Enviado Flick el 21 Octubre 2009
La iglesia católica quiere aprovecharse del enfrentamiento interno en el que los anglicanos están sumidos, especialmente acentuado a lo largo de los últimos meses debido al rechazo de su sector más conservador a las políticas inclusivas hacia gays y lesbianas. Es por ello que el Papa católico, Joseph Ratzinger, ha decidido crear una nueva estructura para acoger a este sector sin necesidad de que tenga que renunciar a su propia liturgia.
Los sacerdotes conservadores que renieguen del anglicanismo y vuelvan al redil católico podrán, por ejemplo, continuar casados. Eso sí, no se les permitirá ser obispos. De hecho, los que ya fueran obispos no serán reconocidos como tales, mientras que los sacerdotes ex-anglicanos que ingresen solteros al catolicismo ya no podrán casarse.
El desafío de Ratzinger al anglicanismo puede tener un doble efecto. Por un lado, es previsible un debilitamiento del número de fieles, especialmente de los más conservadores. Sin embargo, la comunión anglicana podría reforzar su vertiente progresista, olvidar la obsesión enfermiza que los más tradicionalistas comparten con la jerarquía católica respecto a la homosexualidad y acelerar la integración tanto de mujeres, que podrán ser ordenadas obispas sin cortapisas, como de gays y lesbianas. Algo en lo que ha avanzado especialmente la iglesia episcopaliana, rama estadounidense de los anglicanos, a lo largo de los últimos meses.
La estrategia ha sido presentada por el cardenal estadounidense William Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en una rueda de prensa en la que ha explicado que “responde a numerosas peticiones por parte de clérigos y fieles anglicanos procedentes de distintas partes del mundo que quieren entrar en plena comunión con Roma”. Para llevar a cabo la operación Ratzinger se ha inclinado por elaborar una “constitución apostólica”, decreto de máximo rango que prevé la creación de prelaturas personales, como la que actualmente ostenta el Opus Dei. De este modo, las comunidades anglicanas que decidan volver a la senda del catolicismo dependerán de un obispo particular y no del que les correspondería territorialmente.
Comentario