Según la publicación británica, la homosexualidad es ilegal en muchos países del área subsahariana, mientras que las hostilidades políticas y sociales son endémicas.
Autor:EFE Los hombres que mantiene relaciones homosexuales en el África subsahariana están en un grupo de alto riesgo de infección del virus del Sida, pero los prejuicios sociales, religiosos y políticos les impiden acceder a servicios vitales, señala la revista médica «The Lancet». En un artículo escrito por el médico Adrian Smith y sus colegas de la Universidad de Oxford, los expertos destacan que las personas afectadas con el virus del Sida necesitan tomar pasos muy importantes para atender esta crisis en la región.
Según la publicación británica, la homosexualidad es ilegal en muchos países del área subsahariana, mientras que las hostilidades políticas y sociales son endémicas.
Para los expertos de la citada universidad, hay necesidades que aún no han sido atendidas, como la prevención, el tratamiento y el cuidado.
«The Lancet» resalta que en los pasados años ochenta quedó claro que la transmisión del virus del Sida era predominante entre los heterosexuales, por lo que la discusión sobre los grupos homosexuales empezó pronto a desaparecer.
Las relaciones homosexuales en el África subsahariana ocurren en un sistema social represivo, indica la publicación.
«Las conclusiones importantes de estudios sobre el comportamiento de los hombres africanos que tienen sexo con hombres son que el sexo anal sin protección es práctica común y el conocimiento y el acceso a medidas de prevención son inadecuadas», afirman los autores.
Los hombres de esta región que tienen relaciones homosexuales tienen también parejas femeninas, agregan.
Indican, además, que los condones y los lubricantes para conseguir una relación sexual segura no están disponibles o son tan caros que les resulta imposible comprarlos.
Las relaciones homosexuales son ilegales en 31 países, con la posibilidad de la pena de muerte en algunos de ellos, mientras que este grupo afronta el rechazo de la familia, la humillación pública, el acoso de las autoridades y el ridículo de los trabajadores sanitarios, señala «The Lancet».