MADRID, 5 (EUROPA PRESS) La prostitución homosexual masculina ha abandonado en los últimos años los reductos establecidos en algunas calles del madrileño barrio de Chueca y se ha concentrado en pisos y, especialmente, en espacios virtuales de Internet.
Ésta es la conclusión a la que ha llegado la Fundación Triángulo, la única organización que ha realizado un informe sobre los trabajadores masculinos del sexo. Un sector, hasta ahora 'invisible' pero que ha tomado importancia en los últimos días a raíz de la desarticulación de la primera red que explotaba sexualmente a hombres en España.
El coordinador de atención a Trabajadores Masculinos de Sexo de la Fundación, Iván Zaro, ha explicado a Europa Press que casos como éste de redes de trata son algo "anecdótico". "En este colectivo, el que trabaja en esto es porque quiere y por razones generalmente económicas", ha concluido, ha dicho.
Así, en la capital existen locales de copas, pisos y saunas en los que se ejerce la prostitución en Madrid, ubicados frecuentemente en Chueca. Pero no en todos se permite esta práctica. De hecho, según explicó Zaro, sólo existe actualmente tres pisos y una sauna dedicada exclusivamente a ello, y se permite en un par de locales.
Sin embargo en los últimos años son nuevas tecnologías, y sobre todo Internet, los que han cambiado el comercio de la prostitución. Así, existen actualmente chat específicos de sexo e incluso de chaperos. La negociación se establece a través de una conversación privada con el cliente, en la que se incluyen fotografías y enlaces al perfil del trabajador.
EL DECLIVE DE LA CALLE
El auge de la prostitución callejera masculina y homosexual se dio en los años 80. Se concentraban en puntos situados en calles y plazas que iban desde la Puerta del Sol hasta el paseo de Recoletos, especialmente en el barrio de Chueca. Este espacio estaba poblado en su mayoría por españoles que encontraban en la prostitución una vía para la obtención de dinero para sufragar su consumo de drogas.
"Una de las principales características de este colectivo es su invisibilidad, ya que al contrario de las trabajadoras sexuales, los hombres que ejercen la prostitución carecen de una imagen o rasgos esteoritipados que les permitían ser identificados por la sociedad", señaló Zaro.
Con el tiempo y la apertura de numerosos locales de ocio y sexo anónimo, estos 'chicos' dejaron la mayoría de las calles y sólo se dejaban ver en algunos puntos de la calle Almirante y en otra zona histórica, como la Puerta del Sol. En ella se concentra el nivel socio-económico más bajo dentro de la prostitución masculina, con un alto número de personas que carecen de recursos mínimos para cubrir sus necesidades básicas.
En la primera década de este siglo la prostitución masculina ha desaparecido de la calle Almirante, mientras que las obras de Cercanías de la Puerta del Sol han retirado a la mayoría de estas personas, que anteriormente se colocaban en las jardineras de la entrada de la plaza por la calle Preciados.
A día de hoy todavía queda un pequeño núcleo de chavales ejerciendo en Sol, la inmensa mayoría inmigrantes latinoamericanos, de Europa del Este y magrebíes en situación irregular y con escaso dominio del idioma castellano. Su situación de exclusión les obliga a aceptar ofertas mucho más bajas que las del mercado de la prostitución general.
Una característica de esta zona es la relación de amistad que mantienen entre sí un numeroso grupo de clientes, cuyo perfil medio es el de jubilado.