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Una boda que vence a prejuicios y amenazas
Enviado Raul Madrid el 20 Julio 2009
Dos mujeres se casaron ayer en Granada, tras enfrentarse a amenazas y presiones y todo tipo de insultos. Se conocieron hace 7 años y la suya ha sido una relación muy difícil. Una de ellas es gitana, la otra tiene una minusvalía que le hace cojear.
Rosario tenía 16 años cuando se conocieron y Sara 18 (son nombres ficticios). Alrededor de ellas, un mundo difícil: una barriada desfavorecida con los problemas propios de estas zonas, que a priori no resultaría un entorno amable para poder vivir con naturalidad lo que sentían. Casi nadie veía bien su relación en un mundo en que el lesbianismo es un tabú enorme. La homosexualidad está algo más acepada, según Sara, ‘pero a nosotras nos consideran enfermas, monstruos…’
Rosario cuenta que antes de conocer a Sara ya había tenido relaciones con otras chicas gitanas, pero que todas terminaron casándose con hombres. Su padre, aunque vive con ellas, no lo acepta, y ni siquiera acudió a la boda. De vez en cuando le propone a Sara darle un millón de pesetas a cambio de abandonar a su hija.
La ceremonia tuvo momentos muy emotivos, y no faltó el cante espontáneo por parte de una amiga de la pareja. El concejal del PP que las casó tuvo palabras hermosas para ellas, y las animó por su ejemplo y por su responsable actitud.
El siguiente reto, según han comentado, es tener un hijo, para lo cual se acogerán a la doble maternidad: ‘Yo pondré el óvulo, y ella el vientre’, anuncia Sara. ‘Y pa’lante’.
Enviado Raul Madrid el 20 Julio 2009
Dos mujeres se casaron ayer en Granada, tras enfrentarse a amenazas y presiones y todo tipo de insultos. Se conocieron hace 7 años y la suya ha sido una relación muy difícil. Una de ellas es gitana, la otra tiene una minusvalía que le hace cojear.
Rosario tenía 16 años cuando se conocieron y Sara 18 (son nombres ficticios). Alrededor de ellas, un mundo difícil: una barriada desfavorecida con los problemas propios de estas zonas, que a priori no resultaría un entorno amable para poder vivir con naturalidad lo que sentían. Casi nadie veía bien su relación en un mundo en que el lesbianismo es un tabú enorme. La homosexualidad está algo más acepada, según Sara, ‘pero a nosotras nos consideran enfermas, monstruos…’
Rosario cuenta que antes de conocer a Sara ya había tenido relaciones con otras chicas gitanas, pero que todas terminaron casándose con hombres. Su padre, aunque vive con ellas, no lo acepta, y ni siquiera acudió a la boda. De vez en cuando le propone a Sara darle un millón de pesetas a cambio de abandonar a su hija.
La ceremonia tuvo momentos muy emotivos, y no faltó el cante espontáneo por parte de una amiga de la pareja. El concejal del PP que las casó tuvo palabras hermosas para ellas, y las animó por su ejemplo y por su responsable actitud.
El siguiente reto, según han comentado, es tener un hijo, para lo cual se acogerán a la doble maternidad: ‘Yo pondré el óvulo, y ella el vientre’, anuncia Sara. ‘Y pa’lante’.
