Marcus Antônio Assis Lima
Profesor de la Faculdade Metropolitana de Belo Horizonte de Brasil.
HOMOSEXUALIDAD Y MEDIOS: LA BATALLA HA EMPEZADO...
Uno de los efectos más espectaculares de la liberación sexual de las últimas tres décadas es que la homosexualidad dejó el dominio de la marginación. Especialmente en los últimos quince años, hemos asistido a una explosión discursiva en el asunto y a una reformulación completa de la imagen del homosexual. De ese modo, el tema de la homosexualidad ha adquirido un "valor/noticia" que ocupa un lugar en la agenda de los medios y, por consiguiente, en la política y las agendas públicas.
Esa visibilidad alcanzada en los medios debe enfocarse bajo dos aspectos: a) la imagen que los medios de comunicación transmiten de la homosexualidad, es decir, la visibilidad en los medios mainstream; b) el uso que la comunidad homosexual hace de los medios, sobre todo aquellos producidos por y para los homosexuales.
A lo largo de la pasada década se produjo la consolidación de lo que se ha dado en llamar "cultura gay" en los medios masivos. Las películas, los culebrones y la televisión empezaron a usar los caracteres homosexuales de forma positiva, buscando huir de los estereotipos que se alían con la perversión, el hampa o el universo femenino, en el caso de los homosexuales masculinos. Los periódicos empezaron a cubrir eventos y manifestaciones por los derechos de los ciudadanos homosexuales (como la unión civil entre personas del mismo sexo, el desfile del orgullo y presentaciones de películas homosexuales, principalmente) y es habitual encontrar en ellos informaciones exentas de prejuicios sobre temas que interesan a la cultura gay directamente. Sin embargo, debe señalarse que la inclusión de la homosexualidad en la agenda de los medios busca, sobre todo, al público heterosexual, porque las informaciones son producidas para explicar e interpretar las acciones, conductas y hábitos de la cultura gay para un universo social más amplio.
En lo referente a la propia comunidad, el progreso más grande está en el uso de lo que John Downing considera como "medios radicales". Es decir, el desfile del orgullo homosexual, las fiestas del cine y las manifestaciones en el espacio público parecen provocar un mayor impacto social que las publicaciones en el seno de la comunidad. La comunidad homosexual necesita, sin embargo, empezar a usar los medios con un propósito educativo, tanto en lo que afecta a la participación de la comunidad en las acciones políticas en la lucha por los derechos de los homosexuales como en la exigencia de formatos y contenidos que no sean prejuiciosos y que no desfiguren ni estereotipen a los homosexuales.
La batalla simplemente está empezando...
Jordi Petit
Presidente honorífico de la Coordinadora Gay-Lesbiana de Catalunya. Autor de 25 años más. Un perspectiva sobre el pasado, presente y futuro del movimiento de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, prólogo del profesor Manuel Castells (Icaria Editorial, Barcelona 2003) y de Vidas del arco iris, prólogo del periodista Xavier Sardà (Ed. De Bolsillo, Barcelona 2004).
DE ALFREDO LANDA A JESÚS VÁZQUEZ
Intentar sintetizar la evolución de la imagen de la homosexualidad en los medios de comunicación en nuestro país tendría dos extremos. Aquella película de gran éxito No desearás al vecino del quinto, de 1970, protagonizada por Alfredo Landa, síntesis de la cara más denostada y machista del mariquita, y la presencia hoy de profesionales muy diferentes en la televisión, como Jesús Vázquez y Boris Izaguirre. En medio encontramos una progresión sostenida que ha contribuido a mejorar mucho la percepción social de lesbianas, gays y transexuales, precisamente gracias a la labor permeable del periodismo.
A partir de la transición, la sociedad y los medios de comunicación se centraron en conocer todo aquello que la censura había prohibido. La aparición entonces de un ruidoso movimiento gay permitió empezar a tratar todas las noticias y temas relativos a la homosexualidad con creciente normalidad. La llegada de los socialistas al gobierno permitió abrir TVE y hacer mucha pedagogía, empezar a distinguir entre homosexuales y travestis. Es necesario poner especial énfasis en la etapa de Pilar Miró, en que pudimos ver en televisión, en horario familiar, películas como Maurice. Durante la crisis del sida el nuevo estigma de vincular a los homosexuales con la enfermedad empezó a superarse con el Oscar a Philadelphia, y después vinieron títulos más desenfadados como Trilogía en Nueva York y Priscilla, reina del desierto.
A lo largo de esos años y hasta finales de los noventa las únicas personas que dieron testimonio como homosexuales estaban vinculadas al campo del activismo, ya fuera porque ponían una denuncia o porque participaban en un debate, siempre con un amplio eco mediático. En todo caso, daban una imagen muy seria y comprometida. En Cataluña las series dramáticas de TV3 fueron las primeras en incorporar a gays y lesbianas, siempre muy correctamente tratados, como han confirmado algunos guionistas (nunca eran el personaje "malo").
La evolución sigue sin parar y en estos últimos años "han salido del armario", se han hecho visibles, muchos gays diferentes y menos lesbianas: políticos, militares, guardias civiles, sacerdotes, contribuyendo a mostrar la diversidad de modos y formas de ser homosexual. El reduccionismo tradicional de identificar un solo modelo de gay o lesbiana ya no tiene razón de ser. La proliferación de manifestaciones del Pride en Madrid, donde siempre la prensa gráfica selecciona las imágenes más festivas, se combina con una mayor presencia de líderes gays y lesbianas en política y en los medios de comunicación, y coincide o es una consecuencia de la incorporación de personajes homosexuales a las series dramáticas de las televisiones estatales. Todo ello, añadido a presentadores mediáticos como Boris Izaguirre y Jesús Vázquez, muy diferentes entre ellos, ha acelerado la normalización de la pluralidad de lo homosexual en la percepción pública.
Creo que queda en el inconsciente social una tendencia a querer acotar lo que es distinto, a "preocuparse" por la imagen "negativa" que uno u otro pueden dar del colectivo aplicando sus "defectos" particulares a todos los homosexuales, a no querer ver la pluralidad que ahora ya se ha hecho evidente. Insisto: todo reduccionismo es discriminador. El reto no es otro que asumir la diversidad de las personas con independencia de su orientación sexual y respetar las expresiones culturales que factores independientes como la afinidad y la represión han creado entre gays, lesbianas y transexuales.
Sobre esta temática me gustaría recomendar un interesante libro del periodista y pensador francés Didier Eribon, Identidades. Reflexiones sobre la cuestión gay (Ed. Bellaterra, Barcelona 2000), donde se trata magníficamente el enfoque de los medios de comunicación sobre las manifestaciones del Pride y las mil formas de vivir la homosexualidad (páginas 31 y 71). En definitiva, la evolución de la imagen social de la homosexualidad supone descodificar los mitos e imágenes fijas, implica comprender la diversidad de la sexualidad humana y de los individuos.