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El promotor de la ley ugandesa que castigaría la homosexualidad con pena de muerte, uno de los asistentes al Desayuno Nacional de Oración
David Bahati, el parlamentario ugandés que ha promovido en su país el proyecto de ley que, de ser aprobado, castigará las relaciones homosexuales con pena de muerte o cadena perpetua (según los casos), será uno de los asistentes al Desayuno Nacional de Oración que tendrá lugar en Washington el próximo 4 de febrero. Se trata del mismo evento al que el Presidente estadounidense, Barack Obama, ha invitado al Presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
Como informábamos el jueves, el Desayuno Nacional de Oración es un acto organizado por el Congreso de Estados Unidos y la Fellowship Foundation, una organización evangélica conservadora conocida también como “The Family”, de gran influencia política. A él acude cada año el Presidente, que suele invitar además a un mandatario extranjero.
Ya el pasado noviembre, Jeff Sharlet -autor de “The Family: The Secret Fundamentalism at the Heart of American Power”- afirmaba en una entrevista a la National Public Radio de Estados Unidos que David Bahati es miembro de “The Family”, organización que estaría destinando grandes cantidades de dinero a promover la agenda ultraconservadora en el continente africano (antiaborto, antigay y a favor de la abstinencia como forma de combatir el sida).
Desde Naciones Unidas piden la retirada del proyecto de ley ugandés
Un proyecto de ley, el promovido por Bahati, que ha sido denunciado por la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navanethem Pillay. “Criminalizar a las personas en función de su color o de su sexo es ya impensable en una mayoría de países. Lo mismo debería aplicarse cuando hablamos de la orientación sexual de un individuo”, ha declarado Pillay, que ha exhortado a Uganda a retirar el proyecto.
En días pasados hemos venido informando sobre las disensiones existentes en el seno del propio Gobierno ugandés sobre la medida, así como de las cada vez mayores reticencias del Presidente de Uganda, Yoweri Museweni, a darle su visto bueno. Unas dudas que no se deberían a consideraciones sobre si la ley atenta o no contra los derechos humanos sino al temor a que la reacción internacional ponga en riesgo la inversión extranjera en el país.
David Bahati, el parlamentario ugandés que ha promovido en su país el proyecto de ley que, de ser aprobado, castigará las relaciones homosexuales con pena de muerte o cadena perpetua (según los casos), será uno de los asistentes al Desayuno Nacional de Oración que tendrá lugar en Washington el próximo 4 de febrero. Se trata del mismo evento al que el Presidente estadounidense, Barack Obama, ha invitado al Presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
Como informábamos el jueves, el Desayuno Nacional de Oración es un acto organizado por el Congreso de Estados Unidos y la Fellowship Foundation, una organización evangélica conservadora conocida también como “The Family”, de gran influencia política. A él acude cada año el Presidente, que suele invitar además a un mandatario extranjero.
Ya el pasado noviembre, Jeff Sharlet -autor de “The Family: The Secret Fundamentalism at the Heart of American Power”- afirmaba en una entrevista a la National Public Radio de Estados Unidos que David Bahati es miembro de “The Family”, organización que estaría destinando grandes cantidades de dinero a promover la agenda ultraconservadora en el continente africano (antiaborto, antigay y a favor de la abstinencia como forma de combatir el sida).
Desde Naciones Unidas piden la retirada del proyecto de ley ugandés
Un proyecto de ley, el promovido por Bahati, que ha sido denunciado por la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navanethem Pillay. “Criminalizar a las personas en función de su color o de su sexo es ya impensable en una mayoría de países. Lo mismo debería aplicarse cuando hablamos de la orientación sexual de un individuo”, ha declarado Pillay, que ha exhortado a Uganda a retirar el proyecto.
En días pasados hemos venido informando sobre las disensiones existentes en el seno del propio Gobierno ugandés sobre la medida, así como de las cada vez mayores reticencias del Presidente de Uganda, Yoweri Museweni, a darle su visto bueno. Unas dudas que no se deberían a consideraciones sobre si la ley atenta o no contra los derechos humanos sino al temor a que la reacción internacional ponga en riesgo la inversión extranjera en el país.
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