Un 'sí quiero' agridulce
• La primera boda de hombres de Catalunya se celebró pese a equivocaciones e imprevistos
MONTSE MARTÍNEZ
BARCELONA
El "sí" pendió de un hilo hasta el último minuto. Finalmente, el monosílabo pudo escucharse primero de la boca de Antonio, breve, ténue, casi furtivo. Manuel, ramo en mano, fue más contundente.
Tras una hora de máxima tensión --en la que se temió por la celebración del enlace--, los aplausos llenaron la sala de celebraciones del Registro Civil de Barcelona, en la plaza de Medinaceli, cuando Manuel Mejuto, de 46 años, y Antonio Aliaga, de 57, se convirtieron en el primer matrimonio homosexual de hombres de Catalunya.
Fue una boda de infarto. La razón principal fue que los contrayentes, mal informados por su abogada, se equivocaron de día. Y acudieron vestidos de novios, con toda la familia y amigos detrás, un lunes a las 9.45 de la mañana, cuando solamente debían cumplir un trámite de los varios que anteceden a toda boda civil. Un trámite para el que ya les habían dado prioridad por el cáncer terminal que padece Antonio.
Protagonismo del secretario
En esta coyuntura, los novios tuvieron que ceder una porción del protagonismo de la jornada al secretario del Registro Civil de Barcelona, Jordi Farré, que, aún lleno de razón, hizo gala de una falta de tacto que costaría de creer si no fuera porque muchos testigos pueden corroborarlo. A voz en grito, espetó: "O me trae usted un certificado conforme se puede morir en 24 horas o no puede haber boda".
No lo dijo solo una vez. Lo repitió tantas y tan alto como veces le preguntaron si había alguna manera de arreglar una ceremonia con marcado sabor agridulce. Enfrente tenía constantemente a Antonio para el que, en estos momentos, cada día que pasa es un regalo.
Media hora después, el secretario tenía encima de su mesa el certificado que con tan poca sutileza había pedido al enfermo y a sus familiares. La boda se celebró y los trámites que faltaban, entre los que se encuentra que el fiscal diera el visto bueno, se realizarán con posterioridad.
"Relájate, tranquilízate", le decía Manuel a Antonio mientras esperaban el negro futuro estampado en un papel oficial, llenándolo de besos y abrazos. "Difícil hasta el final, ¿verdad?", le contestaba Antonio con una mirada de complicidad que solamente puede dar 30 años de relación. En el piso de abajo, momentáneamente ajena al drama, estaba María, de 85 años, madre de Manuel. Natural de la localidad lucense de Palos de Rey, la anciana, guapísima y elegante, recordaba cómo siempre ha apoyado la lucha de sus hijos homosexuales. Porque Manuel tiene un hermano gemelo que también es gay.
Antonio, de Torremolinos (Málaga), y Manuel, de Palos de Rey (Lugo), se conocieron en Barcelona un día antes de la muerte de Franco. Desde entonces. Con sus más y sus menos. "Para nosotros podernos casar es un logro maravilloso", explicó Antonio, que insistió en el choque poder ser detenidos e ir a la cárcel acusados de maleantes a tener los mismos derechos que cualquier pareja heterosexual.
Pero los dos convienen en que todavía queda mucho por hacer para llegar a una igualdad real. "Sólo hay que remontarse a la manifestación en defensa de la familia ", recuerdó Antonio que se pregunta retóricamente: "¿Qué familia?". Las reticencias para que las parejas homosexuales puedan adoptar es para ellos otro ejemplo de que queda camino por recorrer.
Antonio cargó con dureza contra "todas las iglesias, todas las confesiones" para, a renglón seguido, bautizar al Papa con el calificativo de "criminal". "Es criminal negar el uso del condón cuando miles de personas mueren de sida", se explica. Manuel, que tiene el virus, le mira con atención.