Con motivo de la celebración del Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, quiero recriminar con dureza al PP su voto en contra de la Directiva de Igualdad de Trato, y por ser un freno en la lucha contra la homofobia y la transfobia.
Tenemos la derecha más reaccionaria de toda Europa, una derecha que no quiere que todas las personas, sin excepción, puedan disfrutar de los mismos derechos, y que no duda en intentar paralizar medidas que sólo buscan construir una Unión Europea más justa e igualitaria para todos los ciudadanos.
Si queremos que la Unión Europea trabaje para que todos sus ciudadanos disfruten de los mismos derechos y obligaciones, si queremos una Unión Europea que luche de manera decidida en contra de cualquier tipo de discriminación, tenemos que evitar que la derecha más reaccionaria del Continente, la derecha de Rajoy, Aznar y Mayor Oreja, sea mayoría en el Parlamento Europeo.
Y para ello, contamos con los jóvenes. Necesitamos que el próximo 7 de junio la juventud se movilice a favor de sus valores, en pro de una Europa en la que no tengan cabida posicionamientos discriminatorios como los que mantiene el PP, y que Mayor Oreja no duda en trasladar e impulsar en el Parlamento Europeo.
Además, acuso al PP de mantener una postura incoherente con la que sólo intenta confundir a los ciudadanos.
Por un lado votan en la Comisión de Igualdad del Congreso a favor de una iniciativa del PSOE en la que se insta al Gobierno a reconocer el día 17 de mayo como Día Internacional contra la transfobia y la homofobia, pero al mismo tiempo impiden la aprobación de una norma Europea que hubiera sido decisiva en la lucha contra la discriminación que sufre el colectivo LGTB en toda Europa. Una vez más, el PP dice una cosa en España y hace lo contrario en Europa como con la directiva a favor de la jornada laboral de 65 horas.
Por otro lado, quiero mostrar mi preocupación por los datos sobre acoso homofóbico y transfóbico que se producen en las escuelas, y que es la causa que uno de cada tres suicidios entre jóvenes y adolescentes, unos datos estremecedores que demuestran que a pesar de los muchos avances que se han producido en nuestro país en los últimos años, seguimos necesitando que partidos políticos y Administraciones Públicas se comprometan de manera muy seria en la puesta en marcha de medidas que contribuyan a erradicar este tipo de comportamientos, especialmente en el ámbito de la educación.
Los jóvenes que tienen este tipo de actitudes son minoría –un 30% de adolescentes varones, según un informe de la FELGTB – pero por ello mismo tenemos que poner en marcha herramientas que faciliten que el resto de sus compañeros no sólo se atrevan a denunciar este tipo de comportamientos, sino que además sean capaces de expresar de manera clara y pública su rechazo. Los discriminadores tienen que sentirse solos y rechazados, y para conseguirlo tenemos que implicar en esta lucha de manera directa a toda la comunidad escolar, y de manera especial a los educadores.
Raúl Santiago García López
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