi y forma parte de un grupo en internet de mujeres en la misma situación. "Todas tenemos más o menos el mismo perfil. Somos tradicionales, conservadoras, algo tímidas, sin experiencia y buscábamos un hombre con quien formar un hogar para siempre", dice. Se casó el año pasado con el amor de su vida, al que conocía desde pequeña, pero sigue siendo virgen. "Me contó que era gay, pero yo no tenía muy claro lo que era eso -explica mirando al suelo y retorciéndose nerviosamente los dedos-. Poco antes de la boda, también se lo contó a sus padres. ¿Puede creer que estos le dijeron que no se preocupara, que ya se le pasaría?".
El divorcio es una opción que Xiao Chong empieza a sopesar, pero que la mayoría de esas parejas descarta, explica He Xiao Pei, directora de la asociación Pink Space, que asesora a tongqis. Para Tian Lei Shi es "inviable", pues está embarazada de ocho meses. "Al principio fue un infierno porque justo después de la boda descubrí que un hombre le mandaba mensajes de móvil a mi marido - explica esta abogada de 29 años-.Al cabo de muchas discusiones se fue de casa, pero no se lo hemos contado a nadie porque provocaría un drama terrible en nuestras familias. Ahora vive con su novio y viene el fin de semana a cuidarme, me llama cada día y está muy ilusionado con el bebé. Nuestra vida es más sencilla, eso es lo que queremos. Creo que será un buen padre".
5-IX-10, A. Fuentes, lavanguardia